miércoles, 18 de junio de 2008

Banderas.

El domingo de la semana pasada, mientras compartía con mi familia la sobremesa de la comida, disfrutando de la victoria del mejor tenista en tierra de todos los tiempos sobre el mejor de la historia, apareció en pantalla un grupo de aficionados que portaban la típica bandera con los colores de España y un toro como escudo.

En aquel momento, a mi madre solo se le ocurrió decir lo poco que le gustaba esa bandera, y fue rápidamente secundada por mi vieja y solterona tía (a la que suele asistirle "La Razón") y por mi cuñada. Y yo, ante aquel grupo de críticas para mi gusto exageradas, no pude evitar emitir mi opinión. Y mi opinión es la siguiente: que era una crítica estúpida y que estaban sacando de quicio la banderita de marras.

No gustó mi opinión, pues para mis familiares esa bandera parecía ser una especie de ofensa hacia la de España. Una falta de respeto hacia la original. Pero no me convencieron, y yo a ellos menos. Así que, como me gustó la discusión, voy a dejar por aquí mis argumentos, para ver como respiráis.


Aquel rechazo hacia esta bandera me parecía muy exagerada básicamente porque me parece que el respeto a la bandera como símbolo no se debe llevar tan lejos. Aquellos aficionados estaban animando a un jugador que no representaba en aquel momento a ningún país, sino simplemente a si mismo, en una situación totalmente ausente de oficialidad ni protocolo. En mi humilde opinión, esa bandera pretende unir los colores de nuestra bandera oficial con un símbolo de la supuesta lucha y entrega que se les presupone a los españoles, el toro (el de Osborne, cuyas efigies carreteriles son patrimonio cultural nacional y no pueden retirarse, por cierto). Y es, por ello, un símbolo magnífico para animar a un deportista que pueda apreciar tales características (doy por hecho que a un nacionalista vasco igual no le hace tanta gracia).

Pero voy un poco más allá, y explicaré por que además me parecía una crítica estúpida: porque incluso desde un punto de vista nacionalista español, se estaba desenfocando la situación. Esos aficionados que acarreaban consigo una bandera con los colores de España y el toro lo hacían seguramente con el orgullo de sentirse españoles. En ningún caso estaban maltratando ningún símbolo tan fuerte como para sentir que esa bandera fuera un insulto. Es más, la estaban empleando con la voluntad de exaltarse como españoles. Así que criticarles por un mal uso de la bandera, desde un punto de vista nacionalista, me parecía totalmente absurdo.

De hecho, es que incluso en el caso de competiciones representando a España me parece una buena manera para intentar imbuir al deportista de la "bravura" del pobre animalico. Me podría parecer ofensivo si a alguien se le ocurriera emplearla con algún viso de oficialidad. Pero en un partido o en una competición deportiva sin mayor trascendencia, desde la grada ¿de verdad debería importarme un pepino lo que agitaban unos tipos que animaban sin ningún acto de mal gusto a quien yo mismo animaría?

Pues no, honestamente y confesando mi desapego por cualquier nacionalismo, no creo que fuese un asunto ni para discutir ni siquiera para observar mínimamente.
Deduzco que hay mucho de educación en ambas posturas, y que el que mis padres y mi tía estuviesen de acuerdo no es una casualidad (y eso que son de tendencias políticas opuestas). Pero creo que sería mucho mejor para todos que pudiésemos observar según que cosas desde mucho más lejos, y que no nos sintiésemos tan implicados con símbolos que, hoy por hoy, tienen cada vez menos sentido y menos recorrido.

Que luego, cuando se quieren racionalizar sentimientos atávicos, resulta harto complicado...

1 comentario:

Luna Carmesi dijo...

A mi las banderas realmente me dejan bastante fria...
Pero lo que sea una demostración de cariño y apoyo a un deportista me parece bien... Sea un toro, un botijo o la receta de la tortilla de patatas...