lunes, 31 de diciembre de 2007

Moral difusa y ética despistada.

Las películas de Hollywood, la gran mayoría, suelen ser moralmente maniqueas. Para ellas existe el blanco y el negro, el bien y el mal, y los personajes son perfectamente clasificables y definibles en una u otra categoría, olvidando toda la escala de tonalidades intermedias.



Pero, a veces, cuando Hollywood se pone serio y busca desarrollar una de esas grandes obras que pasen a la posteridad en forma de Oscar, sus guionistas demuestran porque están donde están y desarrollan historias con mucha más miga y personajes más complejos.

Sucede entonces, cuando lo hacen bien, que vemos obras interesantes, en las que los matices tienen mucho más sentido y los protagonistas muestran diversas facetas, ideales para el lucimiento de los buenos actores. Y juntando todo eso, vemos buenas películas.


Este fin de semana pasado fuí a ver "American Gangster", que es una obra que pretende entrar en ese grupo de excepción recién mencionado. Una buena película, bien interpretada, con personajes interesantes y con una ambientación excepcional. Pero una película de la que creo que voy a recordar más bien poco cuando pasen un par de días.


Después del cine, un par de amigos con los que estuve en un bar me preguntaron que me había parecido la película. Más o menos la misma pregunta que nos hicimos nada más salir de la sala los cuatro que fuimos a verla, y que no supimos responder con precisión. Y la verdad es que aun estoy buscando una respuesta.


Porque la película está bien y es entretenida.
Los personajes protagonistas, que, aunque no aparezcan juntos más que un par de minutos en la película, mantienen un pulso entre la justicia y el crimen organizado, están bien trabajados y nos enfrentan ante el hecho de que incluso los peores villanos y los más honrados héroes tienen sus propios matices y caras ocultas. Facetas que les acercan y alejan del bien y el mal según las circunstancias, y que les vuelven más humanos y cercanos al propio espectador. Y así, el terrible gangster tiene una vena filántropa y un especial cuidado de su propia familia, mientras que el honrado policia es un crápula que ha roto su vida marital, ha obligado a su esposa a dejarle y es incapaz de mantener una relación adecuada de paternidad con su hijo pequeño.


Y por otro lado, la historia que se cuenta, basada en hechos reales, es bastante interesante, con dos visiones del sueño americano desde las zonas más sucias de la sociedad, y con exitos y fracasos que aportan realismo al film. Así como una visión general de la moral perdida en nuestra sociedad que puede dar motivos de reflexión.



Pero lo cierto es que, más allá de una muy buena factura y un resultado muy correcto, la película no contiene nada que me llamara la atención o me pareciera especial.



Igual al final es la película que acaba llevándose el gato al agua en la ceremonia de los Oscar, y a lo mejor Denzel Washington y Russel Crowe reciben una estatuilla más para su colección de premios. Pero si al final es así no será por que se trate de una obra muy importante, sino por haber tenido poca competencia.


Y nada más que añadir, una película atractiva para pasar un buen rato, pero que no responde a las grandes expectativas que genera su promoción. Disfrutadla si os surge...

domingo, 30 de diciembre de 2007

Nombres ¿comerciales?

Estos Reyes puedes tirar la casa por la ventana y comprarle a tus pequeños más queridos unos Heelys, que igual no sabes lo que son, pero que seguro que les permitirá ir haciendo el idem por la calle patinando sobre los talones.O bien puedes contratar los servicios integrales de Loomis, que te harán sentir mucho más a gusto y seguro allí donde te encuentres, y que ya no solo se limitan... ya sabes, a esas personas vestidas de uniforme, con sus porras y esposas...


Ahora en serio, ¿donde coño tienen la cabeza algunos publicitarios? ¿Como se puede hacer un anuncio en televisión en el que, fonéticamente hablando, se dice casi textualmente: "visitanos en gilis punto es para saber más sobre nosotros"? ¿Que es lo que quieren que aprenda en una página con ese nombre, a tocar la zambomba con un ojo?

O, ¿como es posible que a una empresa con un nombre de marca tan conocido como "Securitas" se le pase por por la cabeza ni un momento cambiarlo a Loomis (se lee lumis, por si alguien aun no ha caido)? Porque, con un nombre así, lo más seguro no sería tu casa ni tu banco, lo más seguro sería que acabaras en la cama con alguna guardia de seguridad voluptuosa...


El mundo de la globalización es lo que tiene. Que si no piensas en el idioma del pais a colonizar puedes meter la pata hasta el fondo. Y si dejas que los patincillos rueden sin control (o que las lumis campen a sus anchas), te puedes ver con las piernas encima de la cabeza sin saber bien como ni muy bien para que...

No se si estamos locos, pero no tengo muy claro que sepamos lo que queremos...

viernes, 28 de diciembre de 2007

Me están cebando... ¿querrán comerme?

Desde hace más de tres años formo parte de un experimento alienigena para comprobar la resistencia del ser humano a las dosis altas de nutrientes.


Escondido detrás de una aparente gran empresa, pero seguramente guiado por oscurísimos intereses, y con la evidente y malsana intención de estudiar los límites de las formas humanas, todos los días laborales soy agasajado con los siguientes manjares:

- Bollería variada a partir de las 8.15 de la mañana: Incluye croissants, napolitanas de chocolate, palmeras de chocolate, ensaimadas, suizos...

- Bocadillos más variados si cabe, a partir de las 9.45: desde el típico de paletilla ibérica, con o sin tomate, pasando por el de chorizo, el de queso, tortilla francesa o española, pavo con queso, lomo, longaniza, pollo a la plancha con cebollita frita, pollo empanado, ensalada de cangrejo, sandwich mixto, lomo con queso, ensalada vegetal...

- Comida a elegir de numerosos menús, desde las 13.00: ofrecidos por los restaurantes de la zona, y que nos son servidos a nuestros diferentes puestos de trabajo si nos corresponde mantener la ubicación durante la hora de comer.

Además, para matar el gusanillo que pudiera surgir entre las distintas tomas, o para evitar desfallecimientos por la tarde, las diferentes cocinas de la empresa están abundantemente surtidas de galletas de diferentes tipos, se facilita el té, los cola caos y el café de forma gratuita, y se patrocina el consumo de refrescos, poniéndolos por debajo de su precio de supermercado.


Por otro lado, por si eso fuera poco, existe entre mi grupo de compañeros (de los que empiezo a sospechar que están conchabados con los hombrecitos verdes que mueven los hilos) la costumbre de realizar al menos una vez a la semana una petición de suministros a una de esas franquicias americanas vendedoras de muerte en forma de hamburguesas y pizzas, lo que no hace sino aumentar la carga de grasas hacia nuestras flaniformes barrigas.

Y para rematar la faena, "en estas entrañables fechas", queda la cena de navidad, plan bodorrio, con surtido de canapés al principio, un plato, otro plato y otro plato, vino, café, champán y barra libre hasta las 3.00; y el llamado "ágape", día en que nos juntamos todos en las diferentes salas de reuniones de la empresa a comer a base de buffet de canapés y vino (todo a cuenta de la empresa, claro) y del que suelen quedar restos que son ávidamente consumidos al día siguiente...

Yo imagino que el efecto de tal cantidad de consumo en una plantilla laboral debe estar produciendo una serie de datos complejísimos, muy difíciles de estudiar. O quizás pingües beneficios para alguna empresa dedicada a los estudios clínicos. Porque sino, me cuesta entender como es posible que se mantenga este ritmo sin hacer caer los ingresos del grupo por debajo de los gastos de manutención de sus empleados.

Pero me temo que el día menos pensado nos quitarán los privilegios y el edificio despegará en dirección a su propio planeta lejano, cuando los ganimedianos o los sirianos consigan aquello que están buscando aquí. Será el día en que me tenga que buscar un trabajo nuevo y empiece a recuperar mi figura juvenil. Y seguro que echaré de menos todo lo comido...

jueves, 27 de diciembre de 2007

Caramelos para un presidente del gobierno.

Ayer mi madre se fue de paseo y volvió cargada de dulces.
Al parecer en medio del paseo se encontró con una de esas tiendas modernas que están especializadas en chocolates, y no pudo evitar la curiosidad de entrar a mirar. Y una vez dentro, no pudo resistirse, y se dedico a vaciar un poquito la tienda.

Compró varias cosas, pero la que a mi mas me llamó la atención fue las bolitas de Peta Zetas de manzana cubiertas con chocolate. Y es que están bien buenas, las jodías.
Yo soy algo remiso ante las novedades culinarias. Últimamente se ha puesto de moda hacer conjunciones histriónicas en busca de nuevas sensaciones a la hora de comer, de forma que lo que antes era simplemente alimentarse agradablemente ahora resulta que debe ser algo parecido a saber paladear un arte. Y he de confesar que a mi normalmente me parece demasiado rebuscado, poco atractivo y, sobre todo insuficiente (de cantidad, digo). Pero hay ocasiones que es un verdadero acierto, y esta es una de ellas.




Creo que el primero en usar Peta Zetas fue Pedro Subijana, hace ya años, y me han dicho que esto que compró mi madre es idea de Ferrán Adriá (no soy un experto, seguro que hay quien me pueda corregir o puntualizar). Y sí que es verdad que comer Peta Zetas siempre fue una cosa al menos divertida, así que pega muy bien con el chocolate.

Lo malo es que desde que los conocí casi no hago otra cosa que comerlos. Me voy a tener que apuntar a una clínica de desintoxicación. Y, si esto se extiende, ya me veo dentro de poco al final de la cola del Meta-Bus, buscando mis Meta Zetas junto con una larga cola de petoinómanos enfermos y desconectados de la realidad por la fuerza de la adicción...

Así que si un día de estos pasáis delante de una chocolatería mona y muy moderna y veis algo parecido a lo que os cuento, huid antes de que os atrapen. Y si tenéis intención de exhibir una longilínea figura próximamente, andaos con cuidado, porque creo que cada granito incorpora el triple de su peso directamente a la barriga. No os digo más.

Salud y buenos alimentos.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Juicio divino.

Este fin de semana tocó ir a ver "Soy leyenda".

La escogí porque de un tiempo a esta parte me han gustado bastante las películas de Will Smith, empeñado como parece estar en escoger papeles de superación personal. Y porque me había resultado muy interesante el trailer, y no tenía mucha idea de que trataba.


La historia es la siguiente: un virus, mutado artificialmente para acabar con el cáncer, resulta acabar siendo no solo muy infeccioso, sino también muy agresivo sobre el ser humano, matando a un 90% de la humanidad y convirtiendo a casi toda la población resistente en zombies salvajes. El teniente coronel Robert Neville (Will Smith), médico e investigador del ejercito estadounidense, es inmune al virus y a sus efectos zombificadores, e intenta sobrevivir en un Nueva York aparentemente desierto, pero hostil e inhumano por las noches...

El guión juega a mostrarnos a un hombre solo, luchando contra sus circunstancias, e intentando cambiarlas. Un héroe solitario que no solo lucha por sobrevivir a la locura, sino que además intenta encontrar la cura a una enfermedad que, aunque no se diga expresamente en toda la película, parece que el mismo ayudo a crear.

Nos muestran su miedo y su soledad, sus recuerdos y, durante casi toda la película, se nos hace creer que es la persona que acabará salvando al mundo.

Pero finalmente todo da un giro y acaba convirtiéndose en una obra mesiánica, un descubrimiento de Dios como salvación y el arrepentimiento del hombre ante el pecado de querer ser un dios en si mismo y modificar el perfecto equilibrio de la vida.

Y con ello la película se embarulla y acaba fracasando. La intriga y la inquietud, lo que mantenía la tensión del espectador, se va por los suelos en los últimos minutos, y la interesantísima historia de encuentro y confrontación entre las dos razas de humanos, que de alguna forma comenzaba a esbozarse hacia la mitad de la película, desaparece para regresar al viejo orden al reencontrar la fe, en un final muy "made in USA" pero muy poco sugerente.


La película me resultó, por tanto, muy decepcionante en cuanto a su desarrollo y a su guión, pero he de reconocer que tiene momentos visualmente muy interesantes. Las secuencias de Will Smith recorriendo un Nueva York apocalíptico, aun lleno de todas las máquinas y edificios que le dan su aspecto a una ciudad, pero absolutamente vacío de vida humana, están a la altura del Londrés de "28 días después", película con la que "Soy leyenda" tiene muchas conexiones. Y la escena de la colmena, en busca de Sam, es sobrecogedora e impactante.

Pero al final queda un regusto de maquinación divina que lo estropea todo y que encima hace que se pierda cualquier duda sobre la verosimilitud de lo que se cuenta o cualquier inquietud sobre nuestro propio futuro.

Un bluff que empieza muy bien y que está más que aceptablemente interpretado, pero que resulta muy poco convincente. Solo para forofos del cine de zombies y sustos, aburridos a los que no les importe demasiado ver cualquier cosa o simplemente curiosos que hayan visto las versiones anteriores o hayan leído el libro y quieran comparar.

martes, 25 de diciembre de 2007

Navidad.

Para un ateo como yo, la navidad tiene poco significado simbólico.

Y con el tiempo, ha ido poco a poco ganando significado material, lo cual no la hace especialmente entrañable...

Casi siempre ha sido así. Recuerdo que ya con 13 años presenté al concurso de christmas navideños de mi colegio una versión "concienciadora" en la que aparecían un montón de titulares periodísticos con las tragedias del año, y una lupa que enfocaba una pequeña sección en la que se leía "Feliz Navidad"... La alegría de la huerta, vamos.

Pero el caso es que con el tiempo he aprendido a valorar lo que tiene de bueno dando por accesorio todo lo comercial que la Navidad lleva intrínsecamente relacionado. Y me quedo con las reuniones familiares, con los amigos y con la buena voluntad pasajera de estas fechas (será pasajera, pero al menos es).

Además, desde hace un par de años, las navidades han tomado un nuevo sabor gracias a la llegada de mis sobrinos. Porque es un tópico cierto que los niños cambian la forma de vivir la Navidad. Y no tengo muy claro si es porque contagian sus nervios y entusiasmo al resto o porque a los adultos nos da por recordar como las vivíamos, pero si que es verdad que la experiencia mejora...

Así que, desde mi falta de fe, pero con toda mi mejor voluntad, os deseo a todos unas felices fiestas navideñas, y mucha suerte en lo que queda por venir. Paz y felicidad.

Besos y abrazos.

Oligoqueto.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Corrección política

Con la salida del calendario de las azafatas de RyanAir hace un par de semanas, se armó el típico escándalo absurdo basado en la falta de educación y el exceso de corrección política.

En el mundo en que vivimos, ¿de verdad hay tanta gente que se siente ofendida al ver un calendario así? Y sabiendo que lo han hecho voluntariamente y para una obra benéfica, ¿podemos seguir ofendiéndonos?

Yo empiezo a estar un poco harto de unas cuantas cosas que vienen al caso:

- De que la gente se lleve las manos a la cabeza al ver cuerpos ligeros de ropa.

- De que haya tanto majadero que se deja llevar de tal manera por cuerpos semidesnudos que convierten lo que debería ser normal en un negocio rentabilísimo.

- Y de que la gente actúe con una hipocresía que roza lo esquizoide cuando alaba a los bomberos o los jugadores de rugby que hacen calendarios similares y a la vez se ofende con esto.





Miren, no he visto del calendario más que lo que ha salido en la prensa. Pero la verdad es que me da igual. Si estas chicas, voluntariamente, han decidido explotar su imagen para ganar dinero para una buena acción aprovechándose de los obsesos que pululan por el mundo, pues que quieren que les diga, me parece estupendo. Y que haya gente por ahí diciendo que es indigno... A mí me parece que tiene menos merito que una actividad intelectual, pero de ahí al salto de la indignidad...


Vamos, que cansa ya tanta tontería con lo banal y tanta falta de movilización con lo importante. Que parece que nos aburrimos y nos ponemos a discutir idioteces. Y para eso ya están los blogs...


domingo, 23 de diciembre de 2007

Leyes, cánones, musiquitas... (III, y final)

Esta última parte es posiblemente la que tengo menos clara. Y creo que se nota. No me lo tengáis muy en cuenta...
En base a todo lo descrito anteriormente, el futuro que imagino y deseo en la gestión de la industria musical es, a grandes rasgos, el siguiente:


- Los autores dejarán de percibir derechos de autor por reproducción de sus obras. En vez de eso, su negocio se dirigirá a los siguientes campos: venta de discos originales para fans e incondicionales y actuación en conciertos. Venderán sus obras para distintos servicios de distribución, cobrando poco por ello, y no obteniendo beneficio "perpetuo" de su creación. La mayoría de autores serán casi vocacionales, y será difícil encontrar grandes éxitos masivos. A cambio, será difícil encontrar artistas que ya no lo son y viven de lo que fueron, y abundarán los nuevos creadores interesados en ser escuchados.
Los autores más importantes serán contratados como imágenes de marca, y volveremos a ver sistemas de mecenazgo.

- Las discográficas irán perdiendo poco a poco parte de su poder y sentido. Cambiaran los medios de ingreso, destinándose a la venta de originales con servicios o productos que den un valor añadido a lo que ofrecen. Se orientarán más hacia servicios de distribución muy especializados que ofrezcan, mas que los propios productos, facilidades a los usuarios. Empezarán también a ofrecer radios personales bajo petición, por internet, basados en publicidad.

- Los usuarios tendrán un acceso más sencillo a la música que deseen, y obtendrán además los servicios de las discográficas para orientarse y encontrar lo más cercano a sus inclinaciones. La descarga de los productos será gratuita, pero pagaran por disponer de elementos originales de sus favoritos. Accederán a nuevas formas de servicio musical que satisfagan sus inclinaciones por poco dinero y sin parecer ladrones. Pagarán y exigirán la calidad de los conciertos. Y pagarán por lo que escuchen a través de la publicidad que consuman.

- Las sociedades de gestión de derechos dejarán de tener un papel tan importante como lo han tenido hasta el momento. Tendrán menos ingresos, menos papel como recaudadores, menos importancia política... Acabarán desarrollando nuevas formulas de pago que favorezcan más la mera creación que el éxito, y que resulten más equitativas y justas que las actuales.






Lo que no creo suceda es la cacareada amenaza de que, si no defendemos a los autores con el canon, destruiremos la música.
La música está tan dentro de nosotros que siempre encontraremos las formas de disfrutarla con suficiente calidad. Siempre habrá creadores para los que empiece como un hobby, de niños, y se acabe compartiendo las creaciones a través de internet. Y en último caso, siempre habrá quien sepa vender el producto de forma que se lo compren gustosamente, no como ahora.

Evidentemente, todo esto es más un sueño que otra cosa. Solo el futuro nos dirá cual es la realidad.
Lo que si espero con todas mis fuerzas es que no se impongan restricciones sobre internet y su uso, o toda mi idea se iría al traste. Para que los copyleft y compañía se establezcan como el estándar en derechos de autor, es esencial que haya acceso libre a la información y una oferta amplia y lo suficientemente interesante como para desbancar al actual modo de negocio.

Y solo estableciendo nuevas medidas más restrictivas se podrá parar el futuro que preveo. Por eso es ahí es donde tendremos que unirnos para defender nuestros intereses y conseguir lo que creo que puede ser una mejor forma de hacer las cosas...

sábado, 22 de diciembre de 2007

Leyes, cánones, musiquitas... (II)

Como decíamos ayer..., mi análisis.


Yo entiendo bastante bien la postura de ambas partes. Soy consumidor y compro discos que pago religiosamente, tomo fotografías y creo programas o guardo datos, que no están protegidos por los derechos de autor, en soportes que se van a gravar. Pero lo cierto es que también grabo, en soportes digitales, obras protegidas por derechos de autor, que quedan sin remunerar al mismo, por lo que creo que los artistas tienen motivos de preocupación.

El problema es que, se haga lo que se haga, la tecnología ha pasado por encima de la ley y la ha dejado bien lejos en su estela.
Y, tal y como son las cosas, cualquier ley que intente legislar sobre esto tendrá damnificados y gente que verán vulnerados sus derechos. Por eso creo que la verdadera solución pasa por un cambio en la formula del negocio, por cambiar ese "tal y como son las cosas". Un cambio que ha empezado a producirse y que se verá claramente en los proximos años, a no ser que determinadas industrias bien asentadas gracias al apoyo de los poderes económicos y políticos se enquisten en sus viejos modos.


Centrándome en la revolución de la industria musical (la visual llegará despues, con el tiempo), hasta hace bien poco producir un disco o sacar al mercado cualquier producto con una calidad decente era imposible sin ayuda de una discográfica. Por medios técnicos y por coste. Y, sobre todo, por capacidad de distribución.

Pero eso ha cambiado radicalmente con el uso de las cada vez más potentes nuevas tecnologías.
Hoy en día cualquiera con suficientes conocimientos de música, o simplemente con mucha curiosidad y ganas de aprender, puede componer un disco sin insalvables dificultades, tocando distintos instrumentos y editándolo todo con una calidad más que aceptable. Y todo eso usando solo un simple ordenador personal y el software adecuado. A las pruebas del myspace me remito e invito a cualquiera a ver los links de mi propia página para comprobar que, más allá de los gustos personales, se pueden lograr buenas producciones.


Además los nuevos artistas, con sus composiciones artesanales, están entrando cada vez más en el campo del copyleft y las Creative Commons, permitiendo la reproducción de sus obras sin ningún coste. Esta generalización de la producción musical, combinada con el crecimiento incesante de las redes sociales en internet, y con la mayor educación que los jovenes tienen de ese ambiente, irá comiéndole terreno a la industria musical actual, y llegará un momento en que todo el negocio se verá obligado a reciclarse para no ser pisoteado por lo que llega de internet.

Y es por eso creo que el canon, como ha dicho el presidente de Asimelec, morirá más bien pronto (unos cuantos años a lo sumo).


Aun así, creo que por ahora es un mal necesario, pues necesitamos alguna ley que ordene el funcionamiento de los sistemas de negocio actuales, con las premisas de los derechos actuales.
Los autores tienen unos derechos que no se les pueden quitar así como así. Pero estoy bastante convencido de que acabarán renunciando a ellos.
El sistema actual exige que se cubran los derechos de autor sobre las obras para sustentar el derecho a realizar copias privadas. Pero el sistema cambiará, y eso obligará a los autores a cambiar para poder seguir compitiendo con los nuevos artistas, que no exigirán ese sobrecoste, y serán cada vez más numerosos.
Confío en que poco a poco se empiece a trabajar en el camino de la liberalización de los derechos de autor, y que estemos preparados cuando sea necesario legislar de nuevo para aclimatarnos a los cambios (si es que nos dejan cambiar, claro).

Pero eso sí, el canon solo es aceptable en un marco de cambio y con la perspectiva de que desaparezca en un futuro. Porque intentar perpetuar el actual sistema de derechos de autor y el propio sistema del negocio de la música no solo resultará anacrónico muy pronto, sino que puede llevar, paradójicamente, a encorsetar dramáticamente al propio campo de la creación.


Mañana continuaré con mi visión del futuro...

viernes, 21 de diciembre de 2007

Leyes, cánones, musiquitas...(I)

Hoy me he decidido a tocar un tema candente y del que llevaba tiempo queriendo dar mi opinión, aunque estaba retrasándolo un poco perezosamente. Se trata del asunto del canon sobre los soportes digitales como remuneración a los artistas.

Como va a ser muy largo, dividiré el texto en tres tomas que se puedan leer de forma más o menos independiente, y las colgaré consecutivamente en el blog, con findesemanidad y alevosía. Espero que alguien llegue hasta el final...


Para comenzar diré que tuve que leerme la ley de propiedad intelectual hace un par de años cuando estudiaba la carrera, y que me sirvió para forjarme una idea más clara sobre algunos aspectos de lo que después ha sucedido con el canon. Probablemente hay cosas que habrán cambiado, y no me he leído la actual LISI, pero por lo menos me dió una base para opinar y una idea de los fundamentos del canon.

Lo que saqué claro en aquel entonces fue que el derecho a realizar una copia privada de un original de audio, vídeo o de un libro no es un derecho fundamental que tengamos sin más. Es algo que obtenemos gracias a que genera un beneficio a los autores copiados o que poseen derechos de autor sobre la obra. Podemos realizar copias porque revierte de algún modo en el autor.

De hecho, la ley imponía una serie de precios por minuto de grabación y por aparato grabador, que se venían pagando religiosamente desde hace muchísimos años en las casettes de audio y video, sobre las cadenas de sonido, sobre los grabadores de video... La copia se permitía siempre y cuando no se empleara de forma colectiva ni con ánimo de lucro.











Por otro lado, la ley también indicaba que las encargadas de recaudar esos extras sobre los soportes y aparatos de grabación y reproducción eran las sociedades de gestión de derechos de autor reconocidas en el pais (y ese es otro tema interesante, porque la SGAE es un monopolio de facto cuyo funcionamiento es como poco criticable, pero que dejaré fuera de mi exposición porque creo que aleja de los fundamentos esenciales de la discusión).

Hasta la llegada de los soportes digitales, la ley se aceptaba sin ningún problema por parte de los usuarios. Los usos destinados a copia de obras no protegidas eran muy escasos y nadie se planteaba si la cinta de video le costaba hasta 200 ptas más (en el caso de la de 4 horas), ni aunque fuera para grabar la comunión de un hijo.

Pero a partir de la aparición de los soportes digitales, el concepto de soporte para la reproducción sonora y visual queda difuminado por la tecnología. Los soportes que se emplean para esos usos y los que se emplean para guardar las propias fotografías, los datos de una novela que se está escribiendo, los programas de un ordenador o las bases de datos de una empresa coinciden totalmente, y se produce un choque entre la ley y el uso.
La nueva ley pretende corregir ese choque para evitar que se puedan realizar copias privadas vulnerando los derechos de los autores, cubriendo los vacios que dejaba la ley anterior al no considerar la versatilidad de los soportes digitales.
Pero los usuarios argumentan, con razón, que los soportes digitales se usan para multitud de tareas alejadas de la mera copia privada, y se sienten criminalizados al tener que pagar una parte de cada soporte que compran, sea cual sea el destino. No creen justo el pago de unas tasas en determinados aparatos y soportes cuyo uso puede estar destinado al manejo de obras no protegidas.


Por ahora, dejaré aquí la exposición del problema tal y como la veo, intentando ser equidistante con ambas posiciones (he procurado dejarme aparte adrede, no por no tener mi propia opinión). Retomaré el tema mañana con mi análisis de la situación.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Un pedazo de carne bien grande.

Hace algo más de 15 años apareció un disco cuyo éxito me descubrió a un artista diferente. El disco en cuestión es "Bat Out Of Hell II: Back Into Hell", y el artista, el incomparable Meat Loaf.

El disco era una especie de compendio de composiciones casi opera-rock, creaciones siempre épicas llenas de cambios de ritmos y por lo general demasiado largas. Aunque, para mí, simplemente eran canciones demasiado grandes.



Durante un tiempo no pude dejar de escucharlo. Me aprendí todas y cada una de las canciones, saqué la letra del relato que incluye dentro del disco y me dediqué a realizar proselitismo entre mis amigos... con éxito nulo. Lo máximo que conseguí fue que consideraran sus canciones lo más cercano que habían oído a las sintonías de las teleseries norteamericanas, y un desprecio bastante generalizado hacia mi gusto musical.
Pero yo perseveré, y poco a poco me he ido haciendo con casi toda su discografía.

Hoy por hoy sigo escuchando a mi adorado Meat Loaf, aunque ya no como antes. Descubrí que, aunque es un superdotado vocalmente hablando, lo que realmente me encantaba de su estilo eran las canciones de su letrista más importante, Jim Steinman. Y buscando más cosas de éste último, encontré otros artistas con canciones memorables (como "Holding out for a hero", de Bonnie Tyler).

Ahora bien, ninguno es capaz de transmitir el sentimiento gótico-romántico de las letras de Steinman como lo hace Meat Loaf. De hecho, en cierta forma creo que ambos se necesitan tanto para producir su propio arte que, indefectiblemente, se juntan cada tanto para hacer una nueva versión de aquel genial "Bat Out Of Hell" que inicio la saga en 1976, y la última nos llegó el año pasado.

Pero difícilmente volverán a conseguir una canción tan buena (y tan larga) como aquella maravilla titulada: "I would do anything for love (But I won't do that)" que fue el símbolo del disco que me abrió los ojos hace ya tanto tiempo.

Os dejo por aquí su vídeo. Es una versión corta, "solo" siete minutos y medio. La original llega a los 12 minutos de éxtasis musical, pero no me ha sido posible ponerosla aquí, lástima...

Disfrutadla.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Padres e hijos.

El otro día, en el Senado, una confluencia de opiniones entre CIU, PNV y PP (UTP, "Unión Temporal de Partidos", porque entre estos grupos hoy por hoy es difícil que haya algo más), facilitó que se tirara por tierra la proposición aprobada en el parlamento para quitar del Código Civil dos artículos que permiten a los padres "corregir razonable y moderadamente" a sus hijos.

Es decir, se ha impedido que se prohiba por ley que los padres den cachetes o azotes a sus hijos como medida disciplinaria.
Para defender la eliminación de esos artículos, el PSOE esgrimía, acertadamente, que la ley actual contraviene el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en la ONU en 1989 y firmada por España.


Yo, sin embargo, soy de la opinión de que un cachete o un azote pueden ser medidas disciplinarias adecuadas siempre que sean las soluciones últimas y que vayan acompañadas de otras que ayuden a entender al niño el porque del castigo. Y que igual los Derechos del Niño se idearon para situaciones diferentes de las que se plantean en nuestro Código Civil.


Los niños son egoístas y curiosos. No tienen formados los conceptos del bien y el mal y actúan por capricho y por el instinto de conseguir lo que más les satisface. Es necesario volcar todos los esfuerzos posibles, sin usar ninguna medida física, para hacerles comprender, que acepten la autoridad de los adultos por cariño y respeto y no por miedo.

Pero hay ocasiones en las que el niño puede establecer un pulso inadecuado contra la autoridad de los adultos, pulsos que pueden ir incluso en contra de su propia seguridad. Y hay también situaciones en las que permitir que un niño actúe según su capricho por encima de la opinión de sus padres le lleva a convertirse en un tirano incapaz de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, solo entre lo que le gusta o no.

Mi opinión, y entiendo que puede resultar muy poco respetable para algunos de los que leen esto, es que hay situaciones en las que un azote o una bofetada no solo es correcta, sino que es incluso positiva. Si se acompaña de una explicación clara y a la altura intelectual del niño del porqué de la acción y de cual es la forma correcta de actuar, así como de una demostración de afecto que contrarreste el miedo que haya podido generar, creo que puede ayudar a corregir situaciones en las que el niño haya ido un paso más allá de lo aceptable.


Evidentemente, para que la acción entre dentro de lo que propongo es esencial que los padres estén correctamente educados y sepan no solo controlarse, sino discernir adecuadamente cuales son los límites (lo cual, hoy por hoy, no es fácil de ver). Probablemente con unos padres que hayan sido suficientemente responsables para decir "no" cuando se debe, la medida sea casi innecesaria. Pero hay situaciones en las que, para mí, un azote no supone ningún problema moral.

Para ilustrar mi idea, solo puedo recurrir a mi historia personal. Yo estoy muy orgulloso de la educación que recibí de mis padres. Les profeso un profundísimo respeto, y nunca les he tenido miedo. Y de pequeño, me gané algún que otro azote.

Pero recuerdo que, cuando lloraba por aquellos castigos, sobre todo había en mí rabia y sentimiento de culpabilidad. Sabía que me había pasado.

Y también recuerdo la última vez que me gané un cachete. Fue el último porque, después de dármelo, mi madre vio en mis ojos que eso ya no servía para que entendiera por mi mismo que me estaba comportando mal. Y a partir de aquel momento, todo fue dialogado o discutido, porque había en mi bases para recurrir a los razonamientos.

No puedo negar que igual he tenido suerte con mis progenitores. Ni puedo pedir que sean todos los padres así. Pero al menos mi historia me sirve para ejemplificar que mi idea es posible. Y tengo otros hermanos en la misma situación que me demuestran que nuestra educación no fue equivocada.


Por último, una explicación para que nadie malinterprete mis palabras.
Yo no justifico la violencia, y menos sobre un niño. Simplemente creo que es compatible un azote o un cachete con la ausencia de violencia. La violencia tiene para mí un componente psicológico de dominación que no atribuyo a lo que he dicho. Creo de verás que puede haber algo constructivo en un azote, dado el caso.

Entiendo que no se esté de acuerdo conmigo, sobre todo en este tema, y espero que no genere un debate muy agrio (igual no genera ningún debate), pero no me importaría saber vuestra opinión sea cual sea.


Saludos.

Edición: A día de ayer, la ley finalmente ha prosperado en el Congreso. Me parece coherente con la declaración de los Derechos del Niño de la ONU, pero creo que esta declaración se propugnó con una finalidad diferente de la planteada aquí, y en defensa de niños que no tienen nada que ver con la mayoría de los de España. Esperemos que se ejecute con buen sentido...

martes, 18 de diciembre de 2007

El Gran Gatsby.

Hace ya unos años, cuando estaba terminando el bachillerato, nos pusieron como tarea en clases de ingles leernos capítulo a capítulo "El Gran Gatsby". Ésta es la novela más conocida de F. Scott Fitzgerald, y uno de los grandes clásicos de la novela norteamericana del siglo XX, pese a lo cual tuvo muy poco éxito en su época (los años 20). Y para mí fue un pequeño impacto que hizo que mantuviera, durante unos pocos años después, la costumbre de leérmela de nuevo cada año.


La historia trata de un hombre enigmático y decidido, millonario aunque posiblemente gángster y, sobre todo, profundamente enamorado. Un tipo de nombre falso que está donde está por ser inteligente y muy listo, bien relacionado, pero del que nada se sabe en realidad.

Una persona con todo el dinero que se pueda desear, pero que daría todo lo que tiene por conseguir lo que de verdad desea: la única mujer a la que ha amado, Daisy.

La novela narra muy bien el estilo de vida de los años 20, el desenfreno, la locura del alcohol prohibido y los americanos ricos deseando divertirse en un ambiente de riqueza desbocada. Las fiestas de Gatsby, con todo el lujo que se pueda imaginar, son las mejores y los asistentes demuestran su baja catadura moral en ellas. Pero Gatsby no es así, y se mantiene al margen. En realidad solo las organiza para cruzarse un día con Daisy.

Al final todo sale a la luz, y Gatsby demuestra que en esa sociedad pervertida él, el delincuente, es mejor persona que los que le rodean. Y pasan cosas terribles, y... bueno, finalmente Nick, el personaje a través del cual se narra la novela, acaba asqueado...

Cuando comencé la universidad estuve durante mucho tiempo sin relacionarme con nadie. Fueron mis amigos los que se acercaron a mí, después de un par de meses, y para entonces me habían puesto de apodo "Gatsby", solo por la semana que estuve llevándolo conmigo a clase. No duró en el tiempo porque no estoy a la altura del personaje, y porque en realidad a mí nunca me han gustado mucho los apodos (nada que ver con los ápodos, por cierto).

Pero durante un tiempo, para algunas personas, fui Gatsby.
Y hoy que hace tanto tiempo que no releo la novela, me apetecía volver a sentirme así.

Leedla, no os defraudara.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Marcando tendencia...

Los seres humanos necesitamos sentirnos comprendidos y aceptados. Es por eso que muchas veces adaptamos nuestros gustos a los de nuestro entorno, para no salirnos de los límites aceptables, para no quedarnos solos. La gran mayoría de las personas actuamos así, aceptando como bueno lo que resulta bueno para la mayoría. Prescindimos de nuestro propio criterio para ser aceptables según el criterio de los demás. Aunque es un círculo vicioso muy controlado.

Hoy en día, generalmente, esos criterios estan marcados por lo que se denominan creadores de tendencia (trendsetters). Y estos no son más que individuos que han aprendido a jugar con el sistema, y saben ir un poquito más allá, de forma que sorprenden y marcan un camino a seguir sin ir tan lejos como para asustar.

Personalmente tiendo a desconfiar de ellos, pues están mucho más metidos en el sistema de la "satisfacción por el consumo material" de lo que me parece recomendable. Tanto es así que hoy en día hay incluso empresas que se dedican al diseño y comercialización de esas tendencias. Buscan personas que marquen tendencia, las estudian, les pagan por sus ideas... Lo peor es que a veces también les proveen de productos a publicitar, y es aquí cuando el negocio se vuelve una pura manipulación, porque los marcadores de tendencia se reclutan muchas veces entre meros adolescentes...

Para esas empresas, casi más importante que los "trendsetters" son los "trendspotters", las personas encargadas de reclutar "trendsetters" y de encontrar nuevas tendencias a su alrededor. Básicamente son estudiosos de la sociedad, capaces de reconocer las nuevas modas cuando están surgiendo, para cazarlas y aprovecharlas en el beneficio del que les paga. Si uno es curioso, observador, carente de prejuicios y rápido para sacar conclusiones, puede resultar una forma muy interesante de ganarse la vida. Ahora bien, hay que estar dispuesto a ver mucha basura pretenciosa y tener un tamiz muy afinado para entresacar lo bueno de la masa mediocre para poder dedicarse a ello...

Por último, las empresas dedicadas al "trendwatching" (busqueda y estudio de tendencias para su explotación comercial) tambien se proveen en ocasiones de artistas y periodistas bien relacionados a los que fichan como asesores. Añaden así a los eslabones más artísticos a su base de datos de tendencias, de la que intentan filtrar los filones comerciales que luego explotarán.






Ni que decir tiene que para conseguir ese éxito es necesario o bien dar con una tendencia verdaderamente triunfadora o bien crearla usando adecuadamente las redes de "trendsetters".

Así que la próxima vez que quieras comprarte algo de una forma cercana a la compulsividad, intenta pensar primero de donde te ha venido la idea de comprar y porque quieres comprar. Porque, no nos engañemos, también en eso somós cada vez más dirigidos en nuestros gustos, y poco a poco vamos convirtiendonos en el rebaño de consumidores que quieren que seamos (y que necesitan).

¡¡Hala!!, a comprar todos, borregos, que somos unos borregos...


Explicación final: ¿Sabeís el porque de este post? Hasta hace cosa de un mes tenía un pen drive de 2 GB, y ahora uso uno de 4 GB, después de verlo publicitado en la revista semanal de una conocida cadena de tiendas de aparatos domésticos. ¿Necesitaba algo así? ¿Porque me lo compré? Seguire investigando...

viernes, 14 de diciembre de 2007

1990s

El otro día andaba viendo vídeos musicales en la TV y me encontré con este grupo.
La primera sensación fue de incredulidad ante el cantante: de donde habían sacado a semejante individuo, y como era posible que el hermano feo del hermano feo de los Calatrava hubiese estado tanto tiempo desaparecido (por favor, acudid a la secuencia del minuto 1'30'' del vídeo para saber a que me refiero)...

Luego me miré al espejo y empecé a escuchar la canción. Y lo siguiente fue hacerme con el disco, y no dejar de escucharlo durante unos días.

A veces la vista nos juega malas pasadas. Estamos tan acostumbrados a que el mundo actual sea pura imagen que se nos olvida quienes somos, como somos y que es lo importante de cada cosa.
Porque tampoco voy a ser un inocentón pensando que lo único que importa es el interior, a mi también me importa la imagen y me entran las cosas por los ojos. Pero a la hora de escuchar una buena canción ¿a quien le importa que Mick Jagger sea el sueño húmedo de un chimpancé? Si es capaz de hacer canciones como "(I can't get no) Satisfaction" o "Painted Black", por mi puede ser directamente un cuadro cubista en movimiento. Si lo que voy a hacer es escucharle, que su voz esté bien, lo demás son complementos más o menos importantes, pero complementos.

Y está claro que en el mundo de las ventas que compartimos, la imagen es fundamental. Pero quizás ese mundo sea el error, digo yo, así que me quedo con el talento, sea el que sea (que si eres modelo o posas de alguna forma, igual ese es tu talento, no lo discuto).

Os dejo a los 1990s, un grupo fantástico con una imagen personal... difícil:



Feliz fin de semana...

jueves, 13 de diciembre de 2007

Pajas mentales.

Soy un petardo.
Desde que tengo mi propio blog no hago otra cosa que hablar de él.
Mi ego va en aumento, y mi egolatría se dispara. Y creo que empiezo a ser repetitivo.
- ¿Has visto mi última entrada? Me la curré mucho, tío, tío, no dejo títere con cabeza hablando de la ensaladilla rusa. Soy tope vacilón...

No, en serio.


Quiero pedir disculpas.

A mis amigos, a mis amigas, a los que me quieren, a los que me odian, a los que entraron por accidente en el blog y han vuelto a entrar, y a los que entran obligados porque ya son muchos años juntos, a los que entran todos los días y me lo demuestran, a los que entraron el primer día y perdieron el link, a los que entran de cuando en cuando y se pierden entre tanto post. A los que usan pseudónimos para que no sepa quienes son y a los que usan su propio nombre para que lo tenga bien claro, a los que ya he descubierto. A los de otros blogs que saben que les visito, a los que creen que les visito y a los que no visito nunca. A los que comentan y a los que no comentan, al que me llamó hijo de puta y luego no se ha vuelto a dar a conocer, al que envié un beso pensando que era su esposa y a su esposa, a la que mando un beso. A los que menciono de vez en cuando y a los que me enseñan páginas nuevas.


Y sobre todo, a los que beben Coca-Cola, porque sin ellos este plagio no tendría ningún sentido.




A todos vosotros, perdonadme, pero es que un blog, tal y como lo escribo, no deja de ser un poco onanista. Espero moderarme algo más en persona.


Sed felices...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

La navaja de Occam

La navaja de Occam es como se llama al razonamiento por el que, ante un determinado problema y dado un conjunto de soluciones posibles, la más probable es la más sencilla.

Viene a ser, más o menos, el razonamiento de actuación contrario a la que se observa en series de televisión como "House", donde un paciente siempre tiene 28 enfermedades en vez de 1 con 28 síntomas, lo cual hace dificilísimo curarle. O en series policíacas, donde los malos más inverosímiles son los verdaderos culpables después de darle cuatro giros dramáticos al guión.

La navaja de Occam es un razonamiento elemental que casi todos aplicamos sin darnos cuenta. Y que además, como principio, es muy consistente. Pero, como él mismo indica, solo establece una mayor posibilidad de que la solución sea la mas sencilla, no una certeza, y eso lo convierte en un principio que puede producir equívocos:

- Por un lado, las personas tendemos a reducir las causas de nuestros problemas, buscando simplificar al máximo para hallar la solución. Pero en la vida hay situaciones complicadas que requieren otro tipo de razonamientos para dar con su solución. Y, por desgracia, suelen ser ese tipo de situaciones en las que un fallo tiene consecuencias dramáticas.

- Y además, en muchas ocasiones una solución aparenta ser la más sencilla solo porque nos falta información. De hecho, muchos mitos y leyendas nos pueden parecer estúpidos porque son simples explicaciones plausibles que daban nuestros antepasados a fenómenos que, con sus conocimientos, no podían entender, mientras hoy en día nos resultan básicos.


Pero si hay un caso en el que la navaja de Occam me resulta especialmente peligrosa es en el de la ciencia experimental (cuando está mal realizada, no se me enfaden los científicos). Me refiero a esos casos en los que se pretende obtener conclusiones reales de experimentos realizados en modelos de estudio aproximados. En este tipo de pruebas la aproximación del modelo a la realidad está en manos del que experimenta. Y puede llegar a suceder que el estudio de una misma realidad con diferentes modelos obtenga resultados muy dispares.

Llegado a ese caso, o se posee un número de modelos casi infinito del que obtener una probabilidad estadística, o ninguno nos sirve realmente (y es probable que ni siquiera con infinitos modelos, si están suficientemente equivocados).

Y en cambio la ciencia está llena de casos en los que los experimentadores escogen los modelos que les dejan más cerca de lo que querían encontrar. Un error garrafal.


Lo peor de todo es que esos fallos son muchas veces sabidos por el experimentador, que se encuentra ante una navaja peor que la de Occam; la de la falta de dinero para sus investigaciones y la de la necesidad de obtener resultados con algún tipo de panorama de beneficios para poder seguir investigando.

martes, 11 de diciembre de 2007

Venganza.

Lo recuerdo casi como si fuera ayer.

8-10-2005.

Era un sábado por la noche, en realidad ya domingo, a eso de la 1:00 de la madrugada. Yo había quedado con unos amigos para ir al cine a la sesión golfa, como de costumbre. Escogimos película, y nos fuimos a Kinépolis, una opción fácil.

Es normal que tenga hambre. Como mucho, aunque casi no engordo. Cuando llegamos al cine nos sobraban veinte minutos, y yo me encontraba famélico. Bajé al Viena Capellanes que hay en el recinto del cine, y me compré una empanada de atún, mientras mis amigos sacaban las entradas...

Al volver había algo de cola. Delante, un par de personas pasaban su bebida a un vaso de plástico, supervisados por el tipo que cortaba las entradas. Comprobó que todo era correcto y les dejó pasar. Llegó nuestro turno.

- ¿Que es eso? - dijo señalando la bolsita blanca en la que me habían dado la empanada.
- Nada -se la enseñé-, la he comprado en el Viena Capellanes.
- No puedes entrar con comida comprada fuera del cine.
- ¡Pero si la he comprado ahí abajo! Además, a esos de delante les has dejado pasar con una bebida.
- Si pero la habían comprado en la barra del cine -contestó haciendo un gesto hacia una barra lateral que daba hacia fuera desde la zona acordonada de las salas.

Me quedé de piedra. Me parecía de locos que no me dejaran entrar con algo comprado dentro del propio recinto de Kinépolis. Pedí el libro de reclamaciones, y me enviaron a la caja central del vestíbulo, donde un encargado rellenito hizo ídem con un formulario oficial y me la entregó.

Completé mi parte y le dí su copia.


Entré en la sala con la empanada escondida y me la comí dentro. Al terminar la película, me leí como había que entregar la reclamación. Al parecer era obligación mía hacerla llegar al ayuntamiento de Pozuelo en menos de una semana, o eso entendí yo.

Esa semana me leí un montón de información sobre lo legal o ilegal de la actitud de Kinépolis. Había precedentes de actuaciones contra cines que habían hecho lo mismo, pero estaban recurridas y, por lo que se comentaba, era difícil que acabarán consiguiendo algo. Y la verdad es que, entre lo complicado que me resultaba hacer llegar la reclamación y la esperanza perdida, lo dejé pasar.

Pero desde entonces no he vuelto a ir a Kinépolis, y cada vez que mis amigos lo proponen queda vetado de inmediato.

Yo soy bastante cinéfilo, y era muy asiduo a Kinépolis. Al menos iba unas 25 veces al año.

Pero estoy decidido a no volver jamás. Y desde aquí quiero dar un pequeño empujón a los cines Cine Cite, los Lido, los Renoir, los Princesa, los Acteón... mis otros cines más visitados. Y pediros que os unáis en mi cruzada contra Kinépolis, aunque sea espiritualmente y no hayáis ido ni pensado en ir allí jamás.

Clamo mi justa venganza. ¡¡¡Esto es Esparta!!!


PD: Ahora os puedo confesar que el motivo de empezar a escribir este blog fué siempre ganar unos pocos adeptos para empezar mi campaña viral contra Kinépolis. Hasta la victoria siempre, camaradas, estamos más cerca del objetivo...

lunes, 10 de diciembre de 2007

Beowulf.

Este fin de semana fui a ver "Beowulf", la última película de Robert Zemeckis.
Como su obra anterior, "Polar Express", "Beowulf" es una película animada por ordenador, mediante una técnica denominada Live Action que captura imágenes reales de los actores, las digitaliza y luego es capaz de reproducir sus acciones para desarrollar toda la película.

Como adaptación del poema épico anglosajón es una muy buena obra. Por lo que he leído, se toma alguna libertad en la narración, que permite por ejemplo dejar abierta la película a una segunda parte que jamás fue escrita. Pero en su conjunto parece narrar con bastante fidelidad la leyenda del héroe Beowulf, añadiendo para la película las características de la dimensión más humana del personaje y alguna historia paralela que confiere más interés si cabe al guión.

El resultado es, para mi gusto, excelente. Nos cuenta una magnifica historia épica, muy del estilo del mundo Tolkien, pero sin olvidarse de profundizar en las motivaciones de los hombres a la hora de actuar, nuestros miedos y nuestros deseos. Y acaba desarrollando a fondo el personaje del héroe, con su cara oculta y su cara visible, de forma que aporta a la película nuevas lecturas del mismo muy interesantes.



Otra cosa es la técnica escogida para la realización del film.
Aunque soy admirador de muchas películas realizadas íntegramente por ordenador, entiendo que según que usos resultan en verdaderos excesos formales. Es el caso de esta película, de "Polar Express" o de "Final Fantasy", películas en las que la calidad de la imagen digitalizada pretende competir con la propia realidad. Se lleva tan lejos la tecnología que queremos sustituir a los actores por personajes animados, cuando posiblemente el resultado con los verdaderos actores sería muchísimo mejor.


Aunque algunas de las escenas filmadas son directamente inviables sin emplear animación por ordenador, las obras que se realizan hoy en día nos demuestran que esas secuencias podrían ser ayudadas por la tecnología perfectamente, sin perder así espectacularidad. Mientras que el resto de la película se podría rodar sin problemas con actores de carne y hueso, y se ganaría en realismo. Sin olvidar que en algunas secuencias, la animación no está aun a la altura deseada.



Igual es solo una percepción personal, pero tanta impostura digital a mi me sobra. Las texturas hacen que toda la obra tenga una especie de tono pastel que no pega con lo que se nos cuenta. Los actores digitales tienen graves defectos de expresión, y en concreto el personaje de la reina casi parece una pared. Y para que nos vamos a engañar, no hubiese estado mal mantener a la verdadera Angelina Jolie en la película, y no a su clon digital...

Conclusión, una película que merece la pena ver por el contenido de su historia, muy recomendable para cualquiera al que le gusten las de héroes del estilo de Conan o las mitologías nórdicas. Pero que queda algo deslucida por la técnica digital, que en este caso roba al espectador mucho más de lo que aporta.


sábado, 8 de diciembre de 2007

Semos Ejpañoles... Apaga y vámonos.

Leo en los periódicos que ha salido a la luz el informe Pisa y que nos estamos llevando las manos a la cabeza ante los resultados.
Y a mi a la cabeza, en vez de manos, lo que me viene es:

Me he equivocado. Otra vez.

Ahora lo veo claro, pero no me había dado cuenta hasta ahora. Esto de escribir no lleva a ningún sitio.

Es decir, llevo currándome una entrada tras otra, con persistente abnegación, actualizando el blog casi día tras día, y ahora resulta que no me va a leer ni el tato porque la mitad de lo que nos viene por detrás no es que no quiera leer, sino que ni siquiera va a asimilar un texto de cuatro líneas.
Y si no son capaces de asimilar un texto de cuatro líneas ¿como voy a esperar que les interesen mis ladrillos? Yo que estaba esperando a tener más de 1000 visitas al día para poner publicidad y forrarme... Me da que me toca buscar otro medio de hacer fortuna...

De nuevo se demuestra que voy unos pasos por detrás del mundo desarrollado. Cuando la gente vuelve, este menda va. Más me valdría hacer un fotoblog o un vídeoblog, que parece que al menos la capacidad de seguir imágenes está intacta. O eso, o empezar a escribir el blog a base de SMS's, de esos indescifrables para los de mi generación...


Por el momento voy a intentar perseverar, pero no puedo prometer nada. Parece que la torre de Pisa está cada día más alicaída, y que el futuro promete ser mucho peor. Y con esas perspectivas... El otro día un amigo menos joven que los del estudio me dijo que si un libro era bueno ya harían una película de él. Y sé que era broma, pero no deja de asustarme pensar que eso sea una opción para alguien...

Yo solo le pido a los más jóvenes que se esmeren, que hagan lo que puedan, que pueden más. Que sean conscientes de que el futuro solo será suyo si se lo ganan, y que otros vendrán a por él si no están atentos. Que lean más y usen menos el messenger y que se alimenten bien para crecer altos y guapos.

Que se yo, que lo hagan por mí, por nosotros, que algún día necesitaremos de su aportación a nuestras pensiones. O por ser más listos que su vecino, que la envidia puede mucho, o por hacerse los interesantes. Por molarle a alguna tía que vaya de empollona o, simplemente, seamos un poco locos, para aprender algo...

Hoy, aunque soy aun bastante joven, me siento muy viejo.

Hoy más que nunca, viene a cuento Superlópez:
No fumes, lee.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Luna de papel.

Aparte de una gran película, "Paper Moon" es uno de mis restaurantes favoritos en Madrid.
No tiene nada muy especial, simplemente todo es muy correcto, pero a mí me encanta.

El restaurante es pequeño, y casi siempre hay que reservar antes de ir. Está decorado de forma minimalista, muy sobria, elegante, y lo han ambientado de tal manera que se respira tranquilidad, con música suave de fondo y luces nada estridentes que hacen que la sala quede en una semipenumbra muy acogedora. La cocina queda a la vista desde el comedor, y los baños son pequeños, diseñado todo ello en metal pulido, con lo que ofrecen una sensación de juego de espejos.

Al menos durante los fines de semana, funciona con dos turnos, a las 21:00 y a las 23:00, con lo que si acudes al primero es fácil que te metan un poco de prisa. Pero eso hace a la vez que te sirvan rápido y lo cierto es que suelen atenderte bien, con suficientes camareros. Por si acaso, yo prefiero el segundo turno, que es más relajado y va más con el local.

La carta es de orientación italiana. Tiene algunas ensaladas que están bastante bien, platos de pasta, risottos, pizzas... Entre las carnes, destacan los carpaccios, aunque yo tengo tendencia familiar hacia los escalopes. Y de postre ofrecen algunos italianos como el tiramisú, que no están nada mal.

En cuanto a precios, una cena con unas ensaladas para compartir, un plato y un postre, con bebidas incluidas, puede salir por unos 25€.

No es un buen lugar para grupos grandes, ni para celebraciones especiales, pues todo el ambiente anima a estar más recogidos. Pero es un restaurante perfecto para ir en pareja, o con un grupo de amigos reducido.

Por si a alguien le apetece ir, se encuentra situado en la calle Concha Espina nº55, escondido a un lado de un bar de copas y de una crepería, enfrente del Colegio Alemán. Por tanto, es mejor evitarlo cuando hay partidos en el Bernabeu.

Probadlo, y ya me diréis.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Circodelia.

Estaba aquí, escribiendo otro post mientras escuchaba algo de música, y me he encontrado gritando el estribillo de una canción de Circodelia. Así que he tenido que dejar el otro hilo en borrador y ponerme a escribir sobre ellos. Porque yo lo valgo... o más bien, por lo que ellos valen.

Me gusta este grupo desde que les vi por primera vez en uno de esos infumables programas nocturnos de televisión con los que se prostituían gente de talento como Pepe Navarro o Javier Sarda. No es raro que no recuerde cual era, ni que me acuerde de ellos.
Y no se porque no han dado el salto de audiencia que sus canciones merecen, aunque es probable que el éxito moderado que cosechan les haya hecho más "reales" y más honestos.
Sin duda tienen una frescura que estimo muy por encima de cualquiera de los triunfos pasados por fábrica a los que nos tiene habituados últimamente la industria musical. Pero espero que algún día disfrutar de sus propuestas no sea algo minoritario y aparezca más gente de su cuerda empujada por su calidad.

Si tuviera que decir algo de sus influencias, tendría que hablar de gente grande, de los Rolling, de los Who, de los Kinks. Saben tocar y lo demuestran, y tienen un cantante de esos especiales, con estilo, aunque sea robado de Jagger y Bowie. Son buenos, y lo saben, y no intentan ser otra cosa.
Grabaron su primer disco con uno de los más grandes productores de España, Alejo Estivel, y a veces suenan como el famoso grupo del que éste fue miembro. Pero me da que salieron escaldados, y huyeron de sus propuestas mayoritarias para reencontrarse con ellos mismos en su segundo y tercer disco.

De éste último (Máquinas Románticas), su mejor hasta la fecha, he sacado el siguiente vídeo, para que los conozcáis y los disfrutéis:



Besos, abrazos, sex and drugs and rock and roll, y efusivos saludos...

martes, 4 de diciembre de 2007

Desde lo alto.

La semana pasada estuvimos de mudanzas en mi oficina. Por obras en el edificio (siempre hay obras en este edificio, empiezo a sospechar que la empresa que las hace es del primo de alguien) nos han trasladado de la novena planta, con vistas hacia la Plaza de Pablo Picasso, hasta la undécima, y ahora miramos hacia el Paseo de la Castellana.

La verdad es que visualmente hemos ganado mucho. Dominamos todo el Este de la ciudad y, a eso de las cuatro de la tarde, cuando el sol ya está en el otro lado del edificio y podemos subir las cortinas, las vistas que captamos desde el ventanal son realmente buenas.

La luz de Madrid en los días despejados de invierno es increíble. Si fuese un buen fotógrafo y tuviese una cámara decente, os mostraría algunos de los colores que se pueden ver por las tardes desde nuestras ventanas. Y si no fuese daltónico y los reconociese bien, ya sería la bomba.

Pero soy lo que soy, y tengo las herramientas que tengo, así que os tendréis que conformar con esta panorámica que he hecho pegando unas fotos que he sacado con el móvil. No es el espectáculo que podría ser, pero espero que os de una idea aproximada de lo que hay (mejor, miralá en Flicker).


Panorámica

lunes, 3 de diciembre de 2007

Iker Jiménez.

Mis amigos se ríen de mí por que dicen que cada vez que entran en mi coche está sonando en la radio Iker Jimenez.

Tampoco es que lo grabe y me lo ponga a todas horas, es simplemente que ellos solo entran en mi coche los fines de semana por la noche, y muchas veces coincide.

Así que si alguien os dice que soy un loco de las cosas raras y que me encanta que me cuenten cuentos sobre fantasmas, OVNIs, ooparts y demás, no hagáis caso, que seguro que solo lo dicen para desacreditarme.

Porque nadie con formación científica y en su sano juicio puede creerse que haya una chica que se sube en tus coches en las curvas peligrosas para avisarte de que reduzcas la velocidad y vayas con ojo avizor, a no ser que se trate de una medida agresiva de la Dirección General de Tráfico.


Ni hay quien pueda creerse que en esa casa de Ocean Avenue en la que mataron a la familia De Feo haya nada maligno que obligue a matar, más allá de las salvajes hipotecas que últimamente nos vemos obligados a pagar.



Y yo no estoy loco, solo me gustan las cosas raras, así que yo no escucho esos programas. Solo los oigo de fondo, sin hacer caso. No os vayáis a creer...

Eso sí, por si acaso, por las noches procuro ir solamente por autopistas rectas. Y ni loco me quedo solo en algunas casas si puedo evitarlo. Porque es de buen científico ser escéptico. Y yo soy escéptico con lo que me dice la razón, y no creo en las brujas, pero haberlas...

sábado, 1 de diciembre de 2007

El Miedo.

Esta noche me he ido a ver REC, a ver que tenía de especial esa película que está llamando tanto la atención.

Y he de decir que es una película muy, muy interesante.


Rodada con una cámara subjetiva, y planeada como si de la filmación de un documental para una cadena de televisión se tratara, narra las "divertidas" aventuras de una reportera que acompaña a unos bomberos en una misión de apoyo a una pequeña finca en medio de la ciudad.

Aunque la película tarda en meterse en tarea, no se hace aburrida en ningún momento. De hecho, una vez que empieza la acción, el ritmo no deja de acelerar, y acaba en su punto álgido, con el espectador con la lengua fuera y deseando poder abrir de nuevo los ojos después de hora y media sufriendo en la butaca. Y al final deja un montón de opciones abiertas para un desarrollo posterior o, simplemente, para nutrir la imaginación del maltratado espectador, que agradece el final de su sufrimiento una vez que aparecen los títulos de crédito.

Obra del ya casi mítico Jaume Balaguero y de Paco Plaza, demuestra una vez más la capacidad y el genio del primero a la hora de escoger películas tremendamente inquietantes partiendo de muy buenas ideas. Si en otras de sus obras Balaguero nos convencía por la calidad y la sorpresa de la historia, en este caso prefiere desarrollar una obra de estilo, con la tensión asegurada por la cámara subjetiva, que casi hace que el espectador se sienta protagonista. Y así, tirando de trucos simples pero efectivos, y de cuatro ideas típicas del género, hace del miedo una obra de arte, esparciéndolo por la sala como si fuera la primera vez que el espectador viera una película de zombies.

Por último, cabe destacar el trabajo de todo el elenco de actores que participan en la película, que dan a la misma el realismo que esta necesita para que el espectador se meta en el cuerpo de la cámara y acepte el juego macabro que los directores proponen.

Una película para corazones fuertes, cuyo resultado sobre el público puedes comprobar aquí: