martes, 22 de julio de 2008

Anécdotas Laborales (II).

Hoy retomo el tema de las anécdotas laborales, empezando las referentes a los usuarios y sus típicos fallos y faltas.
En la mayoría de los casos son más que nada curiosidades que hemos recopilado con el paso de los años en mi departamento, pues parte de nuestro trabajo (el más pesado muchas veces, pero el más agradable otras) consiste en darles soporte sobre el software específico de nuestro negocio. Eso implica, en realidad, comprobar que esas aplicaciones específicas funcionan correctamente, pero es muy habitual que acaben consultándonos sobre cualquier cosa referida a un ordenador, una PDA, un móvil, un mp3, un tamagochi o una grapadora... Y, aunque no es una parte definida de nuestras funciones, muchas veces acaban siendo consultas sobre ofimática pura y dura...
Nosotros solemos contestar, si podemos y sabemos, a casi todo. Pero hay cosas que no tienen solución (sobre todo las que quedan flotando entre las neuronas de algunos usuarios)...

En las próximas líneas puede que mencione a alguna persona con la que aun trabajo, por lo que todos los nombres que se mencionen aquí serán ficticios, así como es posible que algunas situaciones estén ligeramente modificadas y otras un pelín sacadas de quicio. Licencias artísticas, digamos. Supongo que serán cosas que vive cualquier informático del mundo que haya dado soporte en alguna ocasión, pero prefiero mantener esa privacidad que hace de airbag ante interpretaciones malvadas.
Y he de aclarar también que, aunque lo merezcan, ninguna de las personas mencionadas ha sufrido ningún maltrato durante los años compartidos en el trabajo. Es más, muchas de ellas son más entrañables ahora de lo que eran antes de sus anécdotas. Aunque algunas otras han sido borradas de nuestra lista de usuarios predilectos. Eso sí, confieso que todos tenemos algún caso en el que nos apetece "matar" a nuestra simpática herramienta de trabajo...

Por donde empezar...
Empezaré por "Petra". Esta chica, que cuando llegó no tenía casi ni idea de la más mínima exigible ofimática, es una fuente inagotable de sorpresas. Buena chica, con una risa muy inquietante, acumula cierta cantidad de anécdotas curiosas.
El último día que nos cayó una suya fue porque se quejaba de que su teclado no escribía en el Word. Aunque al comprobarlo, vimos que el único problema era que había puesto como color de texto el blanco. Y claro, contrastaba muy poco con el fondo de la pantalla.
También nos ha llamado en alguna ocasión para preguntar que hay que hacer para cargar un ordenador portátil, y en alguna otra ocasión no se ha dado cuenta de que tenía desenchufados algunos de los aparatos que usa en su día a día.
Pero su anécdota más impactante llegó el día que nos llamó para decirnos que su ordenador (un portátil al que tiene conectado un monitor, ratón y teclado) no funcionaba. Llamó por teléfono y se lo cogió un compañero:

- Perdona J.M., es que estoy encendiendo mi ordenador y no funciona.
En ese preciso momento, J.M. tenía el ordenador en sus manos, así que entendió rápidamente que algo no cuadraba.
- Petra, ehhh, tu ordenador lo tengo yo aquí...
- Sí, pero estoy encendiéndolo y no va.
- A ver Petra, el equipo ha tenido un error y lo estamos mirando.
- Sí, pero es que yo lo enciendo, muevo el ratón y solo sale una imagen que dice "No Input Signal".
- Ejem... Petra, tu ordenador se ha estropeado, nos lo hemos llevado y estamos viendo si se puede reparar.
- No, si el ordenador está aquí. Y se enciende. Pero muevo el ratón y no sale nada.
Para J.M. empezaba a ser algo difícil hacerse entender sin sentirse escuchado. Pero fue paciente.
- Petra... Tu ordenador se ha roto. Está estropeado. Hemos pasado por allí y nos lo hemos llevado. Lo tengo en mis manos. No vas a poder usarlo.
- No, tienes que estar equivocándote, porque yo tengo aquí el ordenador, y el teclado y el ratón. Es solo que no parece que responda.
Ante tamaña obcecación J.M. decidió terminar la charla sin despejar dudas existenciales sobre la duplicidad espacial de los cuerpos.
- Aja, está bien Petra. Mejor no toques tu ordenador. Vamos a intentar arreglártelo desde aquí, en remoto, y cuando esté, te llamamos, ¿vale? Muchas gracias, un saludo...
Por si no os habéis enterado, llamaba ordenador a su monitor...
Esta Petra (por favor, imaginadme con la cabeza ladeada, sonrisa de presentador de televisión y la mano en forma de pistola, apuntando al frente)...


Otra chica que nos dejó muy sorprendidos hace un par de años fue una compañera llamada Alegría. Alegría era una mujer muy atractiva, no especialmente guapa para mi gusto, pero con muy buen tipo, alta... Tenía su propio book por si le salían trabajos como modelo, pero no recuerdo que nos dijera que hubiera hecho nada como tal.
En mi oficina, como en cualquier otra, sospecho, los usuarios tienen la mala costumbre de compartir sus contraseñas, agujereando la seguridad de la empresa, pero facilitándose así el poder entrar unos y otros en los ordenadores y datos de sus compañeros cuando les hace falta. Sobre todo, cuando necesitan consultar emails ajenos.
El caso es que, aunque les decimos que no deben hacerlo, cuando tenemos que entrar en un equipo usando la cuenta de un usuario que no se encuentra presente, les pedimos a sus compañeros si saben su contraseña. Más que nada porque así nos evitamos cambiársela y recibir luego una llamada del implicado diciendo que no ha podido registrarse con su usuario.
Una mañana tuvimos que entrar en el ordenador de una compañera de Alegría y, siguiendo nuestra rutina, le consultamos a ésta si sabía cual era su contraseña...
Aun estamos discutiendo si la respuesta fue una genialidad humorística o muestra de su vacío intelectual. Os la dejo a vuestro entender:
- No sé, creo que es todo asteriscos...


Y para terminar con las anécdotas de usuarios por hoy, comentaré el caso de la chica que, recién llegada a la empresa hace ya unos años y sin saber exactamente que era eso del correo electrónico, decidió enviarle un email a su novio con un mensaje del tipo:
"Hola churri.
Te estoy escribiendo una cosa que se llama correo electrónico y que sirve para enviar mensajes a la gente, aunque aun no se muy bien como va ni donde lo recibirás. Me han dicho que es gratis.
El trabajo es muy aburrido, pero por ahora no hago nada. Mi jefe es un estirado y mi compi una bruja, pero bueno, ya te contaré.
Te quiero, cari."
La chica le dejó muy claro en su mensaje a su novio que no sabía como funcionaba lo del correo electrónico. Al resto de la empresa se lo demostró enviándoselo a todos y cada uno de los que allí trabajaban.
Yo no llegué a conocerla, ya no estaba cuando me incorporé...

Continuará...

9 comentarios:

Jove Kovic dijo...

Yo tenía una responsable de urgencias - trabajo como administrativo en un centro de atención primaria- que "apagaba" y "encendía" el ordenador con el botón de la pantalla. En otra ocasión le proporcionaron un equipo de comunicación, cascos y micrófono, para poder llevar a cabo vídeconferencias, y ella lo utilizaba para comunicarse...con su ordenador. Juro por la sagrada bandera de la República, que es rigurosamente cierto.
Saludos desde BCN.

Luna Carmesi dijo...

Asi que todo chicas...
Hmmm
vale vale...

Luna Carmesi dijo...

Pues nuestro jefe de ing. de produccion (masculino) pidio que le configuraran el portatil para que pudiera consultar el correo de la empresa desde casa...
Ya en su casa... Llamo nuevamente a los informaticos (en mi empresa los de sistemas tienen disponibilidad 100% de tiempo) que no lograba conectarse...
Tras unos buenos minutos de varios intentos de reconfiguracion... Finalmente se descubrio que el jefe no disponia de ningun tipo de servicio de internet en su casa...

En fin... Listos...

Luna Carmesi dijo...

Una chica que se llama Cristina, pero que escribe como Luna en un blog mas de una vez se ha cabreado con su telefono y le ha dado un par de mamporros... al ver que no hacia señal tras teclear los numeros...
Pero claro... teclear los numeros del bloque numerico del teclado no hace coger linea de telefono...
Y es que a veces la chica anda un poco perjudicada...

:-P

;-)

oligoqueto dijo...

Jove: Es de lo mejor que he oído jamás, y he oído muchas cosas... Con una sola anécdota me has ganado por goleada.

Luna: Pues no me había percatado del sesgo machista. Pero la realidad es que las anécdotas contadas tuvieron protagonistas femeninas. Y, aunque tengo guardadas algunas con protagonistas masculinos para una tercera parte, lo cierto es que, en mi empresa al menos, los sucesos más curiosos les suceden a compañeras.

Y lo del teléfono... mis compañeros de departamento y yo tenemos, aparte de nuestra extensión personal, la de grupo para incidencias. Y cuando suena un teléfono, cualquiera puede cogerlo desde su propio terminal.

El caso es que sé de un tipo, cuyo nombre aun queda detrás de su apodo de lombriz, que, durante mucho tiempo, lanzado como estaba a coger el teléfono, se empeñaba en intentar coger también las llamadas a los móviles de sus compañeros. Y cuando digo mucho tiempo, hablamos de años.
Algún tipo de distorsión de la percepción auditiva, supongo...

Anónimo dijo...

A mi, cuando me contaste lo de los asteriscos, me pareció una genialidad: tan obvio que a nadie se le ocurriría. Ahora, de tanto en tanto, cuando mi contraseña caduca y puedo repetir una anterior, me acuerdo de los asteriscos y voilá!

Besos!

oligoqueto dijo...

Genialidad es un cóctel a base de cerveza y Red Bull...
Estamos trabajando en ello, que diría un Aznar...
Saludos.

Olendariwin dijo...

Esperando las futuras tandas!!

kiki dijo...

Hahaha muy bueno.Curiosamente, acabo de leer un libro verdaderamente divertidísimo sobre anecdotas y bestario laboral llamado Diario Alucinante de Un Currante.Hay como 40 0 50 anécdotas...algunas tan surrealistas que solo pueden ocurrir en el mundo real