miércoles, 14 de mayo de 2008

Anuncios.

Que mis padres y yo somos de generaciones diferentes es algo que salta a la vista. Pese a que me salen algunas canas, lo cierto es que mi apariencia es bastante juvenil. Y ellos, sobre todo mi padre, son cada vez más viejecitos y se les va notando poco a poco la edad. Si a eso le unimos que yo fui el hijo descolgado, pues es fácil encontrar muchas diferencias.

Pero habiendo convivido con ellos toda mi vida, a veces me es fácil olvidarme de según que cosas, y siempre me sorprende (y a veces desespera) descubrir ciertas defectos, como su invalidez tecnológica o, y en esto quiero centrarme, su dificultad para entender ciertos anuncios.

No sé si os lo habréis planteado, pero la publicidad ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Y donde antes se nos vendían productos y su utilidad, hoy lo que se nos pretende vender es un estado de ánimo, un sentimiento que conseguiremos tras comprar el producto. Es un reflejo del mundo del bienestar que hemos alcanzado, en el que lo material se da por hecho y necesitamos experiencias que nos llenen. La publicidad, simplemente, nos ofrece lo que deseamos para vendernos lo que quiere.

Pero el caso es que mis padres, que llevan toda su vida viviendo otra forma de hacer publicidad, son de los que no se enteran, no cogen uno... Y casi siempre soy yo el que intenta explicárselos, aunque con ello se rompe todo el efecto del anuncio. A fin de cuentas, si el anuncio trata de generar un sentimiento, el fracaso en el caso de mis padres es total, porque solo les genera confusión y desanimo. Y está claro que eso no les motiva a comprar el producto...

También es cierto que mis padres no son en principio el público objetivo de aquellos productos que se publicitan así. No, mis padres son unos viejos un poco a la antigua, nada como esos otros molones que nos venden ahora, que van a disfrutar en sus últimos años de existencia de toda la marcha que no pudieron tener durante su vida laboral. Pero coño, a veces me cuesta entenderlos incluso a mí, así que es muy frecuente que los pobres anden más perdidos que un pingüino en el desierto. Por ejemplo, con el del Corsa C'MON... ¿Que se les puede explicar de un anuncio protagonizado por marionetas de trapo?

Pero de entre todos ellos, creo que se lleva la palma el del Renault Megane GT, con su Richard Clayderman y sus rocas en reproducción:



Lo confieso, me encanta. No sé si vendieron algún coche con él, pero sin duda es atrevido y bastante payaso. Pero para para que engañarnos, para mis pobres padres "el camino difícil" fue entender el anuncio...

1 comentario:

Luna Carmesi dijo...

Si... La verdad es que los publicistas arrancan con su vena artistica y a veces los anuncios necesitan segundas lecturas....

Me encanta el anuncio de repsol... lastima de hipocresia de las multinacionales....

:-/