viernes, 13 de junio de 2008

Persépolis.

Hace unos años, cuando nació mi sobrino el granadino, visité a mi hermana en su casa de la costa y pasé unos días allí con ellos.
Por aquel entonces El País estaba editando una pequeña colección recopilatoria de cómics, y mi hermana se había comprado algunos álbumes que le habían resultado interesantes. Y entre ellos estaba el primero de Persépolis, de Marjane Satrapi, un cómic cuya historia le había enamorado y que había decidido adquirir en su totalidad.

Visto su interés, una de aquellas mañanas me cogí el álbum de la librería y descubrí por mi mismo los motivos que habían impulsado a mi hermana a leerlo: una historia ajena fascinante, de la que poco podía imaginar al ver aquellos dibujos tan simplones, y un compendio de situaciones sentidas y sufridas que hacían del cómic todo un descubrimiento de expresión vital. No me compré la historia, pero me la leí de cabo a rabo.

El año pasado, la película que la autora y Vincent Paronnaud realizaron basándose en el cómic, ganó el premio del jurado en Cannes, y en octubre sacaron la película en España. Pero no me decidí a verla, y no ha sido hasta hace unos días, cuando la han editado en DVD, cuando he podido hacerlo, tras comprarme la edición especial y cumplir con el compromiso que me había impuesto con ella.

La película conserva todo el espíritu del cómic y mejora algunos aspectos de aquel, dándole una mayor calidad a los dibujos y una mayor complejidad a las escenas. Y es una maravilla que consigue que te sientas perfectamente identificado con el dolor tan lejano de la protagonista y su familia. Basada como está en la vida real de la autora, Marjane Satrapi, narra con una aparente sencillez pero una tremenda profundidad la existencia de una familia iraní de clase medio-alta, liberal y alejada de los extremismos islámicos, desde los años 70 hasta hoy. Primero en los ojos de una niña que malentiende el dolor que le rodea. Luego en los de una adolescente alejada por sus padres de lo que más quiere para evitarle sufrimientos. Y después en los de una adulta que pelea por que le dejen ser sin tener que pedir perdón por ello.
Y ataca como una carga de profundidad las injusticias sufridas, con la máxima de la integridad personal como bandera, tal y como predica el personaje de la abuela (fundamental pivote moral a lo largo de la historia).


Resulta una película de obligado visionado. Con calma y con ganas de aprender. Con respeto por los personajes y por sus vivencias. Una película que algún día merecerá la pena enseñar a los sobrinos para que aprendan que la vida puede tornarse dura en ocasiones sin haber hecho nada para buscárselo. Y que esperarás que les enseñe a ser mejores y a valorar lo que tienen. Una preciosa obra de arte.

Ahora que la tengo, me arrepiento de no haber ido a verla al cine, aunque después me la hubiese comprado igual solo por disponer del documental que cuenta como se hizo. Por eso desde aquí quiero recomendárosla a todos, que para algo tengo mi pequeño espacio de expresión.
Disfrutadla.

1 comentario:

Luna Carmesi dijo...

Un gran comic y tambien pelicula...
De esas que debes enseñar a gente mas joven!!
;-)

Y una prueba mas que cuando hay un buen guión no se necesitan grandes alardes en el soporte (lease dibujo en esta ocasión).