Desde hace más de tres años formo parte de un experimento alienigena para comprobar la resistencia del ser humano a las dosis altas de nutrientes.
Escondido detrás de una aparente gran empresa, pero seguramente guiado por oscurísimos intereses, y con la evidente y malsana intención de estudiar los límites de las formas humanas, todos los días laborales soy agasajado con los siguientes manjares:
- Bollería variada a partir de las 8.15 de la mañana: Incluye croissants, napolitanas de chocolate, palmeras de chocolate, ensaimadas, suizos...
- Bocadillos más variados si cabe, a partir de las 9.45: desde el típico de paletilla ibérica, con o sin tomate, pasando por el de chorizo, el de queso, tortilla francesa o española, pavo con queso, lomo, longaniza, pollo a la plancha con cebollita frita, pollo empanado, ensalada de cangrejo, sandwich mixto, lomo con queso, ensalada vegetal...
- Comida a elegir de numerosos menús, desde las 13.00: ofrecidos por los restaurantes de la zona, y que nos son servidos a nuestros diferentes puestos de trabajo si nos corresponde mantener la ubicación durante la hora de comer.
- Comida a elegir de numerosos menús, desde las 13.00: ofrecidos por los restaurantes de la zona, y que nos son servidos a nuestros diferentes puestos de trabajo si nos corresponde mantener la ubicación durante la hora de comer.
Además, para matar el gusanillo que pudiera surgir entre las distintas tomas, o para evitar desfallecimientos por la tarde, las diferentes cocinas de la empresa están abundantemente surtidas de galletas de diferentes tipos, se facilita el té, los cola caos y el café de forma gratuita, y se patrocina el consumo de refrescos, poniéndolos por debajo de su precio de supermercado.
Por otro lado, por si eso fuera poco, existe entre mi grupo de compañeros (de los que empiezo a sospechar que están conchabados con los hombrecitos verdes que mueven los hilos) la costumbre de realizar al menos una vez a la semana una petición de suministros a una de esas franquicias americanas vendedoras de muerte en forma de hamburguesas y pizzas, lo que no hace sino aumentar la carga de grasas hacia nuestras flaniformes barrigas.
Y para rematar la faena, "en estas entrañables fechas", queda la cena de navidad, plan bodorrio, con surtido de canapés al principio, un plato, otro plato y otro plato, vino, café, champán y barra libre hasta las 3.00; y el llamado "ágape", día en que nos juntamos todos en las diferentes salas de reuniones de la empresa a comer a base de buffet de canapés y vino (todo a cuenta de la empresa, claro) y del que suelen quedar restos que son ávidamente consumidos al día siguiente...
Yo imagino que el efecto de tal cantidad de consumo en una plantilla laboral debe estar produciendo una serie de datos complejísimos, muy difíciles de estudiar. O quizás pingües beneficios para alguna empresa dedicada a los estudios clínicos. Porque sino, me cuesta entender como es posible que se mantenga este ritmo sin hacer caer los ingresos del grupo por debajo de los gastos de manutención de sus empleados.
Pero me temo que el día menos pensado nos quitarán los privilegios y el edificio despegará en dirección a su propio planeta lejano, cuando los ganimedianos o los sirianos consigan aquello que están buscando aquí. Será el día en que me tenga que buscar un trabajo nuevo y empiece a recuperar mi figura juvenil. Y seguro que echaré de menos todo lo comido...
2 comentarios:
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.
Atacar naves en llamas más allá de Orión.
He visto brillar Rayos-C en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
Ayer me contaba mi amigo Borja que la última frase de la cita fue una aportación directa de Rutger Hauer.
Este fin de semana vi la última película del amigo Ridley. No me pareció mala, pero tampoco me volvió loco (aunque se que ya has leído la crítica)...
Un saludo a la Giralda...
Publicar un comentario