jueves, 24 de abril de 2008

Back to the past

Como comentaba el otro día, mi ocupación actual es la de informático. Y desde hace unos meses, tenemos entre manos, entre otros proyectos, el desarrollo del plan de contingencias de la empresa (de la parte tocante a la informática, claro).
Un plan de contingencias, aunque resulta bastante obvio, es algo en lo que nadie con suficiente responsabilidad parecía haber caído hasta que sufrimos un amago de incendio un par de años atrás. Y seguramente hubiera seguido en el olvido si eso no hubiera implicado que todo el mundo parara de trabajar unas horas, provocando bastantes traumas y algunas perdidas. Aunque también es cierto que el incendio de la torre Windsor ayuda a cogerle miedo, y que se trata de algo absolutamente prioritario.

Lo malo de un plan de contingencias que pretenda mantener la actividad de una empresa totalmente centralizada en un edificio y medianamente grande como en la que trabajo es que implica duplicar multitud de cosas y roba muchísimas horas de trabajo. Y todo para proveernos de una serie de equipamientos, sistemas y protocolos que difícilmente se pondrán en uso jamás, con lo que es un trabajo arduo y poco satisfactorio.

Ahora bien, he de confesar que hay algo de todo el proyecto que a mí me encantó y que me ha reportado una satisfacción muy tonta y a lo mejor algo malsana, pero satisfacción a fin de cuentas.
Se trata de la ubicación a la que nos trasladaríamos en caso de sufrir un percance suficientemente importante. Un edificio que, estéticamente, es algo así como una vuelta a los 70. Y no cualquier vuelta, para ser más precisos, una vuelta a los 70 en una república de la extinta URSS. Una especie de bloque de cemento y ladrillo, antiguo cuando no definitivamente rancio, con una valla a la entrada y un rótulo de letras con una tipografía perdida en el tiempo...
Aunque lo mejor se encuentra dentro del edificio, porque está en total consonancia con el exterior y entrar en él es como dar un salto al pasado de 30 años. El pasillo punteado de fotos viejunas y sus despachos repletos de muebles y papel de pared de las que le gusta poner en sus películas a Almodóvar... y esas revistas de productos del sector, en las salitas de espera, con fechas que te hacen creer que estás en un mercado de almoneda y antigüedades...
De camino a lo que sería la ubicación de mi departamento hay que pasar por un ascensor de esos en los que tu abres y cierras las puertas, de paredes metálicas, con mensajes intrigantes en ellas y que trepa por su hueco a la vertiginosa velocidad de una planta cada 20 segundos.


Pero sobre todo eso hay un viejo almacén repleto de elementos electrónicos olvidados, de esos para los que la palabras "vida útil" dejaron de tener sentido décadas atrás y cuya función fue sustituida hace tanto por elementos más modernos que hoy son casi reliquias tecnológicas. Confieso que me lo pasé como un enano entre todos aquellos viejos trastos y cachivaches.
Os dejo unas fotos de algunas de aquellas joyas, que espero volver a ver, aunque no por traslado, claro.
1. Un Microprocesador (60 cm. x 60 cm.):


2. Un Nanoprocesador (25 cm. x 25 cm.):


3. Un posible sustituto para mi reproductor de mp3:


4. Un vídeo último modelo:


5. Un recambio para el pen drive:

2 comentarios:

Teseo dijo...

¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja!
Aunque no soy precisamente un entendido en informática, eso no ha impedido que me carcajeara con cada una de las fotos y las notas a cabeza de 'afoto'.
Hablando de cabeza, ¿la del mosaico es la tuya? ;D

P. D.: Y que no pase nada que os obligue a trasladaros. Claro que con la velocidad punta del ascensor, trabajaríais más rápido...

oligoqueto dijo...

No, no soy yo, es un sonriente compañero de trabajo...

Yo también espero que nunca haga falta hacer uso del plan de contingencias. Confío en lo que estamos haciendo, pero supondría un tute excesivo para todos.
Y el ascensor... por suerte hay escaleras, pero los servidores no se pueden subir por cualquier sitio, hace falta "tacto".
Sigo pensando a que se refiere con lo de "Prohibido uso de personas". Si lo piensas bien, puede ser hasta un mandamiento moral...
Un saludo.