miércoles, 19 de diciembre de 2007

Padres e hijos.

El otro día, en el Senado, una confluencia de opiniones entre CIU, PNV y PP (UTP, "Unión Temporal de Partidos", porque entre estos grupos hoy por hoy es difícil que haya algo más), facilitó que se tirara por tierra la proposición aprobada en el parlamento para quitar del Código Civil dos artículos que permiten a los padres "corregir razonable y moderadamente" a sus hijos.

Es decir, se ha impedido que se prohiba por ley que los padres den cachetes o azotes a sus hijos como medida disciplinaria.
Para defender la eliminación de esos artículos, el PSOE esgrimía, acertadamente, que la ley actual contraviene el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en la ONU en 1989 y firmada por España.


Yo, sin embargo, soy de la opinión de que un cachete o un azote pueden ser medidas disciplinarias adecuadas siempre que sean las soluciones últimas y que vayan acompañadas de otras que ayuden a entender al niño el porque del castigo. Y que igual los Derechos del Niño se idearon para situaciones diferentes de las que se plantean en nuestro Código Civil.


Los niños son egoístas y curiosos. No tienen formados los conceptos del bien y el mal y actúan por capricho y por el instinto de conseguir lo que más les satisface. Es necesario volcar todos los esfuerzos posibles, sin usar ninguna medida física, para hacerles comprender, que acepten la autoridad de los adultos por cariño y respeto y no por miedo.

Pero hay ocasiones en las que el niño puede establecer un pulso inadecuado contra la autoridad de los adultos, pulsos que pueden ir incluso en contra de su propia seguridad. Y hay también situaciones en las que permitir que un niño actúe según su capricho por encima de la opinión de sus padres le lleva a convertirse en un tirano incapaz de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, solo entre lo que le gusta o no.

Mi opinión, y entiendo que puede resultar muy poco respetable para algunos de los que leen esto, es que hay situaciones en las que un azote o una bofetada no solo es correcta, sino que es incluso positiva. Si se acompaña de una explicación clara y a la altura intelectual del niño del porqué de la acción y de cual es la forma correcta de actuar, así como de una demostración de afecto que contrarreste el miedo que haya podido generar, creo que puede ayudar a corregir situaciones en las que el niño haya ido un paso más allá de lo aceptable.


Evidentemente, para que la acción entre dentro de lo que propongo es esencial que los padres estén correctamente educados y sepan no solo controlarse, sino discernir adecuadamente cuales son los límites (lo cual, hoy por hoy, no es fácil de ver). Probablemente con unos padres que hayan sido suficientemente responsables para decir "no" cuando se debe, la medida sea casi innecesaria. Pero hay situaciones en las que, para mí, un azote no supone ningún problema moral.

Para ilustrar mi idea, solo puedo recurrir a mi historia personal. Yo estoy muy orgulloso de la educación que recibí de mis padres. Les profeso un profundísimo respeto, y nunca les he tenido miedo. Y de pequeño, me gané algún que otro azote.

Pero recuerdo que, cuando lloraba por aquellos castigos, sobre todo había en mí rabia y sentimiento de culpabilidad. Sabía que me había pasado.

Y también recuerdo la última vez que me gané un cachete. Fue el último porque, después de dármelo, mi madre vio en mis ojos que eso ya no servía para que entendiera por mi mismo que me estaba comportando mal. Y a partir de aquel momento, todo fue dialogado o discutido, porque había en mi bases para recurrir a los razonamientos.

No puedo negar que igual he tenido suerte con mis progenitores. Ni puedo pedir que sean todos los padres así. Pero al menos mi historia me sirve para ejemplificar que mi idea es posible. Y tengo otros hermanos en la misma situación que me demuestran que nuestra educación no fue equivocada.


Por último, una explicación para que nadie malinterprete mis palabras.
Yo no justifico la violencia, y menos sobre un niño. Simplemente creo que es compatible un azote o un cachete con la ausencia de violencia. La violencia tiene para mí un componente psicológico de dominación que no atribuyo a lo que he dicho. Creo de verás que puede haber algo constructivo en un azote, dado el caso.

Entiendo que no se esté de acuerdo conmigo, sobre todo en este tema, y espero que no genere un debate muy agrio (igual no genera ningún debate), pero no me importaría saber vuestra opinión sea cual sea.


Saludos.

Edición: A día de ayer, la ley finalmente ha prosperado en el Congreso. Me parece coherente con la declaración de los Derechos del Niño de la ONU, pero creo que esta declaración se propugnó con una finalidad diferente de la planteada aquí, y en defensa de niños que no tienen nada que ver con la mayoría de los de España. Esperemos que se ejecute con buen sentido...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo con todo lo dicho.
Pero me llama la atención una cosa: si se hubieran cambiado esos dos artículos del código civil, ¿habría sido necesario crear una brigada policial especial para vigilar que cada padre en su casa no diera un cachete a sus hijos en uno de esos momentos infanticidas que todo padre conoce?. Entiendo que son leyes más simbólicas que otra cosa, algo así como una "declaración de principios",...

Anónimo dijo...

En mi vida me llevé muchas ostias... y ninguna de mis padres.

A pesar de ello, estoy muy de acuerdo con tu exposición.


Saludos del Potro de Vallecas

Jordim dijo...

Es un tema que tiene chicha. No es facil educar a los críos, más si estos son especialmente histericos. De todos modos, si yo llego a tener un crío, tengo claro que NUNCA recurriré al tortazo o al cachete. Simplemente me parece la vía más directa para confundir a un niño. No creo que así se le vaya a enseñar a diferenciar entre lo bueno y lo malo. Lógicamente el crío tiene que respetarte desde el cariño y no desde el miedo.
Por otro lado está el tema de ser padre; estoy convencido que muchos sólo conocen una manera de hacerse respetar por los críos. Es lo que tiene la vida, para conducir hace falta un carnet, pero cualquiera puede ser padre..

Alberto dijo...

Yo estoy de acuerdo con lo que dices, oligoqueto. Yo creo que algún cachete me llevé de pequ´ño y mírame, soy un tipo la mar de majete ;-)