viernes, 4 de julio de 2008

Apóptosis

Al estudiar biología uno comprende que la muerte forma parte intrínseca del proceso de la vida. Y no solo como contraposición y final de la misma, ni desde un punto de vista negativo, sino, paradójicamente, como un proceso esencial para su mantenimiento.

Para un ser humano, con la tendencia que tenemos a observar lo que nos rodea imprimiéndole un carácter emocional, todo suele tener un valor positivo o negativo en función de lo que nos hace sentir. Y, cuando se trata de la muerte, es inevitable que vengan a nuestra cabeza un montón de imágenes terribles. Aparte del miedo que supone el fin de nuestra propia existencia y el planteamiento escatológico (no el de mierda, sino el de religión) que eso implica ante la idea del final de nuestra consciencia.

Por eso, cuando observamos un documental sobre naturaleza, nos surgen sentimientos favorables y desfavorables hacia los animales que nos muestran y sus actos de supervivencia. Y vemos a ese león como un ser malvado lanzándose sobre las gacelas de las que anteriormente nos han hablado. O al oso hambriento que caza unos salmones, que hemos visto alcanzar el riachuelo desde el mar, como al peor de los enemigos de la "vida".
Y lo cierto es que esos actos son parte esencial de la propia vida, y no son de por si buenos ni malos. Y deberíamos ser capaces de desprendernos de esa visión moral cuando nos los planteamos.

Uno de los casos que mejor muestra que la muerte es fundamental en el proceso de la vida es el de la apóptosis, o muerte celular programada (también conocida como suicidio celular, aunque es un término que, por lo anteriormente expuesto, es menos afortunado).
Este mecanismo biológico es fundamental en el desarrollo de muchas estructuras a lo largo de la vida de los organismos más complejos (como plantas y animales). Por ejemplo, en el desarrollo del cristalino del ojo en mamíferos.
Pero además es empleado constantemente en tareas de "mantenimiento" de esos organismos, manteniendo el equilibrio homeostático de los mismos y siendo fundamental para evitar el envejecimiento y deterioro anticipado de las estructuras del cuerpo.

En el ciclo de vida de una célula, ésta llega un momento en que puede dejar de funcionar eficientemente, lo que, sumando las acciones de muchas células, puede acabar degenerando el funcionamiento de todo el sistema.
Así que la naturaleza ha desarrollado mecanismos que facilitan esa regeneración de tejidos y consiguen alcanzar un mejor mantenimiento de nuestras estructuras, aumentando así la vida de los organismos. Y son mecanismos que directamente matan a la célula, la cual se autodigiere y crea unas vesículas residuales que pueden ser empleadas por otras células para su propio mantenimiento.


Ese concepto de regeneración y reciclaje está muy asumido por el ser humano, tanto a nivel individual y psicológico como en cuanto a la observación del mismo como necesidad ambiental. Pero es curioso que nos cuesta más aceptarlo íntimamente al acabar con otras vidas para nuestro propio mantenimiento, y que hay mucha filosofía desarrollada al respecto moralizando conceptos que deberían ser meramente biológicos.

Somos seres vivos, y en nuestra interacción con otros seres vivos hay muerte y vida.
Eso no quiere decir que debamos abusar de nuestros congéneres ni del entorno, en ningún caso. Pero tampoco quiere decir que vayamos a dejar de aprovecharnos del medio, pues esa es parte de la propia naturaleza del hombre. Y en la naturaleza los individuos han de pensar en su propio beneficio (lo cual en nuestro caso, con una concepción tan grupal, desemboca en pensar en el beneficio del resto de humanos).
Sin abusos, pero sin complejos, el hombre ha de encontrar su equilibrio con el entorno de tal forma que obtenga de él lo que necesite, pero le permita también una regeneración suficiente para su mantenimiento.
Vida y muerte para seguir viviendo sin matar irremediablemente lo que nos rodea.

5 comentarios:

Luna Carmesi dijo...

Que barbaridad... Que cosas... Primero a mediados de la semana pasada uno de mis comentaristas (jovekovic) hablaba de la eutanasia activa... Tema que me hizo ver de nuevo Mar Adentro este fin de semana...Ahora comentas ese termino...
Parece un curioso alineamiento de planetas...

Jove Kovic dijo...

Es verdad que determinados mecanismos indispensables para la vida, se aceptan sin problemas en su escala natural, pero de ninguna manera en la superior, aunque, de hecho, cumplan la misma función y sean igualmente indispensables.
Supongo que forma parte de determinada corrección política, empeñada en ocultar todas las evidencias desagradables a sus ojos, aunque no lo sean para nadie más.

oligoqueto dijo...

Es que el tema de la muerte puede ser a veces difícil de afrontar.

Como poco tiene mala prensa. Y eso que posiblemente todo el mundo es consciente de que se alimenta de cosas que estuvieron vivas...
Saludos.

Anónimo dijo...

Hombre, es que la mala prensa de la muerte es cosa tan natural como la vida, este equilibrio que comentas se basa tanto en la necesidad de la muerte como en la "lucha por la vida" de todo ser vivo. No es verdad que los seres humanos tengamos una imagen negativa de la muerte por razones "escatológicas" o metafísicas, más bien sublimamos y en cierto modo racionalizamos el instinto de supervivencia que tiene hasta el escarabajo pelotero. Las leyes del juego son ésas, algo nos impulsa a querer sobrevivir, a reproducirnos aunque estemos inevitable (y saludablemente) condenados a desaparecer.

Un abrazo

oligoqueto dijo...

Hombre, puede que racionalicemos el instinto de supervivencia, pero al hacerlo solemos darle muchos más significados, y nos planteamos cuestiones escatologicas.

Generalmente no tenemos voluntad de desaparecer, no lo queremos conscientemente. Pero ahí está la clave. Va mucho más allá del instinto, y al ser racional aparece la metafísica y la escatología...

Un abrazo.