jueves, 24 de enero de 2008

Un Frankenstein diferente...

Empecé a leer libros en inglés en el colegio, obligado por las profesoras de la asignatura del mismo nombre. Entonces no me sirvió de mucho, pero me demostró que era capaz de entender la historia sin problemas graves, y me abrió la puerta a seguir haciéndolo en el futuro.


Y cuando llegó el futuro, me encontró leyendo en inglés por intentar mejorar el idioma y, curiosamente, por gusto, comprando incluso algún que otro libro solo por el placer de leer.


Hoy en día no leo mucho, ni en inglés ni en otros idiomas. Sólo los periódicos, lo que cae por internet y algún que otro libro de vez en cuando. Pero cuando comencé la carrera de biología yo era un lector bastante voraz, aprovechando el tiempo libre que los estudios me dejaban, que por aquel entonces era bastante. Y hoy quiero hablar de un libro que me compré en aquel momento, dejándome llevar por mi pasión por Audrey Hepburn y por mi interés en seguir aprendiendo inglés:




Pygmalion, de George Bernard Shaw.



En realidad se trata de una obra de teatro, lo que lo hace especialmente fácil de leer.

Narra la historia de Eliza Doolittle, una casi analfabeta florista de Londres que es recogida de la calle para recibir instrucción en modales por el profesor Henry Higgins, tras una apuesta con el Coronel Pickering. Posteriormente fue llevada al cine en la película "My Fair Lady", por lo que a estas alturas dudo que le desmonte el cuento a nadie, así que continúo con él.


Como en el relato clásico, en el que el escultor Pygmalion se enamora de su estatua (Galatea, blanca como la leche), el profesor Higgins acaba enamorado de la mujer en la que Eliza se convierte. Si bien en la mitología la magia de Afrodita obra el milagro que, en la historia un pelín más realista de Shaw, se hace imposible. Y el final es, por tanto, triste, pero no por ello deja de ser muy bonito...


Cuando me lo leí en inglés disfruté especialmente de las variaciones idiomáticas que se observan en el primer acto, y de como el profesor Higgins detecta al momento cada expresión y cada acento para determinar sin duda la procedencia de los personajes que le salen al paso. Puede resultar algo costoso hacerse con algunas formas de pronunciación al principio, sobre todo no dominando el inglés al cien por cien, pero una vez cogido el truco resulta muy divertido.
Y las escenas en las que interviene la madre de Henry son también muy reveladoras y especialmente interesantes.

Resulta difícil no caer enamorado de Eliza (sobre todo si la representa miss Hepburn) pero sin duda lo mejor del libro es el peculiar carácter del profesor Higgins, que convierte la relación entre ambos en algo muy divertido, y digno de ser leído.


Os la recomiendo sin duda.



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