jueves, 31 de julio de 2008

Nacionalismos y tecnofobias...

Hará cosa de unos seis o siete años, yo jugaba en un equipo de dardos con algunos de mis amigos. Como todos los equipos, teníamos como base un bar, que nos patrocinaba y actuaba como anfitrión para los partidos de casa. Y como todos los bares, éste tenía un dueño...


El dueño en cuestión, un tipo bastante interesante en algunos aspectos y bastante pesado en otros, pertenecía a una estirpe que hoy en día se ve poco; era nacional-catolicista. Y no es que fuese un romántico de Franco de esos que vivieron su juventud y sus mejores años durante su dictado, no; este era un tipo joven, como 5 o 6 años mayor que yo, bastante leído (por lo menos de lo suyo) y con aficiones a veces tan cercanas a mí que era difícil no tenerle cierto aprecio. No es que fuese como un amigo de toda la vida, pero obviando la política y la religión, era bastante entrañable.

Recuerdo una conversación que mantuvimos un día sobre hasta que punto me sentía o no español. Después de tratarnos a mis amigos y a mí durante un tiempo, ya se había percatado de que eramos un grupo en el que nos encantaba hablar de política y que éramos capaces de mantener una discusión razonada y consistente. Así que nos respetaba aunque nuestros planteamientos fuesen diametralmente opuestos (y no pasaba siempre ni con todos los miembros de mi grupo de amigos, pero sí era lo más habitual) .
Pero aquel día, aunque no se atrevió a decírmelo explícitamente, le toque la fibra sensible al proclamar mi poca afinidad nacionalista. Vine a decirle que, teniendo como tengo un apellido claramente extranjero (pese a ser de tipología más española que Alfredo Landa), y habiendo conocido gente de otros países, otras culturas y otras religiones, me resultaba complicado sentirme muy cercano a un español que habitaba a 300 km de distancia, al que no conocía de nada y del que no tenía referencias sobre su calidad humana. Y que, de hecho, a veces me costaba ya no solo sentirme español, sino siquiera madrileño o de un barrio determinado.


No niego afinidades idiomáticas, y un cierto orgullo cuando ganan nuestras selecciones, pero racionalmente, y suelo ser muy racional, no veía (ni veo aun) que un pasado muy remoto tenga que unirme o separarme de un montón de deslocalizados desconocidos del mundo. Y que en cambio una cercanía presente no me convirtiese en compatriota de cualquier persona con quien de verdad tuviese relación, más allá de sus fronteras.


Y este hombre, que no me respondió, me miró con más pena que otra cosa, ofendido seguramente por mi poco respeto a la historia y a mis antepasados (de los cuales bien es cierto que una parte quedarán allá por el estado federal de Hesse, que narices), y a mi poco cariño al rojo de mi sangre.
Hoy tiene un hijo llamado Pelayo...







Cuando entré en la universidad a estudiar biología, y después de un tiempo de tanteo y de coger confianza, me junté con algunos compañeros a los cuales aun hoy veo de vez en cuando. Fueron mi núcleo duro dentro de la facultad y en gran parte crecí con y gracias a ellos.

Coincidimos con los años del comienzo de internet en las aulas y el avance de un montón de tecnologías nuevas que allanaban la experimentación en el campo de la genética y la proteómica, así que acabamos desembarcando todos en un mundo de computadores que hasta entonces apenas manejábamos. En muy poco tiempo, y creedme que yo no llegué a vivirlo plenamente, se pasó de impartir las clases a base de filminas retroproyectadas a dotarlas de cierta vida en presentaciones más o menos avanzadas con Power Points y demás elementos multimedia. Y el tiempo en el que los estudiantes no habían manejado un ordenador en su vida cayó en el olvido más profundo (igual a los más jóvenes les suena a chino, pero os juro que es textual).

El caso es que hace un par de meses, hablando sobre el avance de la tecnología con una de aquellas compañeras (una que trabaja día a día con ordenadores y máquinas que valen más dinero del que ganaré en muchos años) le dije que estoy convencido de que de aquí a diez años el lector de tinta electrónica se habrá extendido como la pólvora, y que rara será la persona que no disponga de uno y lo emplee con frecuencia para leer el periódico o descargarse el último libro de su autor favorito.
Pues he aquí que mi amiga odia todo lo que tenga que ver con la tecnología, se niega a poner un ordenador en su casa y, hoy en día, ni tiene reproductor de mp3 ni intención de adquirir uno. Así que le pareció casi un sacrilegio la idea de prescindir del papel como soporte de lectura. No quiso aceptar la apuesta que yo le ofrecía, pero se conjuró para desdecirme personalmente, y no dejar de leer libros tal y como los conocemos en su vida.
Y aunque le dije directamente que a lo mejor algún día dejaban de fabricarse (lo cual, ciertamente, es improbable), ella me contestó que antes dejaba de leer que depender de un chisme de esos...







Puede que no entendáis porque os cuento estas dos historias aquí juntas, y que os esté pareciendo un post un pelín esquizofrénico. Pero no he encontrado mejor manera de contaros lo que para mí une ambas historias en una sola: la derrota del romanticismo por los avances del ser humano.

Porque romanticismo es el del dueño de aquel bar que entiende que debe algo a un pasado que considera glorioso, y se siente heredero de sus honores.
Y romanticismo es el de mi amiga, que se niega a aceptar que el mundo evoluciona y prefiere que las cosas sigan como están antes de someterse a la dictadura de la tecnología.

Y yo creo que ambos se equivocan.
Creo (confío) en un mundo cada vez más global que nos permita igualar desigualdades y en el que los absurdos nacionalismos desaparezcan para eliminar los odios que nos separan.
Y creo (confío) que la tecnología avanzará, ayudándonos precisamente a conseguir el objetivo anterior, y eliminando algunas de las peligrosas tensiones que hacen que el hombre se ponga en peligro a si mismo al sobreexplotar el medio ambiente.


Pero a la vez, de una forma profunda y difícil de explicar, espero que ambos tengan razón. No en sus sentimientos nacionalistas y respecto a la tecnología, pero si en el hecho de guiarse por lo que sienten.
Porque mucho más allá de la razón seguimos siendo personas que se guían por eso, por lo que dicta el corazón y no la cabeza.
Y no puedo dejar de pensar que ojalá fuésemos todos unos irremediables románticos...

miércoles, 30 de julio de 2008

Insomnios...

Desde hacía algún tiempo venía durmiendo mal, sin descansar, pensando demasiado...
Era evidente que tenía algo en mente que me atenazaba y me mantenía en vela, pero no conseguía dar con ello. Y no hacía más que dar vueltas sobre la cama, buscando el porque de mi mala conciencia

Empezaba a tener dolores, de cabeza, de cervicales, de lumbares. Me dolían incluso las partes blandas, y en la revisión del trabajo me detectaron varias contracturas. Pero por mucho que lo pensaba no conseguía dar con lo que me quitaba el sueño. ¿Serían los impuestos? ¿Algún ruido extraño en el coche? ¿Un tema laboral en el olvido?
Cuanto más lo pensaba peor resultaba, y mis ojeras y dolores se extendían sin remedio, las unas por mi rostro y los otros por el resto del cuerpo. Y día a día me iba pareciendo más y más a Michael Jackson en Thriller, desde la cara hasta los andares. Incluso iba perdiendo el color...


Pero desde hace algo así como una semana he empezado a encontrarme mejor, así que me he puesto a pensar en que es lo que he resuelto desde entonces que me ha quitado ese peso tan gordo de encima.
Y andaba así, como alelado pensando en ello, cuando, sin venir a cuento, me dije: "¡Tate!", que no es nada típico en mí, porque para mis adentros soy muy mal hablado, y que me sorprendió mucho. Pero es que ya sabía que me pasaba: el carnet de conducir, que lo había perdido hacía casi un mes, y cada vez que cogía el coche andaba con el miedo de que me pararan y me multaran, y que me lo hice de nuevas el otro día (una eficiencia pasmosa la de las oficinas de la DGT en mi caso, he de admitir).

Hoy por hoy duermo estupendamente, en mi cama, con el colchón nuevo de viscolátex que me compré hace algo así como una semana, y su magnífica almohada a juego. Un sueño profundo y revitalizador.
Hay que ver que cosas más tontas le resuelven y complican a uno la vida, que somatizamos cualquier tontería y a la mínima empezamos a sentirnos mal, ¿verdad? Pues eso.
Y es que pensar demasiado nunca fue bueno...

martes, 29 de julio de 2008

Una noche en las carreras.

El Hipódromo de la Zarzuela, en Madrid, es una joya de la arquitectura que pasó unos años de decadencia en los cuales nadie se preocupo del recinto, pero que en los últimos tiempos ha recuperado su uso original y ha ganado algunos otros, convirtiéndose en uno de los locales mas de moda de la noche madrileña.

Desde hace un par de años, voy allí de vez en cuando en las noches de fin de semana veraniegas para tomar algo en un ambiente que, pese a distar solo un par de kilómetros del centro de Madrid, es apreciablemente más fresco. Y el jueves pasado acudí por primera vez a una de sus carreras nocturnas, aprovechando la víspera de festivo y antes de que se interrumpan hasta el próximo septiembre.

La experiencia fue bastante entretenida. Lo cierto es que al comienzo de la noche, en las primeras horas cuando aun estaba medio vacío, las gradas eran de lo más acogedoras, y las carreras resultaban muy divertidas, gritando todos por nuestros favoritos aunque no hubiésemos apostado nada (yo no jugué nada, pero casi todos mis amigos ganaron alguna apuesta... ese Baboso Nov...). Pero ya casi terminada la velada de turf el sitio se llenó de una multitud horrible que acudía para disfrutar del nuevo concepto de terraza de verano en que se ha transformado. Y escapamos veloces de allí, huyendo para evitar aglomeraciones de salida (aunque el atasco de entrada ya estaba formado).


Como local nocturno hay que decir que el ambiente es decididamente pijo. Es fácil descubrir las últimas tendencias de moda entre los trapitos (por cantidad de tela eso es exactamente lo que son) de las jóvenes potrillas que lo pueblan, mientras que entre los chicos se impone una estética de rico-desaliñado-vestido-de-marca de lo más veraniega. Y las consumiciones no son baratas.

Pero resulta agradable para ir con los amigos y crear un microclima propio en el que disfrutar de lo agradable del sitio y deleitarse con algunas vistas.



Posiblemente repita la experiencia del turf el próximo septiembre, antes de que acabe la temporada de verano, otro día menos propicio para las aglomeraciones humanas. Y seguro que repetiré la experiencia terracera como sitio de copas en las próximas semanas. Así que, pese a mis prejuicios, he de reconocer que es un buen lugar este hipódromo...

lunes, 28 de julio de 2008

Hancock.

"Hancock", para cuyo cartel en Valencia, Barcelona y Madrid han reflejado en las gafas de sol del protagonista edificios singulares de las ciudades (pulsad en la imagen para ver detalles), es una nueva película de superhéroes, aunque esta vez dándole una vuelta de tuerca a la idea, intentando sacar algo más de interés al rol a través de un cambio en su percepción (en ese sentido, estoy deseando ver "Watchmen" para ver que han sabido hacer con la novela gráfica de Alan Moore y Dave Gibbons). Y lo cierto es que consigue con ello darle algo más de interés inicial a una película que, por lo demás, tiene serios fallos de guión que hacen que resulte más un proyecto frustrado que cualquier otra cosa.

John Hancock es un superhéroe marginado, autor de los más increíbles prodigios, pero tan inadaptado socialmente que es odiado por sus conciudadanos, los cuales ven en él un verdadero peligro público. De hecho, John es desagradable y violento, y les hace perder altas sumas de dinero en destrozos a edificios e infraestructuras cuando actúa intentando luchar contra el crimen. Y el típico dicho de que "un gran poder exige una gran responsabilidad" pierde su significado al aplicársele.

Pero un buen día Hancock salva la vida a Ray, un asesor de imagen con el sueño de conseguir un mundo mejor. Y, pese a que el trato de John con otras personas es frió y distante, incapaz de establecer ningún vínculo emocional, Ray decide regenerarle y convertirle en el superhéroe que el mundo necesita.

Hasta aquí la idea no está mal, y se presenta con grandes dosis de sentido del humor. Pero después comienza una segunda parte de la película en la que el guión se pierde en una metáfora sobre el amor y la soledad, y sobre lo que esto significa en las vidas de las personas. Y la mezcla resultante es confusa, mal explicada, con una evolución de los personajes un tanto atropellada y un final muy del tipo Hollywood y muy equivocado para lo que la película requería.

Es una lástima, la verdad. La segunda parte, esa metáfora de la que hablo, daba para algo más. Y podría haberlo tenido si el final hubiese sido más ambicioso. Y quizás con un poco más de esfuerzo en relatarnos los cambios sobre la personalidad de Hancock, el avance del film hubiese parecido menos a trompicones.
Pero lo que se ve finalmente es fallido, una película de simple y puro entretenimiento juvenil que se queda muy a medias y decepciona.

Para llevar a los hijos o sobrinos si ya entienden de superhéroes, y poco más...

viernes, 25 de julio de 2008

Dalton e Ishihara.

Dice la Wikipedia de John Dalton que fue un famoso químico inglés que desarrolló la teoría atómica y que enunció la Ley de las presiones parciales y la Ley de las proporciones múltiples (ambas fundamentales en la química moderna, y que seguro que habréis tenido que estudiar si alguna vez os habéis pegado con la asignatura).

También dice que John Dalton padecía discromatopsia, es decir, la imposibilidad de distinguir los colores, y que en su honor empezó a denominarse todo el conjunto de anomalías de la visión de los colores con el nombre genérico de daltonismo.

Bueno, pues yo soy uno de esos afortunados que lo padecen.

Intentaré explicar en que consiste el defecto:
Básicamente, existen dos tipos de células en nuestros ojos que se encargan de la sensación ocular, luego procesada para configurar la percepción visual: bastones y conos.
Ambos tipos de células son en realidad de origen neuronal (sí, los ojos son básicamente estructuras neuronales), y tienen funciones diferentes:
- Bastones: Son sensibles a la intensidad lumínica, por lo que sirven para establecer el contraste entre unas cosas y otras.
- Conos: Son sensibles a determinadas longitudes de onda, en este caso colores, por lo que sirven para determinar la coloración de lo que vemos. Hay conos especializados en el verde, en el rojo y en el azul (de los que, bien mezclados, obtenemos todo el espectro de colores visibles).


Por combinación y contraste de todos los conos y bastoncillos sensibilizados, nuestro entrenado cerebro es capaz de reconocer las formas y los colores de lo que sensibiliza nuestras células oculares, y tenemos la percepción que llamamos "Ver" (que, precisamente por ese procesamiento cerebral, está en realidad muchísimo más elaborada de lo que podríamos pensar en un principio).

¿En que punto aparece el defecto para un daltónico? Pues en realidad hay dos posibilidades: que haya falta del pigmento especifico de los conos (el que le permite reconocer el verde, el rojo o el azul) o que haya una desproporción en la cantidad de conos que sirven para reconocer cada color. En ambos casos, el resultado es que quién padece el daltonismo no es capaz de absorber suficiente longitud de onda de uno de los colores (o de varios, si el problema está en varios tipos de conos), y no procesa los colores como aquellos que si mantienen una proporción adecuada de conos o que producen suficiente pigmento.

En cuanto a la causa, se trata de un defecto de origen genético, ligado al cromosoma X. Es por eso, y por la configuración cromosómica XY del varón (que no dispone de otro cromosoma X para hacer de "backup") por lo que es muy difícil que se dé en mujeres, y lo padecemos casi en exclusiva los hombres. Vosotras sois, si acaso, solamente portadoras, y lo transmitís a vuestros hijos (aunque siempre hay un factor suerte al transmitir un cromosoma X u otro y en mi caso ninguno de mis dos hermanos varones es daltónico).

Esta es una de esas cosas que te marcan la vida desde el nacimiento, de una forma muy peculiar. Por suerte, no suele ser muy grave, y no tiene muchas implicaciones serias en la vida de uno (más allá de hacerte no apto para algunos empleos).

Pero sí que es la típica curiosidad que llama mucho la atención a aquellos que no la padecen y que, por tanto, no se imaginan como es. Y a lo largo de mi vida me he acostumbrado a ser un bicho raro al que, de vez en cuando, le preguntan en plan de coña de que color veo algunas cosas (para que engañarnos, produce equivocaciones chocantes y a veces graciosas).

La más curiosa de esas anécdotas la viví cuando le contamos que yo era daltónico a un compañero de la carrera de informática. Al chico le hizo mucha gracia, pues nunca había conocido a un daltónico, y empezó a hacer preguntas sobre como veía el mundo. Así que nos fuimos a una sala de ordenadores y buscamos en internet los tests de Ishihara, para que viese por si mismo las diferencias.
El caso es que, al empezar a hacer el test, el chico comenzó a detectar errores en su propia visión, y descubrió con nosotros que tenía algún problemilla de daltonismo con el que no contaba. Acabo siendo el cazador cazado, diana de las coñas del resto de mis compañeros...

De todas formas, si te interesa el tema y quieres cerciorarte de que ves todo correctamente, mejor que los tests de Ishihara es el siguiente test que te enlazo aquí. Da mucha más información sobre el tipo de daltonismo que se padece, y no se tarda más de 5 minutos en hacer.
Ya me diréis.


Feliz fin de semana a todos...

jueves, 24 de julio de 2008

Terror romántico.

Amante como soy de la música parida durante la movida madrileña, acepto de buen grado que mucha de aquella música era directamente eso, una parida.
Muchos grupos se crearon sin mayor vocación que la de divertirse y ser escuchados en una época en la que la gente comenzaba a saber lo que significaba la libertad de expresión. Y aunque gracias a eso hubo genios de la música que encontraron su sitio (Bernardo Bonezzi o el mismo Antonio Vega), para muchos de los que consiguieron grabar un disco en aquellos días resultó un acercamiento demasiado amateur al mundo musical como para conseguir sobrevivir hasta hoy.

Nacido con una vocación similar, pero con mucha mayor profundidad musical que muchos de sus contemporáneos, Radio Futura compuso algunas de las mejores canciones españolas de toda la década de los 80', y hoy quiero hablaros de una de ellas:

Annabel Lee.





La canción es una muy buena adaptación que los hermanos Auserón realizaron del poema homónimo de Edgar Allan Poe.

Y mucho antes de saber que era obra de este genial autor literario yo ya estaba enamorado de la preciosa y trágica historia romántica que narra, en la que el amor de dos niños es tan fuerte y tan puro que hasta los ángeles lo envidian, provocando la muerte de la niña Annabel Lee.

Una de esas canciones que te hacen comprar un disco por si sola. Aunque el disco en cuestión sea una joya como "La canción de Juan Perro".

miércoles, 23 de julio de 2008

Obsesiones... o porque no juego al ajedrez.

Debía correr algún año de finales de los años 80' o comienzos de los 90' cuando, un verano en el que no tenía casi nada que hacer, me dejaron en casa una máquina de ajedrez.

La máquina era la típica tabla de ajedrez con los escaques sensibles a la presión y un led para identificarlos. Y constaba, además, de todo el juego de figuras negras y blancas. Vamos, nada fuera de lo normal. Su funcionamiento era muy simple, presionabas con la figura a mover el escaque desde el que la desplazabas y luego aquel en el que querías dejarla, y pasaba el turno a la máquina, que indicaba su movimiento con los leds de los escaques. Lo dicho, simple, todo lo simple y complejo que resulta el ajedrez, mover las piezas en turnos intentando alcanzar una posición en la que el rey enemigo quede amenazado y perdido, en jaque mate.
Una tontería, todo el mundo sabe que el ajedrez es muy fácil.... Parece mentira lo ingenioso y retorcido que puede llegar a ser, y los recursos mentales que se requieren para completar correctamente una partida.

Bueno, pues aquel verano, llegadas esas maravillosas vacaciones escolares que parecen infinitas, me aficioné al ajedrez, y me obsesioné con aquella maquinita de una forma muy malsana. Tan malsana que creo que durante unos 15 días no salí de casa, y lo único que hice fue jugar al ajedrez, leer y alimentarme. Lo normal en un niño cuasi adolescente cuando tiene tiempo libre...

Pero pasó algo que hizo que diera de lado por completo a la maquinita de ajedrez, y que desde entonces solo haya jugado algunas partidas de forma muy eventual. Algo que me preocupó hasta el punto de que yo, siendo aun un irresponsable imberbe, tomé la decisión de dejar de jugar, sin influencias de adultos (a los que seguramente les pareció muy curioso que dejara de jugar tan de repente)...

El primer día que salí a la calle después de aquella profunda inmersión en el bipolar mundo del ajedrez, empecé a pensar de una forma muy extraña. Como si yo mismo fuera una figurita, participando en un enorme ajedrez humano que tuviera lugar en la acera, en las calles, entre los arboles, en los parques. A donde fuera que fuese, me cruzaba con otras personas e, instintivamente, mi cabeza empezaba a desarrollar jugadas para comérmelos: "Si yo fuese un caballo, y ese tipo un alfil, mi movimiento tendría que ser Ce5 para situarme en posición de jaque sobre ese señor de allí, que es su rey en d2". Eso aparte de ver el suelo en dos colores arlequinados y, cuando me daba por ser alfil, evitar pisar el color contrario. Vamos, que salir a la calle fue toda una aventura.


Cuando me di cuenta de que algo iba mal y asumí que me estaba obsesionando, guardé el ajedrez y dediqué aquel verano a actividades menos absorbentes. Pero aun hoy, cuando veo un tablero y toco esas contoneantes figuras, recuerdo los tiempos en que fui torre o peón, o alfil o caballo, y un pequeño escalofrío pasa por mi nuca. Porque me quedó claro que, muy dentro de mí pero lo suficientemente cerca como para poder ser sacado, reside un obseso capaz de dar jaque a cualquiera solo por el placer de ser capaz de desarrollar una jugada perfecta.

Y eso, tan cercano a la enfermedad, asusta de solo pensarlo...

martes, 22 de julio de 2008

Anécdotas Laborales (II).

Hoy retomo el tema de las anécdotas laborales, empezando las referentes a los usuarios y sus típicos fallos y faltas.
En la mayoría de los casos son más que nada curiosidades que hemos recopilado con el paso de los años en mi departamento, pues parte de nuestro trabajo (el más pesado muchas veces, pero el más agradable otras) consiste en darles soporte sobre el software específico de nuestro negocio. Eso implica, en realidad, comprobar que esas aplicaciones específicas funcionan correctamente, pero es muy habitual que acaben consultándonos sobre cualquier cosa referida a un ordenador, una PDA, un móvil, un mp3, un tamagochi o una grapadora... Y, aunque no es una parte definida de nuestras funciones, muchas veces acaban siendo consultas sobre ofimática pura y dura...
Nosotros solemos contestar, si podemos y sabemos, a casi todo. Pero hay cosas que no tienen solución (sobre todo las que quedan flotando entre las neuronas de algunos usuarios)...

En las próximas líneas puede que mencione a alguna persona con la que aun trabajo, por lo que todos los nombres que se mencionen aquí serán ficticios, así como es posible que algunas situaciones estén ligeramente modificadas y otras un pelín sacadas de quicio. Licencias artísticas, digamos. Supongo que serán cosas que vive cualquier informático del mundo que haya dado soporte en alguna ocasión, pero prefiero mantener esa privacidad que hace de airbag ante interpretaciones malvadas.
Y he de aclarar también que, aunque lo merezcan, ninguna de las personas mencionadas ha sufrido ningún maltrato durante los años compartidos en el trabajo. Es más, muchas de ellas son más entrañables ahora de lo que eran antes de sus anécdotas. Aunque algunas otras han sido borradas de nuestra lista de usuarios predilectos. Eso sí, confieso que todos tenemos algún caso en el que nos apetece "matar" a nuestra simpática herramienta de trabajo...

Por donde empezar...
Empezaré por "Petra". Esta chica, que cuando llegó no tenía casi ni idea de la más mínima exigible ofimática, es una fuente inagotable de sorpresas. Buena chica, con una risa muy inquietante, acumula cierta cantidad de anécdotas curiosas.
El último día que nos cayó una suya fue porque se quejaba de que su teclado no escribía en el Word. Aunque al comprobarlo, vimos que el único problema era que había puesto como color de texto el blanco. Y claro, contrastaba muy poco con el fondo de la pantalla.
También nos ha llamado en alguna ocasión para preguntar que hay que hacer para cargar un ordenador portátil, y en alguna otra ocasión no se ha dado cuenta de que tenía desenchufados algunos de los aparatos que usa en su día a día.
Pero su anécdota más impactante llegó el día que nos llamó para decirnos que su ordenador (un portátil al que tiene conectado un monitor, ratón y teclado) no funcionaba. Llamó por teléfono y se lo cogió un compañero:

- Perdona J.M., es que estoy encendiendo mi ordenador y no funciona.
En ese preciso momento, J.M. tenía el ordenador en sus manos, así que entendió rápidamente que algo no cuadraba.
- Petra, ehhh, tu ordenador lo tengo yo aquí...
- Sí, pero estoy encendiéndolo y no va.
- A ver Petra, el equipo ha tenido un error y lo estamos mirando.
- Sí, pero es que yo lo enciendo, muevo el ratón y solo sale una imagen que dice "No Input Signal".
- Ejem... Petra, tu ordenador se ha estropeado, nos lo hemos llevado y estamos viendo si se puede reparar.
- No, si el ordenador está aquí. Y se enciende. Pero muevo el ratón y no sale nada.
Para J.M. empezaba a ser algo difícil hacerse entender sin sentirse escuchado. Pero fue paciente.
- Petra... Tu ordenador se ha roto. Está estropeado. Hemos pasado por allí y nos lo hemos llevado. Lo tengo en mis manos. No vas a poder usarlo.
- No, tienes que estar equivocándote, porque yo tengo aquí el ordenador, y el teclado y el ratón. Es solo que no parece que responda.
Ante tamaña obcecación J.M. decidió terminar la charla sin despejar dudas existenciales sobre la duplicidad espacial de los cuerpos.
- Aja, está bien Petra. Mejor no toques tu ordenador. Vamos a intentar arreglártelo desde aquí, en remoto, y cuando esté, te llamamos, ¿vale? Muchas gracias, un saludo...
Por si no os habéis enterado, llamaba ordenador a su monitor...
Esta Petra (por favor, imaginadme con la cabeza ladeada, sonrisa de presentador de televisión y la mano en forma de pistola, apuntando al frente)...


Otra chica que nos dejó muy sorprendidos hace un par de años fue una compañera llamada Alegría. Alegría era una mujer muy atractiva, no especialmente guapa para mi gusto, pero con muy buen tipo, alta... Tenía su propio book por si le salían trabajos como modelo, pero no recuerdo que nos dijera que hubiera hecho nada como tal.
En mi oficina, como en cualquier otra, sospecho, los usuarios tienen la mala costumbre de compartir sus contraseñas, agujereando la seguridad de la empresa, pero facilitándose así el poder entrar unos y otros en los ordenadores y datos de sus compañeros cuando les hace falta. Sobre todo, cuando necesitan consultar emails ajenos.
El caso es que, aunque les decimos que no deben hacerlo, cuando tenemos que entrar en un equipo usando la cuenta de un usuario que no se encuentra presente, les pedimos a sus compañeros si saben su contraseña. Más que nada porque así nos evitamos cambiársela y recibir luego una llamada del implicado diciendo que no ha podido registrarse con su usuario.
Una mañana tuvimos que entrar en el ordenador de una compañera de Alegría y, siguiendo nuestra rutina, le consultamos a ésta si sabía cual era su contraseña...
Aun estamos discutiendo si la respuesta fue una genialidad humorística o muestra de su vacío intelectual. Os la dejo a vuestro entender:
- No sé, creo que es todo asteriscos...


Y para terminar con las anécdotas de usuarios por hoy, comentaré el caso de la chica que, recién llegada a la empresa hace ya unos años y sin saber exactamente que era eso del correo electrónico, decidió enviarle un email a su novio con un mensaje del tipo:
"Hola churri.
Te estoy escribiendo una cosa que se llama correo electrónico y que sirve para enviar mensajes a la gente, aunque aun no se muy bien como va ni donde lo recibirás. Me han dicho que es gratis.
El trabajo es muy aburrido, pero por ahora no hago nada. Mi jefe es un estirado y mi compi una bruja, pero bueno, ya te contaré.
Te quiero, cari."
La chica le dejó muy claro en su mensaje a su novio que no sabía como funcionaba lo del correo electrónico. Al resto de la empresa se lo demostró enviándoselo a todos y cada uno de los que allí trabajaban.
Yo no llegué a conocerla, ya no estaba cuando me incorporé...

Continuará...

lunes, 21 de julio de 2008

Mis vecinos los Yamada.

Mis vecinos los Yamada es una película de animación japonesa basado en una tira cómica realizada por Hisachi Ishii. Dibujado con una línea muy clara y con un color casi de acuarela, la obra es un maravilloso acercamiento costumbrista a la vida de los Yamada, una típica familia media japonesa compuesta por Takashi, Matsuko, Shegi, Noboru y Nonoko (padre, madre, abuela, hijo e hija, respectivamente).


Por su técnica, bastante personal y poco habitual dentro del dibujo japonés, recuerda más a dibujos animados tipo Shin Chan o Chicho Terremoto que a la más común obra de ojos enormes al estilo definido por Osamu Tezuka. Y la película mantiene la estructura de la tira cómica original, contándonos como viven los Yamada a través de breves retazos autoconclusivos de su vida.
Puede que como dibujo no sea especialmente bueno. Y que tampoco nos narre nada fuera de lo corriente. Pero hay cierta magia en la película de los Yamada. Una magia cercana y real, que queda enmarcada por los pequeños haikus que cierran cada capítulo, obras de arte de la poesía cotidiana.

Son pequeños capítulos que nos muestran una sociedad patriarcal, en el que el padre es el rey de la casa y donde los ancianos son respetados hasta la reverencia. Historietas de salón y comedor, de trabajo duro y amor por las tradiciones, de convivencia, fatiga y rutina. Pequeños relatos que nos enseñan un punto de vista del japón actual muy diferente del que habitualmente se entresaca de otras obras definidas dentro de todo lo que supone el manga. Un manga que es tan amplio que supone sin duda más una categoría artística que un estilo. Y tan desconocido además en España, donde tendemos a agruparlo todo en un saco de violencia y sexo.

Mis vecinos los Yamada es lenta y poética. Una de sus historias, por ejemplo, nos cuenta como Takashi se levanta para ir de paseo y al marcharse todos los miembros de la familia, vagueando tirados en el salón, le piden una cosa diferente para traer del supermercado. Y como a la vuelta comienza a llover y son todos los miembros de la familia los que se acercan al supermercado a llevar un paraguas al padre de familia, para evitar que se moje. Nada especial, aparentemente, pero una verdadera fuente de información sobre la unidad de una familia, que además en la película se cuenta con mucha más gracia.

Aun no sé que me llevó a comprarme el DVD, porque no conocía la historia antes de verlo. Pero es sin duda una compra redonda de la que no me arrepiento en absoluto.
Y si podéis acceder a ella, no dejéis de echarle un vistazo, porque merece la pena como entretenimiento y como herramienta para conocer algo más la forma de vida de los japoneses más tradicionales.

viernes, 18 de julio de 2008

Sinestesia.

Para un estudioso de la lengua y la literatura, la sinestesia es una figura retórica basada en la confusión de los sentidos, en muchas ocasiones para dar forma a sensaciones internas y sentimientos.

Pero para un biólogo, un médico, un psicólogo o cualquiera más relacionado con cuestiones neurológicas que literarias, la sinestesia es un fenómeno sensitivo caracterizado por la mezcla anormal de las sensaciones percibidas por estímulos externos. Así, y para ser más claros, una persona con sinestesia podría llegar a percibir un sabor al ver un determinado color, o a recibir un determinado olor cuando oye cierto tipo de sonido.


Esto no quiere decir que un sinestésico tenga totalmente confundidas sus sensaciones. Lo normal es que alguien que presente el fenómeno lo haga de manera muy concreta, percibiendo siempre las mismas cosas ante los mismos estímulos. Por lo que las personas sinestésicas son perfectamente capaces de llevar una vida normal, habituándose a su peculiaridad. Y de hecho, los últimos cálculos de frecuencia de sinestesia son muy altos, y llegan al 4% de las personas. Aunque en muchos casos son percepciones débiles que pasan desapercibidas para aquel que las tiene. Y en muchos otros la persona que las percibe prefiere callarlo para que no le tilden de loco.



Cuando el ser humano nace, y antes de que las células neuronales terminen de madurar completamente, se pasa por un proceso por el cual se afinan los sentidos. De esta forma en los primeros seis meses de vida un estímulo produce una reacción neuronal muy global, en muchas partes del cerebro, y posteriormente son zonas específicas de éste las que responden a los diferentes tipos de estímulos, especificándose también las percepciones.

Pero en el caso de los sinestésicos eso no es así. De alguna manera, las personas con sinestesia mantienen relacionadas zonas de su cerebro que mantienen especificidad para percepciones diferentes, y es por ello que son capaces de ver una determinada letra siempre de un mismo color, o escuchar una determinada nota al ver una forma concreta. Simplemente su cerebro les indica que eso es así, esa es su realidad.Por eso, en cierta forma, todos nacemos sinestésicos, pero la mayoría lo perdemos al crecer. Y, para la mayoría de aquellos que aun lo sienten, nos perdemos mucho.


Como es comprensible la sinestesia se ha relacionado históricamente con el arte, y se conocen bastantes artistas sinestésicos. Y es más que probable que el porcentaje de artistas entre ellos sea más alto que entre los que tenemos una percepción más normal.
También parece cierto que esa habilidad natural para relacionar sensorialmente distintos estímulos les otorga a los sinestésicos una alta capacidad memorística. Y es indudable que son unos interesantísimos elementos de estudio para los investigadores de los fenómenos cognitivos y emocionales.

En mi caso la sinestesia me interesó desde el día que oí hablar de ella por primera vez. No soy consciente de padecerla (mis problemas de percepción son otros) pero me llama poderosamente la atención esa inimaginable forma de vivir su realidad. Y me parecería maravilloso poder estar en las carnes de un sinestésico por un día para asimilar por mí mismo esa experiencia. Al parecer se puede reproducir mediante el empleo de algunas drogas como el LSD, pero creo que no me tira demasiado la prueba. Más que nada porque las drogas se acompañan de otros efectos que deslucen al que me interesa.

Así que tendré que conformarme con el juego de percepciones que la vida me ha dado, por muy imitado que esté entre los humanos que me rodean (y aunque sea más limitado que el de la mayoría; algún día os lo explicaré).

Al menos, eso sí, espero haber incitado algún interés a seguir conociendo más sobre este curioso tema.

Feliz fin de semana.

jueves, 17 de julio de 2008

Tracey Ullman

Para los que no tengáis ni idea de quien os hablo hoy, Tracey Ullman es una polifacética artista que ha conseguido destacar en su vida como cantante, actriz, humorista o guionista, por citar solo algunas de sus facetas.
A los que os guste el cine, en cambio, la recordaréis por su papel de Frenchy en "Ladrones de medio pelo", de Woody Allen, mientras que los que prefiráis la música igual aun la recodáis de su época de éxito a comienzos de los 80, con canciones como "Breakaway" . Incluso puede ser que seáis unos forofos de la televisión y os sepáis que en su primera época en la misma, en la recién nacida cadena Fox, tuvo su propio programa de éxito "The Tracey Ullman Show". Un programa de contenido humorístico y de variedades en el que comenzó su carrera como coreógrafa PaulaAbdul y en el que nacieron unos personajes maravillosos que aun hoy nos acompañan, "Los Simpson".

El caso es que yo descubrí a Tracey en un recopilatorio de música de los 80 de uno de mis hermanos, hace ya unos años, y me pareció digna de ser investigada. Y cuando llegó a mis manos Napster, conseguí hacerme con algunas de sus canciones (aunque no me creáis, no conseguí encontrarlas por medios más ortodoxos), y descubrí que me encantaba su estilo, que recordaba a los grupos femeninos de los 60 y los 70.
Y ya con el paso de los años, y gracias a que Amazon hace el mundo más pequeño, me compré un fabuloso recopilatorio en el que se recogen todos sus mayores éxitos y algunas joyas que no conocía.

Os pongo aquí un vídeo encontrado en el mágico YouTube, con el que posiblemente fue su mayor éxito ("They don't know"), aunque la canción, como varios de sus otros éxitos, fuese de Kirsty MacColl, una genio de la música de la que hablaré algún otro día. El vídeo, como casi todo lo que hace Ullman, está lleno de sentido del humor, con un tal Paul que no desmerece en nada a Jesús Quintana (personaje de John Turturro en "El Gran Lebowsky"), y que al final se transforma en otro Paul mucho más reconocible:



Y, como hago últimamente, os voy a recomendar alguna de mis favoritas linkadas para que podáis escucharlas (allí donde no estén bloqueadas por filtros, como en mi lugar de trabajo). Así, os ofrezco "(Life is a rock) But the radio rolled me", versión de la original del grupo Reunion, "You caught me out" y "You broke my heart in 17 places", ambas de MacColl o "My Guy", versión modificada del "My Girl" de Madness (sí, bueno, la de compositora no es quizás su mejor faceta).

Espero que os gusten.

miércoles, 16 de julio de 2008

Vergüenzas.

Georg Christoph Lichtenberg, fue un interesante físico alemán que tuvo cierta fama en su época (allá por la segunda mitad del siglo XVIII) pero del que hoy en día no nos ha quedado mucha obra científica de trascendencia.


En cambio, se le recuerdan numerosas frases, que escribió a lo largo de su vida y fueron publicadas como aforismos a su muerte.

Algunas de sus mejores frases son, por ejemplo:

"Los santos esculpidos han ejercido en el mundo mucha mayor influencia que los vivos"

"El amor es ciego, pero el matrimonio le restaura la vista"

o

"El americano que descubrió a Colón hizo un pésimo descubrimiento"


Pero hoy quería centrarme en una frase con una profundidad mucho mayor y con la que seguro que está de acuerdo un altísimo número de subordinados del mundo:

"Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto"

Lo malo de esta frase es que acierta, y muchas veces los que mandan pierden la vergüenza. Sé de un director general que seguramente nunca la tuvo...

Lo único esperanzador de esto es que perder la paciencia puede llegar a tener consecuencias. Y que los subordinados somos muchos. Y a lo mejor algún día las cosas cambian. No es mucho consuelo, pero ayuda a sobrellevar algunas peticiones fuera de lugar.

Bueno, eso y el saber que se tiene la razón...

Y ahora, a seguir recibiendo ordenes. A currar como un curri, se ha dicho...

martes, 15 de julio de 2008

¿Hola? ¿Hay alguién ahí fuera?

En la revista semanal de El País de este domingo había un reportaje bastante curioso sobre vida en otros lugares más allá de La Tierra. Y me llamó la atención, así que me puse a leerlo a ver que aportaba de interés.

Lo cierto es que comencé interesado desde el puro punto de vista científico, y se me ocurrió que quizás os podría meter algún post curioso sobre las condiciones necesarias para que se dé vida en algún lugar fuera de La Tierra. Pero nada más empezar a hojear la revista di de bruces con una foto y una entrada que hacía referencia a Europa (el satélite), y no pude evitar quedarme con la curiosidad del juego de palabras. Así que os dejaré el post científico para otro momento...

El caso es que plantear Europa como un lugar donde es posible que haya vida me hizo gracia. Sobre todo porque, aunque el artículo no lo plantea desde el punto de vista de la vida inteligente, no pude evitar pensarlo por mi mismo. Y llevamos una temporada en que la vieja Europa va dando pequeños tumbos, y cualquiera diría que esa vida inteligente está desapareciendo.

Me refiero, y no pienso extenderme, a las últimas políticas europeas sobre inmigración y régimen laboral. Esas que nos permiten retener durante 18 meses a un emigrante que se encuentre en Europa en situación ilegal, pendiente de su expulsión definitiva. Y a la ampliación de la jornada laboral a 65 horas semanales.
La primera admite retener en centros de internamiento forzado (que dicen que no es como la cárcel, pero que se le parece bastante) a personas que hayan llegado a nuestras fronteras de formas que las leyes consideren inapropiadas, antes de darles una patada en el culo y devolverles a su casa. Mientras que la segunda nos devuelve a una época en la que los trabajadores vivían sólo para trabajar y otorga a los empresarios la posibilidad de empezar a realizar contratos laborales que lleguen a las 13 horas diarias, respetando, eso sí, el fin de semana (que dicen que no es como la esclavitud, pero se le parece bastante).

Sin más palabras, ambas decisiones me parecen un abuso intolerable, pero mucho me temo que tendremos que aprender a convivir con ellas. Si bien será como el que vive con un cáncer sabiendo que algún día acabará matándole...

Viendo el panorama, uno se plantea si existe vida inteligente en Europa. Y no puedo evitar preguntarme, si es que hay vida inteligente más allá de La Tierra, que tipo de sistemas sociales y políticos pueden tener.
¿A nadie se le ocurre nada mejor que nuestras insuficientemente participativas democracias?
Mi próximo voto para Zmorg, venga de donde venga, si me da una solución...

lunes, 14 de julio de 2008

Hulk 2.

O "El increible Hulk". O la película sobre Hulk que deberían haber hecho cuando decidieron dejársela hacer a Ang Lee...

Bueno, no es que sea una joya del cine, pero al menos es una película de cómic, que se centra más en la temática del mismo que en las relaciones entre los personajes, como hizo Lee. Y con eso gana en lo que buscan ser estas películas, acción, ritmo y entretenimiento.
No es que reniegue del todo de aquella versión, de la que recuerdo con cierta nostalgia la división de la pantalla en diferentes viñetas, haciendo un guiño a los amantes más tradicionales de los cómics. Y es cierto que, puestos a centrarse en las relaciones personales, Hulk puede ser un buen candidato. Pero no creo que la historia ni el director fuesen los adecuados para un cómic de la Marvel.

Ahora bien, con esto tampoco quiero decir que la nueva película no haga uso de las cuestiones emocionales. Todo lo contrario, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de Hulk y que no es ni mucho menos un superhéroe. Solamente es un tipo con un problema que hace que se ponga muy bestia cuando se enfada o excita, y que busca ponerle solución para poder seguir con su vida (lo cual, bien pensado, le acerca mucho a ser un héroe del día a día).
Pero el caso es que esta versión le añade algo de la acción y ruido que le faltaba a la de Lee, y la mejora con ello. Y no pierde mucho, pues los personajes tampoco dan para tanto y en la primera versión acababa pareciendo un quiero y no puedo entre lo que nos quería contar Ang Lee y lo que de verdad sucedía. El trauma personal de Bruce Banner, su relación con la señorita Ross y el cierre del triángulo con el general 'Trueno' Ross se mantiene aquí otorgándole una importancia menor para no bajar el ritmo de la acción, y personalmente creo que es lo que la película requiere.

Eso sí, con ese final en el que se nos presenta a Robert Downey Jr. haciendo de Tony Stark, así como la presentación de Samuel Sterns y su bulboso final, la película deja cierto regusto a que solo se trataba de una presentación para la próxima, un más que seguro crossover entre el mundo Iron Man y el mundo Hulk en el que veremos aparecer al supervillano The Leader.

En cuanto al trabajo de los actores, creo que es bastante satisfactorio. Tim Roth es más que solvente cuando hace de malo algo desquiciado, William Hurt es un áctor con muchas tablas muy creíble vestido de general y Liv Tyler es muy... guapa. Y Edward Norton es hoy por hoy uno de los grandes talentos de Hollywood, y siempre da la talla, prestándole a Bruce Banner la desesperación que requiere. No estoy seguro de hasta que punto no renovar a ninguno de los actores de la primera versión ha sido por decisión propia o puro descarte de la productora para hacer borrón y cuenta nueva, pero creo que en conjunto no sale perdiendo.

Para terminar mi pequeña crítica, comentar que, como viene siendo costumbre en las producciones de Marvel, nos dejan algunos cameos interesantes, en este caso de Lou Ferrigno (antiguo hombre verde en la serie de televisión) y del omnipresente Stan Lee (que desde que Kevin Smith le empleara como personaje en una de sus películas parece estar decidido a aparecer por todas las esquinas)...


PD: Se me olvidó comentarlo el otro día... ya he superado los 200 posts desde que abrí el blog. Un placer...

viernes, 11 de julio de 2008

Turismo por Madrid.

Ayer por la mañana decidí aprovechar un poco más mis días de vacaciones para hacer algo de turismo por Madrid y sacar algunas fotos. No fue mucho, tan solo dos o tres horas de paseo para conocer el CaixaForum y darme una vueltecilla por Atocha, el Retiro, la plaza de Cibeles y la de Colón.
Y éste es el resultado:

1. CaixaForum: Habilitado como centro cultural en una antigua fábrica cuya fachada estaba protegida y hubo de ser mantenida, el edificio muestra en su exterior un aspecto muy atractivo, y esconde en su interior un buen número de rincones sugerentes. Le pusieron al edificio de al lado un curioso jardín vertical que... bueno, que hace bonito...
Estaban exponiendo una muestra sobre Charles Chaplin de la que directamente prescindí y otra sobre Alphonse Mucha, del que igual algún día me animo a hacer un post completo...
- Fachada principal (el jardín vertical queda a su derecha):


- Escalera de entrada:


- Escalera principal del edificio (desde la última planta). Nota: inspirada y plagiada de la que vi en el blog de mi amigo David - Albedrio:


- Celosía ibérica, imagino que hecha adrede (se ve la cámara reflejada, sic). Nota: Esta no pretende recordar a la de David, solo me hizo gracia lo de la península:


- Ventanal desde el vestíbulo:



2. Atocha: Pensé acercarme a ver el monumento a los fallecidos en el atentado del 11-M. Y por el camino vi la reforma de la Cuesta de Moyano, paraíso de la compra de libros viejos. Pero ni uno ni otra me parecieron suficientemente interesantes para fotografiarlos. De hecho el monumento está bastante descuidado (no mantienen la atmósfera presurizada que se suponía que tenía, y el cilindro interior da la sensación de que se les ha deshinchado). Seguí camino.

3. Parque del Retiro: Entré por la puerta del Ángel Caído, y me fui directo a su estatua, a sacarle mi propia foto, pese a que está más que vista. Luego me acerque al Palacio de Cristal (para quién no lo conozca, es uno de los lugares más agradables de Madrid, y no suele haber mucho turisteo), que está en obras y por tanto no tenía nada expuesto, y de ahí me fui al estanque. Al final salí por la entrada del Casón del Buen Retiro (que forma parte del Museo del Prado)...
- Ángel Caído:


- Palacio de Cristal:


- Pasaje del estanque del Palacio de Cristal:


- Estanque del Retiro:


- Casón del Buen Retiro:


4. Cibeles: Me acerqué desde el Paseo del Prado, y me situé en la esquina del Palacio de Comunicaciones, sede actual del Ayuntamiento de Madrid. Conseguí sacarle una foto sin coches delante, y os aseguro que no es fácil a la una de la tarde...
- Cibeles:


5. Plaza de Colón: Subí andando desde Cibeles hasta Colón, y me detuve un momento a hacerle una foto al enchufe más grande del mundo. La verdad es que parece que hubiesen sacado el edificio de la película "Metrópolis", de Fritz Lang. Luego fui a saludar a Colón, y me acerque a comprobar el diámetro del mástil de la colosal bandera española que tenemos allí plantada. Algo así como un metro, y no es para menos. Si algún día se descuelga la bandera y cae, será como si pusieran un mantel sobre media plaza...
- El enchufe:


- Cristóbal Colón, a contraluz, que parece que acabe de recibir una inspiración divina sobre donde está América:


Y esto es todo por hoy. Espero que os gusten las fotos, y que alguno haya descubierto algo interesante de Madrid...

PD: He colgado las fotos en este álbum de Flickr, donde se pueden ver con algo más de resolución.

jueves, 10 de julio de 2008

Antes de merendar, que el diablo se tome unas cañas y tu que lo veas...

Bueno, el título real es "Antes que el diablo sepa que has muerto", pero me parece tan largo que casi me da igual inventármelo. Eso sí, por lo menos en esta ocasión es un título que se ajusta al original, igualmente largo. Si bien en inglés suena mejor...

Imagino que, cuando uno empieza a volar alto, todo lo piensa a lo grande. Lo bueno, lo malo, todo debe entrar en una escala diferente, y si necesitas dinero, necesitas mucho dinero. Por eso, cuando Andrew Hansen se ve atrapado por sus problemas económicos, no se le ocurre dejar algunos vicios o ver por donde puede ahorrar e ir pellizcando de aquí y de allá, no, a él solo se le ocurre robar una joyería.

Pero claro, cuando no es algo que hagas a menudo, las cosas pueden salirte mal. Si encima te rodeas de gente mucho más escrupulosa y cobarde que tú, por muy hermanos tuyos que sean, te estás abocando al desastre. Y además, hay un dicho que dice que "donde tengas la olla no metas la polla", y que, sin encajar exactamente en este caso, si tiene aspectos muy aplicables.
Lo siento, no quiero contar más de la cuenta del argumento por si alguno queréis ir a verla. Podéis quedaros conque todo ello procura una mezcla explosiva que estalla en la última película de Sidney Lumet, uno de esas personas que se quedan siempre en el segundo escalón (tiene 4 nominaciones al Óscar como mejor director, y su único galardón ha sido honorífico), pero que sigue demostrando aun a sus 84 años que sabe llevar al éxito una película.
Este Poulidor del cine nos ha sorprendido este año con un peliculón pleno de tensión dramática bien llevada, mucho amor, mucho odio y mucho miedo. Y nos proporciona un directo al hígado en forma de trama negra como el alquitrán. Una obra que debería ver todo buen cinéfilo que no tenga miedo a que le revuelvan las tripas.


Si uno intentara dividir la película en partes, sacando su guión por un lado, su dirección por otro y sus interpretaciones más allá, se daría de bruces con altísimas calidades en cada uno de sus aspectos. El guión, saltando en el tiempo y en la forma narrativa, es muy preciso a la hora de ir soltando información al ritmo que el espectador necesita para interpretar y unir cada pieza. Y funciona perfectamente adentrándose en la oscuridad contenida en la historia. La dirección es magistral, y entresaca poco a poco todo el jugo de los personajes, que se nos van mostrando en sus debilidades y fortalezas, avanzando desde el tópico hasta la disección de sus personalidades. Y las actuaciones, desde el débil Ethan Hawke hasta la despampanante Marisa Tomei (que le darán a esta mujer para estar tan espectacular a sus 43 añitos), pasando por los mejores Philip Seymour Hoffman y Albert Finney, son sencillamente magníficas, dignas del resto de la obra y de las necesidades de sus personajes.
Pues al juntarse todos los aspectos, el resultado es aun mejor, y hacen de la película una de las mejores que he visto este año.

Imagino que le quedan pocas semanas en cartel, aunque con la sequía de todos los veranos es posible que aun la mantengan para subir el nivel general de calidad. Pero en cualquier caso, es una recomendación obligatoria para todos los que me leéis, aunque sea por accidente. Y aunque sea por accidente, tenéis que ir a verla, que no os arrepentiréis.
Así que ya sabéis, al cine, no sé como aun seguís leyendo...

miércoles, 9 de julio de 2008

Los Simpson.

¿Alguna vez os habéis planteado que les pasa a Los Simpson? Es decir, porque son como son...

Seguramente la mayoría contestará que muestran un comportamiento bastante antisocial, producto sin duda del ambiente en el que transcurre su vida. Y tendréis razón. Pero no es por ahí por donde van mis tiros...

El otro día, sin venir mucho a cuento, me puse a pensar en los rasgos físicos de Los Simpson. Y en que tipo de síndromes y enfermedades podrían esconderse detrás de ellos.
En una pasada rápida se me ocurren los siguientes síntomas:

- Ictericia (piel con coloración amarilla).
- Macrocefalia (cabeza desproporcionadamente grande).
- Macroftalmia (ojos muy grandes).
- Marcada micrognatia (maxilar inferior retraído).
- Orejas en posición baja.
- Hombros estrechos.
- Varones con extremidades cortas (acromicria).
- Tetradactilia (cuatro dedos en cada mano y pie).

Como no soy médico, solo se me ocurren rudimentos para tratar de adivinar que les sucede. Por ejemplo, el asunto de la ictericia es muy probable que se relacione con problemas hepáticos, que en el caso de Homer se explicaría por su aun no diagnosticado alcoholismo. O quizás se deba simplemente a un inofensivo síndrome de Gilbert (bilirrubina alta). Mientras que parece obvio que el conjunto de síntomas faciales tiene que estar ligado con malformaciones en el desarrollo fetal, si bien casi seguro que se verían acompañados de problemas neurológicos que normalmente desembocaría en algún tipo de retraso mental (y no parece el caso de Lisa).

En el caso de las extremidades cortas, una simple consulta en Google nos indica que, según un estudio publicado en la revista Neurology de mayo de este año, es presagio de demencia senil (lo cual explica es obvio si nos fijamos en Abe).
Pero está claro que lo más característico de los personajes es su tetradactilia, de la que he encontrado muy poca literatura digna de mención, y que parece ser el más distintivo de los síntomas.

Pensando en todo esto, me estoy planteando remitir el cuadro clínico a alguna asociación médica, para describir un nuevo tipo de síndrome que, evidentemente, denominaría "Síndrome de Simpson". Sería un cuadro sin etiología clara, cuyos pacientes resultan irremediablemente divertidos.
Ojalá sea un síndrome sin tratamiento posible, que siga manifestándose en el futuro...

PD: Efectivamente, estoy de vacaciones...

martes, 8 de julio de 2008

El Incidente.

Esta película tiene un título que, después de presentarlo, debería ir acompañado por un espontáneo "chan, chan!!!" de fondo. Y sería una forma espectacular de presentarlo, para darle algo más de tensión de la que luego tiene.

Llevaba unas semanas deseando ver la última película de Shyamalan, y no puedo decir que me haya sentido defraudado, pero lo cierto es que he echado de menos algo de ritmo a la película para darle más gracia. Y en cierta forma he salido del cine pensando que me faltaban cosas, como si no me hubiesen contado todo o como si la película quedara algo coja, no se...

Para esta última producción, Shyamalan ha decidido ponerse ecologista en plan tremendo y ha urdido una trama en la que el medio se rebela contra el hombre, provocando grandes estragos en la población. Pero, como casi siempre en sus películas, se trata de una trama principal que esconde las secundarias de mayor interés. Y, de nuevo como casi siempre, estas tramas tratan de la soledad, y, por extensión, del miedo. Porque nada da más miedo que la soledad, y ese es el juego principal del señor Shyamalan...

Si en el caso de "El sexto sentido" la soledad venía representada por un niño único con un poder muy especial y por la propia situación de su madre, y en "El Protegido" se nos presentaba como la soledad del superhéroe ante la responsabilidad de su poder (y podría seguir con la soledad del que pierde la fe en "Señales" o la del que la escoge ante el miedo a los demás, como en "El Bosque"), aquí el director nos la quiere mostrar como la soledad de la incomunicación de los sentimientos, representados por el personaje de Alma (Zooey Deschanel, bastante sosa en esta ocasión). Un sentimiento angustiante que llega muy bien al público y que casi siempre da muy buenos resultados cuando se maneja adecuadamente.
(Si os estáis preguntando si vi la película solo... pues sí, estaba solo, en la sala no había nadie, estábamos el aire acondicionado y yo. Pero no busquéis en ello razones para mis conclusiones, no lo son).

El problema de "El Incidente" estriba en que, a diferencia de sus hermanas, la solución, que siempre se nos rebela cuando se rompe ese sentimiento de soledad, y que es el verdadero giro sentimental de las películas de Shyamalan, esta vez no se produce, lo que nos deja huérfanos de final.
Si en otras ocasiones se producía un giro argumental sorprendente que aunaba la trama principal con esa trama del miedo a sentirse solo y no ser aceptado, en ésta sí se resuelve la trama emocional, pero se nos deja en el aire respecto a la historia central. Y claro, en un mundo donde casi nadie se habrá percatado de los giros emocionales de sus películas, Shyamalan se queda más solo que sus personajes, y los espectadores nos vamos del cine sintiendo que nos falta algo (un poco solos tal vez).


Así que, en conclusión, la película resulta fallida. Quizás por una voluntad excesiva de aleccionarnos sobre los desmanes del hombre sobre la Tierra, que pretende que el final lo ponga el espectador ante lo que nos rodea.
Pero no por tener buena voluntad se arregla el resultado final. Y aunque no deja de ser una propuesta interesante, sobre todo porque es posible que resulte necesaria, como película nos deja a medias.
En cine, solo para acérrimos seguidores. Los demás, en vídeo.

lunes, 7 de julio de 2008

Rock in Rio, versión 2...

Esta semana estoy de vacaciones. Pero no me iré a ningún lado, así que seguiré por aquí sin desatender el blog. Entre otras cosas porque una de las actividades que me he propuesto hacer esta semana es ir al cine a ver un puñado de películas que tenía apuntadas y que aun no he podido ver. Y seguro que acabaré comentándooslas.

Pero hoy me toca centrarme en mi cita con el Rock in Rio del sábado. Una tarde-noche con un par de cosas para olvidar y varias más para recordar.

Por lo pronto, tengo que deciros que me muero de envidia. Porque me leí ayer la crítica que para El País hizo Lino Portela sobre la noche del sábado, y algo así como una cuarta parte de la misma estaba centrada en... la tirolina sobre el escenario principal. Y porque me pasé en la cola de la misma unas 3 horas y al final la cerraron justo cuando solo tenía delante 5 personas. Una mierda, porque seguro que la cosa merecía la pena. Y porque si hubiésemos ido a la tirolina 5 minutos antes, ahora sería yo el que os contaría como es tirarse. Pero que se le va a hacer...

Por lo demás, esta vez si que disfruté de algún concierto apetecible. Aunque me robaron la actuación de Ivete Sangalo (anunciada en principio para el día 5 de julio pero movida después al día 28 de junio), conseguí ver casi toda la actuación de Suzanne Vega y de Zucchero, y ambas merecieron mucho la pena.
Aunque en la ya mencionada crítica de El País al comentarista no le gustara Suzanne Vega, la verdad es que fue el concierto que se podía esperar de ella, que a fin de cuentas es una cantautora. Y tuvo sus momentos de grandeza con el "My name is Luca" (que sorprendió a algunos desinformados porque cantó una parte en su versión en español) y con "Tom's Diner", sus dos canciones más conocidas. Os dejo un vídeo de la primera (corté sin querer la canción a falta de unos 15 segundos para que terminara... perdón por mi falta de dominio de la cámara, que es de fotos y hace lo que puede):



Y Zucchero demostró que es merecedor del título de Joe Cocker italiano, y mantuvo al público saltando durante toda la actuación. Acompañado de una banda más que solvente, hizo gala de una voz prodigiosa y de un repertorio mucho más conocido de lo que muchos de sus espectadores pensaban. Y acabé con la sensación de que se hubiese merecido un sitio en el escenario de honor.

Al terminar Zucchero, nos fuimos dando una vuelta tranquila hacia el escenario principal, y en esos pasos se quedó nuestro salto en tirolina. Una vez en la cola de la misma tuvimos la ocasión de escuchar casi todo el concierto de Estopa (intrascendente) y el de Alejandro Sanz. Este último merece un comentario aparte:


Malísimo. Horrible. Pésimo. Un atentado contra los oídos.
No sé si alguien sabe si le pasaba algo, pero gritaba como si le acabaran de abrir en canal.
Y tampoco voy a decir que me cae bien, pero no es de esos a los que tengo manía (de verdad, que tengo muchos prejuicios para algunos músicos y éste me da bastante igual), pero desde ahora está tachado. Sabía que no cantaba muy bien, pero lo del sábado fue algo muy cercano a un crimen...

Terminado el comentario, (tuvimos suerte de que su concierto también lo hiciera) continuo. Llegados casi a la entrada de la tirolina, llegó Police. A los diez minutos de que empezara, nos dijeron que no íbamos a tirarnos, que ya no daba tiempo antes del cierre. Lo peleamos un poco, pero fue imposible, y bajamos a la explanada, sorteando mierda (la gente da asco con sus envases de bebidas y demás) para hacernos un hueco lo más cerca posible. Causa ardua, porque el público estaba muy entregado. Y con razón, porque el concierto fue algo glorioso. Como diría Barney, "le-gen-dario".
Es cierto que empezaron algo suaves, tocando dos o tres canciones menos conocidas, pero enseguida aceleraron con sus grandes éxitos y el público se volvió loco.
Yo me volví loco y me dejé la garganta.
Y aunque soy más de ver los conciertos tranquilamente sentado en mi localidad, confieso que disfruté de éste más que del de Barcelona del año pasado.
Se marcharon una primera vez y volvieron para tocar "Every Breath you take". Y cuando se volvieron a ir, el público les reclamó hasta conseguir que terminaran con "Next to you". La apoteosis...
(Otro pequeño vídeo, con "Roxanne". El enfoque viene y va porque ... ¿alguien me explicaría porque y como mantener el enfoque? Tengo que leerme el manual... Pero sirve para hacerse una idea):



Para terminar mi crónica he de decir que, una vez que tuve una jornada con una serie de grupos a mi gusto, no me ha resultado malo esto del Rock in Rio. No reniego de mi primera crónica, pero la verdad es que el escenario es tremendamente espectacular, con unos juegos de luces y un sonido sencillamente impresionantes. Y poder escuchar ahí arriba a uno de tus grupos favoritos (en mi caso solo Police, porque los otros dos conciertos que escuché fueron en el escenario pequeño) merece sobradamente la entrada. Volveré si vuelve el festival, y si algún artista lo merece como este año.
Pero voy a finalizar dándole a la organización el palo que se ha ganado: no se puede organizar esto así, perdido en las afueras de una localidad pequeña como Arganda y en un emplazamiento donde los accesos son tan claramente insuficientes. Se han currado mucho el complejo, y aunque se echa de menos algo más de sombra, tiene un abastecimiento muy logrado de casi todo lo que puedas necesitar. Pero tendrán que mejorar mucho las entradas para evitar que resulte un coñazo acceder o escapar en las horas punta. El sábado, sin ir más lejos, más de media hora desde que arranqué el coche hasta que llegué a la carretera de Valencia, a menos de 3 km de distancia.
Una carencia que hace que la nota global del festival sea bastante más baja...

viernes, 4 de julio de 2008

Apóptosis

Al estudiar biología uno comprende que la muerte forma parte intrínseca del proceso de la vida. Y no solo como contraposición y final de la misma, ni desde un punto de vista negativo, sino, paradójicamente, como un proceso esencial para su mantenimiento.

Para un ser humano, con la tendencia que tenemos a observar lo que nos rodea imprimiéndole un carácter emocional, todo suele tener un valor positivo o negativo en función de lo que nos hace sentir. Y, cuando se trata de la muerte, es inevitable que vengan a nuestra cabeza un montón de imágenes terribles. Aparte del miedo que supone el fin de nuestra propia existencia y el planteamiento escatológico (no el de mierda, sino el de religión) que eso implica ante la idea del final de nuestra consciencia.

Por eso, cuando observamos un documental sobre naturaleza, nos surgen sentimientos favorables y desfavorables hacia los animales que nos muestran y sus actos de supervivencia. Y vemos a ese león como un ser malvado lanzándose sobre las gacelas de las que anteriormente nos han hablado. O al oso hambriento que caza unos salmones, que hemos visto alcanzar el riachuelo desde el mar, como al peor de los enemigos de la "vida".
Y lo cierto es que esos actos son parte esencial de la propia vida, y no son de por si buenos ni malos. Y deberíamos ser capaces de desprendernos de esa visión moral cuando nos los planteamos.

Uno de los casos que mejor muestra que la muerte es fundamental en el proceso de la vida es el de la apóptosis, o muerte celular programada (también conocida como suicidio celular, aunque es un término que, por lo anteriormente expuesto, es menos afortunado).
Este mecanismo biológico es fundamental en el desarrollo de muchas estructuras a lo largo de la vida de los organismos más complejos (como plantas y animales). Por ejemplo, en el desarrollo del cristalino del ojo en mamíferos.
Pero además es empleado constantemente en tareas de "mantenimiento" de esos organismos, manteniendo el equilibrio homeostático de los mismos y siendo fundamental para evitar el envejecimiento y deterioro anticipado de las estructuras del cuerpo.

En el ciclo de vida de una célula, ésta llega un momento en que puede dejar de funcionar eficientemente, lo que, sumando las acciones de muchas células, puede acabar degenerando el funcionamiento de todo el sistema.
Así que la naturaleza ha desarrollado mecanismos que facilitan esa regeneración de tejidos y consiguen alcanzar un mejor mantenimiento de nuestras estructuras, aumentando así la vida de los organismos. Y son mecanismos que directamente matan a la célula, la cual se autodigiere y crea unas vesículas residuales que pueden ser empleadas por otras células para su propio mantenimiento.


Ese concepto de regeneración y reciclaje está muy asumido por el ser humano, tanto a nivel individual y psicológico como en cuanto a la observación del mismo como necesidad ambiental. Pero es curioso que nos cuesta más aceptarlo íntimamente al acabar con otras vidas para nuestro propio mantenimiento, y que hay mucha filosofía desarrollada al respecto moralizando conceptos que deberían ser meramente biológicos.

Somos seres vivos, y en nuestra interacción con otros seres vivos hay muerte y vida.
Eso no quiere decir que debamos abusar de nuestros congéneres ni del entorno, en ningún caso. Pero tampoco quiere decir que vayamos a dejar de aprovecharnos del medio, pues esa es parte de la propia naturaleza del hombre. Y en la naturaleza los individuos han de pensar en su propio beneficio (lo cual en nuestro caso, con una concepción tan grupal, desemboca en pensar en el beneficio del resto de humanos).
Sin abusos, pero sin complejos, el hombre ha de encontrar su equilibrio con el entorno de tal forma que obtenga de él lo que necesite, pero le permita también una regeneración suficiente para su mantenimiento.
Vida y muerte para seguir viviendo sin matar irremediablemente lo que nos rodea.

jueves, 3 de julio de 2008

Todo por Juanito.

Nadie sabe a donde se fue mi Juanito, Judy se fue al mismo tiempo. ¿Porque le estaba cogiendo la mano si se supone que él es mío? Es mi fiesta, y lloraré si me da la gana, lloraré si me da la gana, lloraré si me da la gana... tu también llorarías si te pasara a ti.

Esta terrible e impactante historia nos la contaba Lesley Gore allá por 1963, en su exitosa canción "It's my party". Escuchándola decir cosas como que quiere que la dejen sola porque hasta que Juanito (Johnny) este bailando con ella no tiene motivos para sonreír, uno no deja de sentirse identificado con la pobre Lesley, que ha organizado su fiesta de cumpleaños y se encuentra a su amiga Judy llevándose a su amado ante sus ojos. Casi como organizar la final de la Champions en tu casa, jugarla y que te la gane en la final tu máximo rival...



Pero la canción tiene su reverso tenebroso. En este caso, un reverso textual.
En el mismo single en que se editó, en su cara B, aparece otra canción que también tuvo cierto éxito en su época "Judy's turn to cry". En esta canción, como indica el título, es el turno de llorar de Judy. Y Lesley sale victoriosa. Escúchala aquí.
En una estrategia atacante muy clara, abriendo el juego a las bandas, Lesley decide besar a otro chico en otra fiesta, delante de Juanito y Judy. Y Juanito, muerto de celos, no lo soporta, pega al otro chico y se va con Lesley, dejando a Judy llorando.
Judy, la vida es dura, cómprate unos kleenex y no vuelvas a poner los ojos en los chicos de otras...

Que bonita y divertida es la música cuando resulta tan cinematográfica que puedes verla en tu mente tal cual la escuchas...

miércoles, 2 de julio de 2008

Rock in Rio...

Pues eso, que el viernes estuve en la inauguración del Rock in Rio, así que os lo voy a contar, para que os hagáis una idea si pensáis ir el próximo fin de semana y para dejar como siempre mi propia opinión.

Por lo pronto, decir que la organización del evento ha cometido un error horrible; los accesos al recinto, perdido de la mano de Dios en medio de la nada caminito de Valencia, son claramente insuficientes. Me costó más de hora y media desde que salí de casa en Madrid hasta que estuve delante del escenario principal. Y siendo como son 35 Km de autovía, se entenderá que me comí un buen follón para entrar. Creo que plantearon mal el acceso de los VIPS, que eran pocos, el y de los coches con pegatina del parking, que deberían haber tenido preferencia sobre los que no se la habían sacado antes. Así que si pensáis ir el próximo viernes, tomáoslo con calma.

Al entrar, las sensaciones fueron de estar accediendo a un parque temático de temática muy indefinida. Una noria y una especie de pista de baile descubierta a la derecha, un pequeño escenario a la izquierda, y una avenida de fuentes al fondo, dirigiendo a la gente hacia el escenario principal. Por el camino, a los lados, un montón de lugares donde comer y beber y otro montón de stands de esos que regalan muestras de todo tipo. Y poco a poco, según se avanza y el terreno cambia de rasante, el espectacular escenario central, de estética industrial y perfecto para los grandes conciertos.

En toda la colina que baja hacia el escenario, césped artificial para que la gente se sentara a ver a sus artistas favoritos, y ya casi tocándolo, cemento para los que quisieran ver los conciertos de pie. Y a los lados del escenario principal, la base de una tirolina espectacular que cruza de lado a lado el recinto pasando por encima de los asistentes a los conciertos, y la carpa VIP, donde algunos avispados pagaron 285 euros para estar como anchoas enlatadas por no bajar a mezclarse con la plebe.

Una vez visto el recinto, mis amigos y yo nos fuimos de expedición por los diferentes stands promocionales. Al grito de "es gratis", fuimos tragándonos colas infames para hacernos con sabrosos chicles, estúpidos productos de belleza, chocolatinas y zumos de frutas. Y poco a poco nos hicimos con el ambiente, llegando a la sala de baile cuando ya se había puesto el sol.


Tras unas cuantas fotos (las que os pongo son mías -bueno, más bien de mi cámara, que lo hace casi todo sola), y un poco de chumba-chumba, continuamos recorriendo el lado opuesto del recinto, y volvimos al escenario principal para escuchar un par de canciones de Manolo García. Pero pronto volvimos a irnos, buscando algo de cenar. Y no regresamos hasta casi el final de la actuación del ex Burro, cuando la gente se retiró un poco y encontramos un buen sitio para ver a Neil Young.
Neil empezó bien, pero acabó cansándonos, así que nos fuimos a seguir viendo otras zonas del recinto. En el camino, un chorro desprevenido en las fuentes de colores y un poco más de chumba-chumba empujado por mis amigos, así como un par de colas más para recoger miniluces químicas de esas que se iluminan al mezclar dos líquidos y unas cuantas calcamonías infectas. No nos decidimos a pasar por el stand de Control a recoger unos globos, pero había gente confundida que se casaban allí...

Y por fin, tras regresar y escuchar el final de Neil Young (que me martirizó con un riff de 30 minutos justo antes de retirarse), vimos los fuegos artificiales y, después de una buena cola, conseguimos salir de allí para volver a Madrid.

Mi sensación particular, dado que ningún concierto me terminaba de llamar demasiado (miento, me gustó lo poco que vi de Jack Johnson al llegar, y me hubiese gustado ver a Loquillo y a Alanis Morrisette, pero llegué tarde) fue parecida a la que tuve cuando, siendo un joven adolescente, estuve en la Expo de Sevilla. Allí, entre tanto edificio bonito, con todo lo espectacular que era el recinto, no recuerdo que ningún pabellón me gustara especialmente por su contenido. Pero fue una experiencia muy entretenida, necesaria ante la oportunidad.
Y aquí, igual, una extraña sensación de vacío ante la música que debería llenar la experiencia, pero una especie de satisfacción complaciente ante todo lo visto y vivido.

El sábado vuelvo, para ver a Police (ya que los organizadores me cambiaron el cartel y ya no podré ver a Ivete Sangalo) y, si es posible, algo de Suzanne Vega y de Zucchero. Igual con eso de ir a conciertos de mi gusto salgo con otra sensación. Por lo menos, ahora que estoy avisado de como funciona todo, intentaré llegar con tiempo para aguantar la cola y probar la tirolina, que tiene muy buena pinta. Ya os contaré que tal.

Espero que saquéis algo de mi experiencia...