jueves, 5 de abril de 2012

100 días

Escribo poco desde hace mucho, y últimamente nada de lo que cuento es muy interesante, son sólo desahogos. Hoy no creo que vaya a cambiar la tendencia, porque de nuevo toca política, pero realmente es el grito que me apetece dar. Así que allá que voy...



Los del título son, más o menos, los días que lleva Rajoy en el gobierno. Y se le podrá acusar de muchas cosas, pero no de que haya estado quieto, la verdad.
No le envidio el trabajo, a mí no me gusta tener que mentir para conseguir cosas, y en su caso y a su nivel, se ha convertido en todo un requisito. Y aunque no confío en él y menos en su partido, lo cierto es que tampoco se les puede culpar de estar donde estamos. No son ni mucho menos inocentes, pero hay responsabilidades muy superiores.
Aunque eso sí, también hay mentiras más explicables que otras. Y no debemos olvidar que en estos momentos hay quién dispone de mayoría absoluta, poder a tutiplén, y que en esas condiciones es mucho más sencillo ser fiel a las propias promesas que cuando se está obligado a alcanzar compromisos no deseados con otros...

Centrémonos, porque no quería tampoco enfocar el post en la mentira, al menos no de esa manera.
La reforma laboral es una mierda.
A los que somos curritos contratados por una empresa, la gran mayoría, nos reduce un montón de derechos que se habían adquirido a base de pegarse mucho con mucha gente durante muchos años. Y lo peor es que genera posibles situaciones de indefensión del empleado ante su empresa, facilitando interpretaciones torticeras de la ley que sin duda harán que el número de despidos procedentes aumenten, aunque sea en situaciones moralmente reprobables.
  


 Yo prefiero no llamarme a engaño, son derechos que dudo que se vayan a volver a recuperar, ni siquiera con un cambio de gobierno a tendencias más de izquierdas. Y me duele, pero cuando uno mira a su alrededor (muy interesante la comparativa realizada por RTVE aquí), se ve que la reforma laboral nos sitúa en condiciones más cercanas a países con los que nos gustaría compararnos. Esperemos que también tendamos a compararnos con ellos en salario medio, ¿no?.

El problema es que cuando se analiza más en profundidad la situación, uno se da cuenta de que en realidad no podemos compararnos en absoluto con esos países.
En el mundo en que vivimos, con el tipo de economía que tenemos, predomina el egoísmo. Hay países que tienen éxito y otros que sufren el éxito de los demás. Y dentro de los que tienen éxito, los hay que lo consiguen a base de producir mucho, explotando al máximo sus recursos más baratos (si son naturales, de forma generalmente nada sostenible, y si son humanos, con trabajadores-esclavos) y los que, en cambio, maximizan el valor de sus recursos, a base de I+D+i, de forma que poca producción implica mucho beneficio.


 
Pues bien, los países con los que queremos compararnos pertenecen a esta última categoría, en la que se produce "poco" pero con muchísimo valor. ¿Y que producimos nosotros que entre en esa categoría?... Responded vosotros, si podéis.
Y cuando se presentan unos presupuestos generales cómo los que se han presentado en los últimos días, vemos que tampoco son unos presupuestos que nos acerquen lo más mínimo a conseguir ese estatus, todo lo contrario. Así que, ¿cómo pretendemos ser competitivos?, ¿vamos a serlo por el valor añadido de nuestra producción?, ¿o acaso pretendemos serlo por lo barato de nuestros recursos humanos?

La conclusión es que se nos reducen derechos para asimilarnos a países que, dada su situación de privilegio, no se han visto obligados a proteger esos derechos.
En esos países privilegiados, si alguien es despedido de una empresa, es relativamente fácil que consiga otro empleo rápidamente, por lo que no precisará tanta protección. Y además se cobra lo suficiente cómo para que los trabajadores se hayan planteado y podido permitir asegurar su vejez, y eso hace que los recursos sociales que ha de gestionar el estado sean menores. Así que no se concibe esa necesidad de socializar los problemas, cómo si lo es en países más pobres cómo el nuestro.
La realidad es que de ninguna manera podemos pretender parecernos a esos países, mucho menos a corto plazo y ni de coña con las políticas que planteamos. Por lo que el camino emprendido sólo puede acabar derivando en pérdida de más privilegios para acabar siendo competitivos por la vía de tener recursos humanos muy baratos. Es decir, con estas políticas, lo que tenderemos es hacia esos países con trabajadores-esclavos...





  

Pero dicho todo lo anterior, confieso que creo que en cualquier caso da igual.
El verdadero problema no es parecernos a unas u otras de las economías antes descritas; es que el propio sistema en el que estamos inmersos es erróneo.
Nos empeñamos en querer apañar lo que tenemos en vez de cambiarlo por algo nuevo. Pero no va a funcionar, porque es una fórmula insostenible basada en sistemas piramidales que precisan una entrada cada vez mayor de recursos desde su base. Y al final vivimos en un sistema cerrado con los recursos limitados, un crecimiento constante es, directamente, imposible. 


Eso es algo a lo que no podremos escapar, se tarde el tiempo que se tarde en llegar a un fallo irreversible, el sistema fallará.
Por ahora lo está haciendo en las lindes de la economía, hay mucho desequilibrio social que ya está rebosando de diferentes formas. Y está por ver si, cuando acabe colapsando, lo hará destruyendo lo que había o reconvirtiéndose a algo nuevo más sostenible.


Para la mayoría de nosotros, dar con esa solución está sólo en nuestras ideas. Pero para algunos está incluso en sus manos.
Cien días han pasado muy rápido, pero ojalá que no sigamos perdiendo el tiempo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Velocidad y tocino.

Sabéis, aunque para la mayoría de los que me conocen soy un cabezón muy poco razonable, lo cierto es que me gusta hacer lo posible por contrastar fuentes. Claro está que "lo posible" es un precioso eufemismo nada preciso, y que en la mayoría de las ocasiones no lo hago porque, dentro de las ideas que uno ya tiene decididas sobre lo que está bien y está mal, muchas veces ni si quiera me doy cuenta de que hay algo que contrastar (por ejemplo, si me dicen que Jiménez Losantos ha propuesto en la radio o en una columna de opinión esterilizar a la cúpula del PSOE para evitar que se extienda su prole, a estas alturas ya me lo trago sin más; eso y muchas otras barbaridades).
Pero creedme, cuando me llega alguna noticia exagerada o un titular con pinta de querer llevarme al huerto, procuro buscar por ese maravilloso mundo que es internet, no sea que efectivamente me estén dando gato por liebre una vez más, y no sea oro todo lo que reluce...

Pues hoy he leído algo que me hubiese gustado contrastar más, pero que tendré que creerme viniendo de fuentes más o menos fiables cómo el Daily Mail. Por desgracia, mi conocimiento del árabe es nulo, porque hay que admitir que me encantaría proundizar en la noticia.
El titular que leí originalmente en El País es el siguiente:

"Insulto a la inteligencia: 'no habrá vírgenes' si las saudíes conducen"

Al parecer, para evitar que se levante la ley que prohibe conducir a las mujeres saudíes, el más alto consejo religioso de Arabia (Majlis al-Ifta’ al-A’ala) ha difundido un estudio "científico" encargado al antiguo profesor Kamal Subhi, de la Universidad Rey Fahd de Arabia Saudita, en el que se afirma que, en caso de acabar permitiendo conducir a las mujeres en aquel país, se obtendrían los siguientes resultados en un plazo de diez años:

- Perdida de las vírgenes en el país.
- Aumento de la homosexualidad (tanto masculina cómo femenina).
- Mayor difusión de pornografía.
- Crecimiento de la prostitución.
- Aumento del número de divorcios.

Planteándome esas conclusiones, no he podido evitar recordar la teoría difundida por mi muy querida iglesia del Flying Spaghtti Monster en la que se demostraba, con un indiscutible gráfico, la correlación perfecta que existe entre la disminución de la piratería en el mundo y el calentamiento global...

Pero he preferido tomarme la idea en serio e intentar comprobar la certeza de la propuesta del señor Subhi, basándome en mis propias vivencias. Y esto es lo que he podido concluir:

- La oficina del Registro Civil aquí en Madrid está relativamente mal comunicada, en la calle Pradillo, en un punto que no queda del todo bien ni para la parada de metro de Alfonso XIII, ni para la de Concha Espina, ni siquiera del todo cogiendo el autobús número 40. Ahora, en coche, a veces se puede hasta aparcar enfrente...
Si las mujeres condujeran, llegarían con mucha más facilidad a la oficina y podrían tramitar muchos más divorcios (!!).

- Que viviendo tan cerca cómo vivo de una de las calles predilectas de la prostitución de Madrid, puedo afirmar cómo un hecho indiscutible que cuantos más coches pasan por ella de noche, más servicios se realizan.
Por otro lado, si las mujeres condujeran, sería lógico pensar que por las noche pasarían más coches por dicha calle, pues habría más conductores.
Luego, por propiedad transitiva, si las mujeres condujeran, crecería la prostitución (!!!).

- Es indiscutible que con un coche se va más rápido que andando, en patines o en bicicleta. Si una persona tarda 20 minutos en acercarse a un quiosco a comprar una revista pornográfica, con el coche tardará a lo sumo 10.
De lo que se deduce que el factor limitante que supone el tiempo que se tarda en conseguir pornografía se ve drásticamente reducido por el efecto de conducir.
Por lo tanto, sí, si las mujeres saudíes condujeran, tendrían tiempo para consumir mucha más pornografía (!!!!).

- ¿Quién no ha oído hablar del tópico de la "lesbiana camionera"? Y no nos engañemos, la mayoría de "osos" que uno se puede cruzar dando un paseo por la calle Fuencarral tiene una pinta de camionero que tira para atrás (de camionero estadounidense, para ser más concretos, probablemente transportadores de madera, me atrevería a decir). Y cuando el río... se oye a la lejanía... igual... puede ser que alguien haya abierto un grifo...
Evidentemente, no puede haber camioneras sin permiso de conducir. Luego permitir a las saudíes tener permiso de conducir, sólo puede acabar en un aumento flagrante de la homosexualidad (!!!!!).

- Y por último ¿que conductor no se ha perdido alguna vez conduciendo un coche? Imaginen ahora a todas las vírgenes de Arabia Saudita conduciendo, a la vez, con lo complicado que debe ser conducir allí que el paisaje debe ser todo de lo más parecido con sus dunas y sus oasis aquí y allá. En diez años fijo, fijo, que todas ellas se han perdido alguna vez.
Así que sí, si se deja que la mujer saudí conduzca, en un plazo de diez años se puede apostar a que seguro que todas las vírgenes se han perdido.
Al menos textualmente...



Pues eso, que vamos...

jueves, 19 de mayo de 2011

Democracia real...

No, no estoy acampando por las tardes en la Puerta del Sol, protestando porque nuestros políticos son malos y el sistema no funciona, pero la verdad es que entiendo muy bien ese movimiento de indignación.
Y no, no voy a dejar de depositar mi voto para estas elecciones (entre otras cosas porque este año he votado ya, por correo, que el domingo no estaré en España). Pero confieso que de haber sabido de este movimiento con anterioridad, me hubiese planteado hacer algo diferente con él.

La verdad es que no soy un líder de opinión ni una fuente de ideas insurgentes, ni siquiera un ideólogo muy proselitista. Soy más bien un tipo muy analítico que profundiza en su entorno para tomar decisiones en función de lo que encuentro.
Por eso contemplo el movimiento desde fuera con mucha incertidumbre, pero también con bastante esperanza.
Porque, aunque me da la sensación de que no va a desembocar en nada especial de cara a los próximos comicios, espero que tenga alguna relevancia en las generales del año que viene.
Creo que después del domingo todo seguirá más o menos igual, que el avance de la derecha va a ser muy fuerte en España tras las elecciones y que, aunque este movimiento a los únicos que puede favorecer es a IU y UPD, no creo que eso suponga un cambio importante en el panorama político más cercano.
Pero confío en que, con cierto tiempo para que esa indignación fragüe y se concrete en unas ideas claras y con una dirección más definida, empecemos a apreciar cambios que nos hagan recuperar algo de fe en la política.


Personalmente, me gustaría que, aupados por la gente que se moviliza, ganen fuerza los partidos minoritarios. Y que los dos grandes estancados en el poder no puedan dejar de tener en cuenta ese movimiento, y empiecen a considerar propuestas tan obvias como la adopción de un nuevo sistema electoral. Si quieren ideas, haberlas haylas muy razonables, y que ni originarían un fraccionamiento excesivo ni impedirían una participación más acorde con el verdadero porcentaje de voto que tiene cada partido en la realidad. Solo se necesita algo de la voluntad política que habitualmente falta.

Y también me resulta fundamental que poco a poco se vayan dando pasos para asumir que hoy en día existe tecnología suficiente para que la gente pueda participar en nuestra política de una forma mucho más directa. Que la idea de una democracia parlamentaria no esta nada mal para facilitar la gestión de entidades tan importantes como países, provincias o ayuntamientos. Pero que es necesario facilitarle, a la gente interesada, un acceso más cercano y constante a la política que gestiona nuestro entorno.
Porque somos muchos los que nos sentimos frustrados por sólo poder opinar una vez cada cuatro años y ver como después ese voto se usa para apoyar proyectos, leyes y políticas con los que estamos en total desacuerdo.

Ya he dicho antes que yo no soy realmente un creador, pero me fijo en lo que me rodea e intento adoptar ideas poco a poco (poco a poco porque soy bastante cabezota).
Bueno, pues cada día estoy más convencido de que lo que nos hace falta es algo muy parecido a lo que propone el Partido de Internet (PDI), aunque quizás con una orientación ideológica más definida y multiplicándose en diferentes partidos que cubran más o menos el espectro ideológico real de España sin generar controversias graves dentro de un mismo partido.

Y confío en que el movimiento recién surgido acabe dándose cuenta y apoyando de forma masiva algo parecido.
Según como evolucione la idea, igual hasta me afilio.
Por ahora, sigo analizando...


Nota final: No podía dejar de comentar una cuestión, el tratamiento que se le da a la palabra antisistema en los medios de comunición. Porque se identifica por defecto con algo malo, y no me parece del todo justo ni real.
Entiendo que en el movimiento del que hablo en este post hay dos tipos de personas antisistema: unos, los anarquistas, que no aceptan ningún tipo de sistema, y otros, la mayoría, simplemente hastiados por el sistema que tenemos, y deseosos de establecer otro más participativo y donde pese menos el poder del dinero.

Yo, pese a trabajar en una entidad financiera (el lado del mal, sic), me siento muy identificado con los segundos, porque evidentemente este sistema no funciona.
Me produjo una tremenda ternura ver hace un par de semanas en la tele, en el programa ese en el que se han traído a España a unos indígenas de diferentes tribus del mundo, criados en un estado de modernización más bien precario, como éstos chicos primitivos y sin civilizar se quedaban realmente tristes e indignados al ver que en plena Gran Vía de Madrid había personas pobres viviendo tirados en la calle. Miraban los edificios a su alrededor y preguntaban extrañados como era posible que con todo lo que tenemos haya gente que viva así.

Está claro que algo no funciona bien, y está claro que tiene que ver con como compartimos el mundo en el que vivimos todos. Si no empezamos a asumirlo y a establecer los mecanismos que lo cambien, estamos condenados, como especie, a pasarlo muy mal a medio plazo.
No puedo dejar de preguntarme cuanta gente de un país muy desarrollado tiene que estar en la miseria para empezar a movilizarse hacia algo más justo, y aun no tengo la respuesta.

domingo, 1 de mayo de 2011

Tres kilos cien.

Hay quien dice que las mejores cosas llegan sin avisar y sin ser esperadas.
No sé si estoy del todo de acuerdo, al menos no siempre, porque la verdad es que no soy una persona especialmente espontánea. Pero el viernes sucedió algo bueno, muy bueno, y lo cierto es que fue inesperado desde su concepción hasta su llegada definitiva, por lo que por esta vez tengo que admitir que la sorpresa ha sido muy buena.

Se llama Sofía, y es la tercera hija de uno de mis hermanos, la cuarta de todos mis sobrinos. Ha nacido un pelín antes de tiempo, lo suficiente para ser friolera sin necesitar incubadora, y nos ha pillado a todos un poco con el pié cambiado. Y aunque llegó dando un pequeño susto a su madre y a los médicos, es una niña sana, de 47 centímetros y 3.080 gramos, dormilona y bastante tranquila, que apenas llora. Si bien parece que ha heredado los pulmones paternos y es capaz de hacerse escuchar sin problemas cuando le es necesario.

Aunque siempre digo que los recién nacidos no se parecen a nadie, y suelen ser bastante feos, Sofía es igualita a su hermano, y ha salido tan guapa como suelen los nacidos por cesárea. Aun no sabemos el color de sus ojos o de su pelo, no hemos escuchado su risa ni somos capaces de reconocer su gorjeo. Pero ya es inevitable que la reconozcamos como algo nuestro, que es un sentimiento que va más allá del simple amor.
Los niños tan pequeños cambian mucho, casi a diario, y seguro que dentro de poco habrá dejado claro cual es su personalidad. Pero por ahora es una pequeña muñequita que apenas hace nada más que dormitar de brazo en brazo y soportar fotografías.
Porque claro, con lo que ha cambiado la telefonía en los últimos años, los reportajes fotográficos están a la orden del día, y ya cualquiera se lanza con su último modelo. Pero ella aguanta con estoicismo, posando con esos gestos recién estrenados, que aun no domina. Y aunque es la gran estrella y podría reclamar su propio camerino, lo cierto es que aun no se ha descolgado con grandes peticiones, es muy campechana.

Su hermano, que queda en medio, empieza a soportar su pérdida de protagonismo y el peso de dejar de ser el pequeño. Le costará, porque es un niño mimoso y algo cabezota, pero aprenderá poco a poco, como ya lo hizo con anterioridad su otra hermana. Por ahora, ante la insistencia de todos sus tíos de que debe proteger a Sofía y cuidar de ella, ha demostrado ser el más sensato y nos ha puesto a todos en nuestro sitio. Mirando con sus enormes ojos, nos ha contestado "si sólo tengo cuatro años", y nos ha derrotado en nuestro empeño de ponerle una carga que no le corresponde aun. Seguro que lo hará bien.

Y la mayor, cada día mas mayor y siempre tan responsable, está encantada con su hermanita. Y se emociona con la idea de darle el biberón, o cuando la ponen en sus brazos, con cuidado, que aun tiene sólo siete años. Al llegar al hospital el viernes, una vez que había nacido Sofía, se la veía muy feliz, deseando conocerla. Y ha dejado claro que no piensa cambiarle los pañales, pero seguro que le enseñará un montón de cosas, y que será una estupenda hermana mayor.

Algún día a Sofía le tocará ser mayor y sabia, como su nombre. Porque por ahora casi ni es, y solo le toca aprender a disfrutar y ser feliz. Tan feliz como nos ha hecho a todos a su alrededor, que tenemos que devolvérselo, como en la canción de Jorge Drexler.
Así que este post va por ella. Y por sus padres, que han sufrido bastante hasta tenerla aquí, y que serán los que más pelearán ahora para que Sofía nos dé todas las alegrías que esperamos de ella.
Enhorabuena, muchísimas felicidades y mucha suerte a todos.

jueves, 7 de abril de 2011

Noticia de la semana.

Hay noticias y noticias.

Las hay buenas, que son pocas y poco dignas de mención cuando no te tocan de cerca. Y las hay malas. Que pueden serlo de forma objetiva, de esas que últimamente tienen que ver con terremotos y centrales nucleares. O, más subjetivamente, que les pasa como a las buenas, que lo son porque te tocan.

Luego las hay inclasificables.

La de hoy, de hecho, es inclasificable.

Imaginaos al auditor de informática de tu empresa, imprimiendo un papel y leyéndolo en alto, sin avisar:

"Una jubilada de 75 años..."

Ya está, algo tétrico, la pobre mujer se cayo en su casa y se desangró sin que nadie pudiera ayudarla...

"...deja sinconexión de Internet..."

Pues no, va a ser que la mató el desequilibrado de su hijo por cortarle la conexión cuando jugaba a alguno de esos juegos violentos en red, cualquier que se os ocurra...

"... a toda Armenia."

Ostia.

"La mujer cortó sin querer el cable de fibra óptica que enlazaba Georgia con Armenia"

Preguntas al vuelo:
- ¿Toda Armenia conectada a internet por un único cable? Pues sí, igual no tenemos motivos para quejarnos de nuestras redes, después de todo...
- ¿Estaba el cable por ahí en medio, sin más? Respuesta en el propio artículo, la da el jefe de marketing de la empresa de telecomunicaciones: "No entiendo cómo logró encontrar el cable ()... Está enterrado en el suelo".
- ¿De que grosor de cable estamos hablando para que se corte tan fácil? Ni idea, pero es imaginable que no se trata de Super Abuela, así que no debía ser muy grande. A no ser que, se me ocurre, encontrara el cable excavando y llegara a la conclusión de que era un gran tesoro digno de un gran esfuerzo. Igual al final tenía un diámetro de muchos centímetros...
Dicen que, cada vez más, las guerras se van a librar en el mundo de la tecnología. No puedo evitar pensar en un ejercito de viejecitas, azadón en mano, atravesando cual lemmings las líneas enemigas para liarse a golpes contra los postes de la luz y las antenas de telefonía móvil.
El futuro, cada vez más cerca...

viernes, 11 de marzo de 2011

Metrobuses...

Ayer se le ocurrió al merluzo del Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, José Ignacio Echevarría, decir que el metrobus no existe.
Puede que sea un lapsus linguae, muestra de sus deseos más que otra cosa, visto como ha ido evolucionando su precio en los últimos tiempos, haciendo cada vez menos rentable adquirirlo. Pero da igual lo que sea, eso es lo que se le escapó y ya está dicho...

Asumo que se equivocó.
Una persona que ha hecho subir el precio del ticket desde los 7,40 que costaba el 31 de diciembre de 2009 a los 9,30 que cuesta hoy (sí, menos de 15 meses después) no creo que no conozca el objeto de tal subidón. Se equivocó, más allá de las pobres justificaciones que ha dado después en la Cope, (que a veces es mejor callarse que decir ciertas cosas: me imagino al locutor delante suyo, mirándole con cara de pena y pensando "pero hombre, pide perdón y no intentes hacernos creer esta patraña, que somos un medio amigo"); y es una equivocación grave.

Pero si soy sincero, realmente no es eso lo que más me indigna.
Cuando uno escucha y ve la situación, queda claro el tono en el que se estaba cometiendo el error: desafiante y burlón. Y ante su error, del que estoy seguro que buena parte de su propia bancada se dió cuenta (no todos tendrán coche oficial, digo yo), no es que se produjera un respetuoso e incómodo silencio del tipo "Jose Ignacio, que estás metiendo la pata", no. Lo que hubo fue un rápido aplauso ante la bravuconada, que seguramente fue en parte también un burdo intento de acallarle para que no siguiera diciendo tonterías.
Y eso, en lo que nadie parece reparar porque está convirtiendose en algo habitual el faltarse al respeto hasta en los diferentes parlamentos, es muy triste. Es algo grupal, fomentado, un tipo de reacción de partido irracional, apoyar lo que dice el nuestro sea lo que sea y como sea que lo haya dicho, que hace que la política de este país cada día sea más patética.

Mi inclinación política está clara, pero no quiero hacer de esto una cuestión partidista: esa reacción la he visto también en otras ocasiones en mi mismo lado ideológico.
Con este post sólo pretendo incidir en el hecho de que esas formas son terribles y cada día desvirtúan más lo que debería ser una democracia parlamentaria. Nos estamos embruteciendo, vulgarizando, y deberíamos meditar profundamente sobre el sitio al que queremos dirigirmos y hacia donde estamos yendo en realidad.

He empezado fuerte, como no suele ser habitual en mí, diciendo de este hombre que es un merluzo.
Lo creo no por lo que dijo, porque ya digo que estoy seguro de que es una equivocación más que qué directamente no lo supiera. Pero me parece un merluzo por cometer esa equivocación en un discurso parlamentario, y teniendo la posición que tiene. Directamente es un fallo inexcusable, impropio de su cargo, propio de un merluzo.
Si tuviesemos cierta dignidad política, ese tipo de errores (y muchos otros de otros partidos y colores) deberían ser sinónimos de una dimisión inmediata.
No lo será.

Y eso solo nos deja como conclusión todo lo que ya he dicho.
Equivocación inconcebible en su discurso, error intolerable en su cargo y actitud política lamentable en el parlamento por parte de los que le aplaudieron.
Joyas.

martes, 8 de marzo de 2011

Etimología básica II

Como algunos ya sabéis, y en alguna ocasión anterior fue mencionado en este blog, mi apellido tiene un claro acento extranjero que se pierde en la lejanía de la ciudad natal de Goethe.
Y supongo que no será una novedad para nadie que las relaciones entre Francia y Alemania nunca han sido excelentes, por lo que no sorprenderá que me resulte poco afín el país de Dumas (algo relativamente común en España, por otro lado)...

Esta mañana, en el trabajo, un compañero mío ha recibido un email de una tal Marilyne, solicitando información sobre algo que está fallando entre su empresa y la mía (y que, por lo que hemos investigado, tiene toda la pinta de fallar por su lado, aunque seguimos mirándolo y les damos buenas palabras para ser educados y cordiales).
El asunto lleva coleando un tiempo, semanas, pero habitualmente lo tratamos con su compañero Boris, que además estaba en copia tanto del email de Marilyne como en el de la respuesta de mi compañero. Así que nos ha sorprendido recibir un email de Boris veinte minutos después del de Marilyne, pidiendo básicamente lo mismo que ella e indicando si lo habíamos podido mirar...

Mi compañero es un tipo elegante y educado. Pero cuando le he hecho ver el email de Boris, del que aun no se había percatado, su contestación ha sido algo parecido a: "Es que no sé si responderle, porque si lo hago voy a tener que decirle 'Te acabamos de decir que lo seguimos mirando aunque nos parece que todo está bien por nuestro lado, francés hijo de puta'".

Dado el exabrupto y las connotaciones xenófobas, he decidido indicarle a mi compañero que mi apellido es francés (algo falso que él ya sabía), sólo por chinchar.
Su respuesta ha sido "Tan francés como las salchichas de Frankfurt".
Ante lo cual sólo he podido decirle "Exactamente", dado el acierto con la ciudad en cuestión de la que viene el apellido.
Y aquí es cuando hemos empezado a darle una nueva vuelta a la etimología...

Evidentemente, me ha dicho mi compañero, el frank de Frankfurt viene de franco, francés. Y yo le he dicho que sí, y que el furt venía de furcia, luego era de cajón que la ciudad la habían tenido que fundar un grupo de furcias francesas, seguramente llevadas allí en una de esas caravanas de solteras que se organizaban hace siglos, que al final las francesas siempre han tenido mucho predicamento por el resto de Europa. Y, por cierto, que seguramente de ahí venga el gusto por el cabaret subido de tono que había en la Alemania pre-nazi...
Todo ello hacía que ese "francés hijo de puta" que había soltado antes mi compañero, en mi caso no resultara un insulto, sino casi una descripción de la localidad de origen de mi apellido...


Esto no es que me dejara en un muy buen lugar, pero tampoco voy a decir que me preocupe demasiado. Recuerdo que una prima mía, que estudió historia, tuvo que buscar la genealogía completa de mi familia por la parte de mi segundo apellido, muy español ese. Y descubrió en el camino alguna que otra mujer de mala vida que se remontaba en nuestra historia, unos siglos atrás. Así que tampoco me preocupa demasiado que haya unas cuantas putas más en lo más profundo de mis raíces genealógicas. Al final dicen que los perros más listos son los que salen de cruces callejeros, y yo estoy seguro de que entre muchas casas reales se da cierta polaridad por la que o tienes raíces similares a las mías y un nivel intelectual decente, o tienes una sangre más pura que el agua de Evian y tu intelecto está por los suelos...

Pero sí que se puede apreciar una vez más la importante moraleja: lo esencial que resulta la etimología a la hora de contarnos significados en las palabras que en principio ignoramos, y en casos como este, incluso partes de la historia oscurecidas por el devenir de los acontecimientos (por si no lo sabéis, el Banco Central Europeo tiene su sede en Frankfurt; la cabra tira al monte y los banqueros a sus orígenes, los muy...).
Es muy fácil, si sabes aplicar adecuadamente la etimología, sacar una gran información de las palabras a partir de ella. Y si no, de qué iba a tener yo todo este conocimiento que he compartido con vosotros...

viernes, 31 de diciembre de 2010

Un año más

Como muchos sabréis, ejerzo de informático.
Esta mañana, cuando llegaba al trabajo, me he encontrado a un compañero que estaba trajinando con su equipo. Cuando le he preguntado que hacía, me ha dicho que estaba haciendo un backup, porque estaba a punto de lanzar unos procesos de cierre de año de una aplicación y quería tener un punto de recuperación, no fuera que algo saliera mal.

Y no sé porque, quizás porque era el último día del año, me ha hecho gracia y le he comentado que no estaría mal poder hacer eso con la vida, establecer puntos de restauración en días determinados, por si algo nos va mal echar marcha atrás y cambiar las cosas...

Este año no ha sido el mejor año de mi vida, la verdad.
No tanto por mí, que al final en mi estancamiento estoy tan estándar como siempre (puede que ese sea el fallo, ¿verdad?). Pero últimamente en mi entorno cosas malas que suceden aquí y allá, gente que se va, gente que no se ha ido pero ha desaparecido, no todo huele bien, y se nota...
Aun así, no sabría donde poner un punto de recuperación, al menos no en este año, por lo que no debe haber sido tan terrible. Y lo cierto es que confío en que las cosas cambien a mejor y el próximo año seamos todos mucho más felices.

Así que quiero desearos a todos un maravilloso año 2011. Que se lleve lo malo y todo aquello que nos está dejando paralizados, y que nos traiga un montón de cosas buenas. Sé que alguna viene en camino, que sólo queda esperar, y confío que alguna más la acompañe.
Pero más que nada espero que lleguen las buenas que nos sorprendan, las que generan más ilusión por ser inesperadas, que creo que ahora hacen mucha falta.

Y sobre todo, ojalá que nadie cercano termine el año deseando poder volver atrás a un punto de restauración. Que sea lo que sea lo que nos toque vivir, no nos arrepintamos.

Sed muy felices.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sobre la corrección política y la libertad de expresión...

Está tan de moda últimamente en ámbitos liberales criticar la corrección política cuando según quién dice según que cosas, que a uno le dan ganas de meterse bajo tierra.

Resulta que si Sánchez Dragó cuenta en un libro que se tiró a dos prostitutas japonesas de 13 años y que en realidad ellas casi le violaron, se trata de un mero acto de libertad de expresión creativa que ha de ser protegida. Y que si Salvador Sostres se dedica a contar que le molan más las niñas de 17 años porque no huelen a ácido úrico y parecen lionesas rellenas, aparte de estar mucho más dispuestas a agradar en la cama, y lo dice en un plató lleno de gente, entre trabajadores, público asistente y compañeros de tertulia, es una conversación privada a la que nadie debería tener acceso.

Y según dicen algunos defensores, si la gente se queja es porque:
a) Son personajes afines a la derecha, y sus detractores son unos progres tendenciosos.
b) Porque hay un exceso de corrección política (también impulsada por la perniciosa y siniestra izquierda) y la gente no tiene la libertad de decir lo que piensa.

Y yo comienzo a pensar que el mundo empieza a ir al revés.

Porque sí, entiendo que la ley dice que una niña de 13 años puede irse a la cama con quién quiera, así que Dragó ni siquiera hizo apología de la pederastia. Pero el suyo no deja de ser un comentario que puede ser criticable por lo repugnante que nos parece a muchos el que un adulto contrate prostitutas de 13 años. Y, quizás me equivoco, pero a mí me vendieron su libro como una especie de colaboración autobiográfica entre Boadella y él, así que ¿en que quedamos? ¿Es la libertad creativa de un pergeñador de historietas? ¿O es parte de las memorias de una persona con un comportamiento personal perfectamente criticable?
Para convencerme de que en realidad Dragó estaba intentando escribir una nueva versión del "Lolita" de Nabokov (insigne entomólogo, por cierto) ya llegan tarde...

Y sí, al señor Sostres le han publicado en internet y luego en otros medios una conversación que él ni esperaba ni había dado permiso para que se emitiera. Y sí, puedo entender que estaba de cachondeo.
Pero de un cachondeo de muy, muy mal gusto, y ante el público asistente al programa, lo que hace que sus expresiones no tuvieran nada de privadas, expresando además ideas machistas primero y xenófobas después, para un conjunto como poco vergonzante. Al final, cuando se le hace ver lo inapropiado de su chanza ante el tipo de asistentes, decide continuar con su gracieta, como si diese igual que fueran niños. Y a posteriori nos ha tratado de convencer de que, por el simple hecho de no estar retransmitiéndose en directo por televisión, se trataba de una conversación privada , como si todas esas personas que le rodeaban y asistían al debate en el que participaba, o aquellos que trabajaban en el plató, evidentemente centrados en los tertulianos todos ellos, se hubiesen desconectado igual que la emisión.
Si estuviera en el autobús con un amigo y me dedicara a decir lo mismo que ha dicho Sostres, no me quejaría de que alguien que me oyera me llamara la atención, al revés, se me pondría la cara roja. Porque el ámbito en el que mantengo la conversación también marca su nivel de privacidad. Y eso que en el autobús nadie estará allí para oírme específicamente a mí, como si ocurre en un plató con público.

Se habla muy a la ligera de la corrección política, como si el respeto al otro fuese una cuestión de hipocresía y no de buena educación, y como si al final la gente que procura ser respetuoso con los demás fueran falsos o reprimidos que no muestran al mundo libremente su personalidad.
Y lo cierto es que no, que va mucho más lejos. Que es una cuestión de profunda carga educativa. Que se puede tener el humor más negro y hasta el más soez del mundo cuando uno está en total confianza, pero se está obligado a guardar cierta compostura cuando se está delante de otros a los que ni conocemos ni podemos juzgar apropiadamente, otros a los que igual ofendemos imprudentemente. Y que cuando tenemos opiniones que sabemos que pueden ofender a otros, no hace falta expresarlas sin más solo porque sean nuestras ideas, pues al final nada nos asegura que no estemos equivocados.

Al final a mí me queda el regusto ácido de que se está prostituyendo el concepto de libertad, que se emplea erróneamente para definir algo parecido a "lo que a mí me de la gana", sin plantear ni por un segundo que es algo mucho más profundo; algo cargado, sobre todo, de responsabilidad. Es ese mismo concepto de libertad al que se aferran los que defienden su libertad de disfrutar de las corridas de toros o la de fumar en espacios públicos cerrados, sin plantearse consecuencias de ningún tipo.

Y duele ver como muchos que se denominan a si mismos como liberales hacen tanto daño a un término tan esencial para asegurar el respeto mutuo que tanta falta nos hace. Y como se critica y ataca la tolerancia ante la diferencia, como si fuese una muestra de cobardía y no una muestra de valor ante el miedo a lo desconocido.

Que penita, de verdad...

martes, 26 de octubre de 2010

Riesgo moral

Ayer estuve viendo Wall Street 2, la continuación de aquella gran película de Oliver Stone, de finales de los 80. No está mal, me entretuvo bastante, aunque no termine de apreciar el final. Pero hoy no quiero hablar de cine.
No, hoy quiero hablar de algo que se llama "Riesgo moral", y que apareció en la película en diferentes momentos. Un término que sospecho que mucha gente no conoce bien.

Se define el riesgo moral, de una forma muy genérica, como la situación que se crea cuando alguien toma una decisión sin tener conocimiento de las posibles consecuencias. En esa situación, el individuo corre el riesgo de actuar equivocadamente, pero realmente no actúa voluntariamente mal.
Y hoy en día, en el ámbito económico, se emplea la vuelta de tuerca al término que le dio Kenneth Arrow, que hace hincapié en el tema de la delegación de la responsabilidad. En ese sentido, se incurre en riesgo moral de dos formas :
- Cuando se delega la responsabilidad en otros y se abusa de esa delegación, pidiendo más de lo que pediríamos si ejerciéramos la responsabilidad de forma directa (ejemplo clásico del que abusa de la sanidad pública, por ejemplo, pudiendo llevarla a la quiebra)
- Y cuando la persona en la que hemos delegado nuestra responsabilidad empieza a actuar en su propio beneficio sin medir el nuestro, que es el que se supone que protege (ejemplo típico del político corrupto, creo que todos lo entendemos)

Escuché el término por primera vez cuando comenzó la debacle financiera de hace un par de años, y surgió la "necesidad" de salvar a los bancos para evitar que su caída desembocara en la caída de todo el sistema. En aquel momento, diferentes opiniones críticas con la actuación avisaron de lo obvio: si se salvaba así a aquellos que nos habían metido en aquella situación, no se castigaba con la dureza necesaria ciertas actividades que habían facilitado llegar hasta ella. Cosas como el perseguir beneficios inmediatos, sin pensar en los riesgos de cara al futuro, buscando sólo el bonus inminente que enriquecerá al que maneja la operación pero quizás no asegurará como debiera la inversión. Y con ello se corría el riesgo de que todo se repitiera, de no aprender de la situación.

Por entonces, la mención al riesgo moral surgía realmente desde mentalidades muy liberales, en referencia a que no se podía dejar en manos de papá estado esa salvación del sistema. Los niños-bancos habían metido la pata hasta el fondo, y precisaban pagar por ello, y no se podía poner el peso de la recuperación sobre los contribuyentes, obligándoles a pagar a través de sus impuestos el dinero que otros habían mal-gestionado.
Está claro que muchos de esos ciudadanos habían contribuido a generar el problema desde el otro punto de vista del riesgo moral, dejando que alguien gestionara sus fondos sin mirar cómo, preocupándose sólo de que les devolvieran los beneficios (esta es la forma en la que observaba el riesgo moral Adam Smith, por cierto). Y en el mismo sentido, muchos habían ayudado a acentuar el problema dedicándose a la pura especulación inmobiliaria, la gran burbuja que se ha llevado todo por delante, ignorando la posibilidad de que los precios bajaran, como cualquier análisis sensato sugería.
Pero también estaba claro que el peso de la culpa recaía mayoritariamente en los gestores, supuestos expertos contratados para el fin de optimizar los beneficios, y que en su búsqueda de aumentar los suyos propios, habían facilitado el hinchado de la burbuja diseñando un conjunto de productos financieros que, lejos de reducir el riesgo como pretendían, no hacían sino aumentar y esparcir la mierda.

¿Y que tenemos hoy en día? Los bancos que fueron rescatados en los EEUU se recuperaron gracias a las ayudas y devolvieron el dinero que el estado les puso para quitarse de en medio cualquier obligación para con él. Este año están haciendo un reparto de primas récord, quizás resarciéndose de lo que dejaron de repartir en años anteriores...
A mí todo esto me indigna, claro, como a cualquiera que no sea parte del reparto y tenga un mínimo de memoria y conciencia crítica. Pero más allá de esa indignación, lo que me hace pensar es en la propia esencia del riesgo moral, cómo todos somos responsables y hasta que punto deberíamos cambiar el mundo en el que vivimos para que las cosas no fueran tan despreciables.


No voy a hacer aquí una crítica exhaustiva sobre la responsabilidad de cada uno, más que nada para evitarme el resultar dolorosamente hipócrita, y me centraré en un aspecto que me parece esencial para conseguir ese cambio: liberarnos progresivamente del peso burocrático que atenaza nuestro propio desarrollo social.
No quiero hacer apología liberal, considero esencial un estado fuerte capaz de regular el sistema para evitar los excesos de algunos, establecer un cierto orden equilibrador y facilitar la gestión de servicios públicos esenciales.
Pero echo de menos que los ciudadanos dispongamos de unas herramientas de decisión mayores. Me agobia el mundo político en el que vivimos, en el que opinamos una vez y otorgamos con ello a un determinado agente toda la responsabilidad sobre nuestras decisiones en los siguientes cuatro años (el riesgo moral sobre los gobernantes es en estos casos brutal). Me agobia que ese agente sea un partido que al final actúa con mecánicas propias, y preferiría que fuese algo más directo, un sistema en el que eligiésemos a personas, personas complejas con matices y diferentes ideas. Echo de menos, además, que se me consulte con más frecuencia en aspectos significativos y críticos en nuestra vida, y me gustaría que se trabajara en la dirección de cambiar la política para facilitar el acceso del ciudadano, de hecho creo que a través de la red se pueden facilitar muchas cosas.
Y, en gran medida, me asusta depender de los políticos, sintiéndome un mero peón en un mundo en el que creo que ellos me consideran una piececilla reemplazable, en vez de valorarme como el motivo de su existencia social, que es lo que en realidad somos todos...


Creo que hace falta un cambio, un cambio radical en nuestra forma de entender la política. Pero me asusta pensar que ese cambio solo sea viable fuera del sistema, que las estructuras actuales se hayan aferrado tanto a su poder para evitar esos cambios que el cambio solo sea viable de una forma "violenta", casi revolucionaria.
Me asusta que este asco que le voy cogiendo por momentos a los políticos no hace sino profundizar en esa idea, y que dentro de nada no encontraré en mi panorama político una alternativa en la que delegar que me ofrezca un mínimo de confianza.
Y que cuando acabe votando en blanco tendré encima quién me diga que así he desperdiciado mi voto, y que habré perdido legitimidad para protestar...

Tengo unos amigos que participan activamente en un partido político mínimo (creo que es el PUM+J, "Por Un Mundo mas Justo" ), pero realmente la idea no termina de convencerme, no deja de ser un partido, con mejores ideales, pero sin grandes pretensiones. Y últimamente me ha dado por pensarme el hacerme del "Partido de Internet", que tienen propuestas que me resultan interesantes, pero del que en realidad no sé demasiado...

¿Alguien tiene alguna buena idea? Por favor...