jueves, 31 de enero de 2008

¿Estoy gordo? Ya ni me acuerdo...

Ayer venía en El País la siguiente noticia:


"Un electrodo erróneamente colocado permite a un hombre recuperar la memoria"

Al leerla, se averigua que los médicos que han descubierto tal posibilidad en realidad lo que andaban buscando era un punto en el cerebro que, al estimularlo, mitigara el hambre, y con ello facilitara al paciente perder algunos de sus 190 Kg de peso.
La primera idea que me vino a la cabeza es que menuda mierda de médicos, que van abriéndote la cabeza y colocándote electrodos al tun-tun, a ver si dan con algún punto que te quite el hambre.
Es decir, me los imagino en una escena parecida a la de la película "Hannibal", con el pobre obeso con el cráneo abierto y los médicos poniéndole electrodos en diferentes puntos del cerebro, dando descargas y preguntando:
"- ¿Tiene usted hambre si le doy carga aquí?"
"- No doctor, pero ahora que me pregunta, me acabo de acordar perfectamente de lo que comí el 24 de Julio de 1953..."

Porque que quieren que les diga, descubrir así, por error, dándole calambres en el cerebro a la gente, que según donde lo hagas puede que mejores tu memoria, suena un poco de chiste. Imagínense que encuentran un punto de erección instantánea y les da por promover un sustituto eléctrico para la Viagra. O que dan con un puntito en el que, si la corriente se da con una determinada intensidad y con el electrodo en un determinado ángulo, uno mejora considerablemente sus capacidades intelectuales. Lo siguiente sería empezar a ver vejetes con estética Frankenstein pululando por el mundo, y a sus compañeros de banco en el parque diciéndoles:
"- Que, Marcial, esta noche... ¿a hacer uso del príapo con la parienta? Se te ve eléctrico..."

Y a partir de ahora, seguro que los días de examen los estudiantes menos aplicados se dedicarán a darse descargas en la cabeza con porras eléctricas para ver si así ganan algún puntillo, que ya me los veo buscando en su cabeza el sitio justo y metiéndose unos chutes que ni con Cloretilo...

Por otro lado, ahora se abren un montón de posibilidades médicas...
¿Se imaginan una sala de quirófanos llena de pacientes con la cabeza abierta y unos cables colgados de ella, con un montón de médicos alrededor preguntándoles que sienten si les dan chispa en tal o cual circunvolución? Y un tipo cogiendo datos, y filtrándolos después para hallar que en tal punto escuece la oreja y en tal otro se evita que cierres los ojos al estornudar...


De todas formas, a mí la historia lo que ha hecho es recordarme un libro de Tom Sharpe, "Exhibición Impúdica", en la que un jefe de policia racista de una Sudáfrica aun inmersa en pleno apartheid, decide implantar una terapia de electro shocks para evitar que sus subordinados se tiren a las prostitutas negras de la zona. Para ello, les ata, les coloca los electrodos y les va pasando imágenes entre las que mezcla mujeres negras desnudas. Y cada vez que aparecen éstas, les da un calambrazo, para intentar condicionar sus estímulos y, con ello, su conducta.
Y al final consigue su propósito, y, efectivamente, sus policías dejan de desear a las mujeres negras. A las mujeres negras, las blancas, las orientales, las hindúes... De hecho lo que consigue es que toda su comisaria se transforme en un nido de sodomitas emplumados que resultan muy poco apropiados para realizar sus trabajos...


Recomiendo encarecidamente la lectura de los libros de Tom Sharpe, cuanto más antiguos mejor.
Y a los médicos que practicaron el ensayo, les pido un poquito de cuidado, por favor, que cualquier día descubren por error el botón de apagado y en vez de un obeso mórbido al que curar tienen que buscar a un cura para un obeso moribundo...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya decía yo que al peinarme muy deprisa con el peine de plástico me pasaban cosas raras, raras, raras,...

Alberto dijo...

Bueno, muchos de los descubrimientos son fruto de la casualidad. La vida es así. No he leído nada del autor que comentas, buscará algo, parece interesante.

Anónimo dijo...

Un claro caso de serendipia.

Anónimo dijo...

Grande Tom Sharpe y esos rudos policías sudafricanos homosexualizados. Durante una época tuve una fiebre Sharpe y me los leí todos. No recuerdo en qué libro era (creo que en Reunión tumultuosa)había una delirante escena de una pelea entre un dobermann y el psicópata Konstabel Els que creo que es una de las veces que más me he reído (a carcajada limpia) leyendo.