sábado, 22 de diciembre de 2007

Leyes, cánones, musiquitas... (II)

Como decíamos ayer..., mi análisis.


Yo entiendo bastante bien la postura de ambas partes. Soy consumidor y compro discos que pago religiosamente, tomo fotografías y creo programas o guardo datos, que no están protegidos por los derechos de autor, en soportes que se van a gravar. Pero lo cierto es que también grabo, en soportes digitales, obras protegidas por derechos de autor, que quedan sin remunerar al mismo, por lo que creo que los artistas tienen motivos de preocupación.

El problema es que, se haga lo que se haga, la tecnología ha pasado por encima de la ley y la ha dejado bien lejos en su estela.
Y, tal y como son las cosas, cualquier ley que intente legislar sobre esto tendrá damnificados y gente que verán vulnerados sus derechos. Por eso creo que la verdadera solución pasa por un cambio en la formula del negocio, por cambiar ese "tal y como son las cosas". Un cambio que ha empezado a producirse y que se verá claramente en los proximos años, a no ser que determinadas industrias bien asentadas gracias al apoyo de los poderes económicos y políticos se enquisten en sus viejos modos.


Centrándome en la revolución de la industria musical (la visual llegará despues, con el tiempo), hasta hace bien poco producir un disco o sacar al mercado cualquier producto con una calidad decente era imposible sin ayuda de una discográfica. Por medios técnicos y por coste. Y, sobre todo, por capacidad de distribución.

Pero eso ha cambiado radicalmente con el uso de las cada vez más potentes nuevas tecnologías.
Hoy en día cualquiera con suficientes conocimientos de música, o simplemente con mucha curiosidad y ganas de aprender, puede componer un disco sin insalvables dificultades, tocando distintos instrumentos y editándolo todo con una calidad más que aceptable. Y todo eso usando solo un simple ordenador personal y el software adecuado. A las pruebas del myspace me remito e invito a cualquiera a ver los links de mi propia página para comprobar que, más allá de los gustos personales, se pueden lograr buenas producciones.


Además los nuevos artistas, con sus composiciones artesanales, están entrando cada vez más en el campo del copyleft y las Creative Commons, permitiendo la reproducción de sus obras sin ningún coste. Esta generalización de la producción musical, combinada con el crecimiento incesante de las redes sociales en internet, y con la mayor educación que los jovenes tienen de ese ambiente, irá comiéndole terreno a la industria musical actual, y llegará un momento en que todo el negocio se verá obligado a reciclarse para no ser pisoteado por lo que llega de internet.

Y es por eso creo que el canon, como ha dicho el presidente de Asimelec, morirá más bien pronto (unos cuantos años a lo sumo).


Aun así, creo que por ahora es un mal necesario, pues necesitamos alguna ley que ordene el funcionamiento de los sistemas de negocio actuales, con las premisas de los derechos actuales.
Los autores tienen unos derechos que no se les pueden quitar así como así. Pero estoy bastante convencido de que acabarán renunciando a ellos.
El sistema actual exige que se cubran los derechos de autor sobre las obras para sustentar el derecho a realizar copias privadas. Pero el sistema cambiará, y eso obligará a los autores a cambiar para poder seguir compitiendo con los nuevos artistas, que no exigirán ese sobrecoste, y serán cada vez más numerosos.
Confío en que poco a poco se empiece a trabajar en el camino de la liberalización de los derechos de autor, y que estemos preparados cuando sea necesario legislar de nuevo para aclimatarnos a los cambios (si es que nos dejan cambiar, claro).

Pero eso sí, el canon solo es aceptable en un marco de cambio y con la perspectiva de que desaparezca en un futuro. Porque intentar perpetuar el actual sistema de derechos de autor y el propio sistema del negocio de la música no solo resultará anacrónico muy pronto, sino que puede llevar, paradójicamente, a encorsetar dramáticamente al propio campo de la creación.


Mañana continuaré con mi visión del futuro...

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