viernes, 11 de enero de 2008

Análisis de esperma.

Hace ya unas semanas una amiga me contó que en la universidad se dedicaban a intentar averiguar como serían los espermatozoides de sus compañeros, otorgándoles características humanas en función de como era el propietario.

Y he de confesar que, como juego, puede resultar una forma muy divertida de caricaturizar a la gente sin que nadie se ofenda. Es más, entre mis amigos dimos con algunas definiciones muy graciosas para algunos de nosotros, pero por si acaso no diré lo que pensaron de mi propio esperma, que no es plan de motivar a mis enemigos.



Lo curioso del juego es que todos y cada uno de los espermatozoides tienen un único destino ideal. Y al caricaturizar a la persona a través de sus espermatozoides, en realidad dices mucho de lo que esa persona busca y de como se mueve en su vida detrás de un objetivo. El juego pasa a tener una cara oculta muy interesante...


De todas formas, a mi como biólogo lo que más me interesa es otro reverso de la historia. No tanto como es el espermatozoide de una persona según su personalidad, sino como la personalidad viene marcada por el espermatozoide.

En este caso, no pienso meterme a discutir la influencia de la genética en la personalidad. Mi última experiencia con esa discusión fue con el mendrugo de mi profesor de Ética, que sin saber que yo era biólogo defendía en clase que clones genéticos tendrían personalidades idénticas. Y prefirió no atender a razones cuando le quise explicar como eran algunas cosas.
De hecho, llegó a decir en clase que no existían clones genéticos en humanos, y defendió, desde una postura absurda, la negación a investigar la clonación terapeútica, atendiendo a la diferenciación del ser humano. Como poco, ligeramente atrevido al enseñar a jóvenes universitarios...

En lo que me gustaría centrarme hoy es en la posible selección de espermatozoides para evitar problemas o taras en los futuros humanos.

Es un tema que he de confesar que no tengo del todo claro en sus límites, pero con el que en principio estoy de acuerdo. Facilitar que personas con un hijo enfermo tengan otro hijo capaz de curarle, por ejemplo, no me supone ningún dilema moral. O hacer selección de esperma para decantar un determinado sexo, sabiendo que para el sexo opuesto hay serias posibilidades de que el embrión tenga problemas. Incluso no me parece horrible seleccionar el sexo de un hijo solo por capricho de los padres, mientras sigan queriendo a lo que llegue.

Pero poco a poco nos vamos acercando a la frontera de lo admisible, y podemos caer en una selección de individuos en los que eliminemos a los bajitos, los que pierden pelo, los que tengan problemas de visión... Vamos, que poco a poco vamos acabando conmigo, sin ir más lejos...

Por eso mis dudas. Como regular algo así, y como protegernos a nosotros mismos.

Hoy en día cada vez más la biología se cruza con la ética, y me gustaría conocer vuestra opinión: ¿Dónde creéis que hay que situar los límites? ¿Hemos de ser conservadores, o tomar riesgos? ¿Es más lo que ganamos o lo que podemos perder?

Espero vuestros comentarios, por favor.

4 comentarios:

Alberto dijo...

Selección espermática, clonación, terápia génica... No tengo mucha idea sobre estas cuestiones, pero puede que haya varias cosas mezcladas en tú reflexión. En cualquier caso, yo tampoco tengo dudas (en principio) sobre la utilidad de estas técnicas de cara a evitar enfermedades. Por ejemplo, la selección espermática puede ser muy útil para evitar una enfermedad ligada a los cromosomas sexuales. Si puedo hacerlo, ¿no tengo derecho a evitar que mi hijo sea hemofílico? Yo creo que sí.

Mediante terápia génica se pueden repara genes dañados. En definitiva, es como arreglar una herida o entablillar un hueso roto.

Sin embargo, si vamos un poco más allá, si nos planteamos el diseño de los hijos por cuestiones de capricho, me surgen preguntas, y lamentablemente ni tengo ni creo que las respuestas sean fáciles. ¿Cómo se sentirá una persona creada mediante diseño genético? ¿Cómo influirá esto en su personalidad? Imagino a la gente de pasta pegando caros procesos de selección para tener hijos rubios, altos y fuertes y a la clase trabajadora dejando el diseño de sus hijos al azar evolutivo. ¿Cuales pueden ser las consecuencias de esto?

oligoqueto dijo...

Creo que me has leído mal. No hablo en ningún momento de terapia génica, sino de clonación terapeútica, y es solo como mención a la situación que viví con mi profesor de Ética.
De hecho, todo el post está orientado al uso de la genética en terminos de eugenesia, y los límites de ésta.

Pero como siempre, mil gracias por participar.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mi, la verdad, dilemas morales de este calibre me caen ligeramente grandes. Puedo entender los reparos que tienen a quienes les da miedo el hecho de "manipular" la vida. Pero tampoco me parece ético condenar a un individuo desde su nacimiento a padecer una enfermedad sin remedio (o a una muerte prematura) existiendo una posibilidad de haberlo evitado,...

A propósito de ésto, me acuerdo de un tebeo (sí, en esto se basa la mayor parte de mi cultura) en el que un tipo es hibernado tras sufrir un accidente hasta que la ciencia avanza lo suficiente para transplantar su cerebro a un nuevo cuerpo, porque el suyo tiene una enfermedad incurable (así como suena, es lo que tienen a veces los tebeos). El tipo ha dejado escrito que quiere un nuevo cuerpo atlético, esbelto y rubio, porque él era bajo, regordete y peludo. Cuando por fin se recupera descubre horrorizado que los gustos sexuales de la humanidad han dado un vuelco y los nuevos sex-symbols son todos tipos bajos, regordetes, peludos y desaliñados. Así que nunca se sabe, mejor dejar a la naturaleza que mezcle a su gusto,...

Alberto dijo...

ok, Oligoqueto, you are right, man.