jueves, 10 de enero de 2008

Piano, piano...

La palabra piano viene del italiano, y quiere decir suave.
Pero el sitio más "fuerte" en el que he estado en los últimos tiempos ha sido un piano bar llamado Toni2, del que me apetecía hablar hoy.

Este local es una especie de Karaoke con música en directo, donde, eso sí, la música que se puede cantar está limitada al amplísimo repertorio que recorre desde el cuplé hasta la canción romántica italiana, pasando por la melódica española, los grandes clásicos de los crooners americanos o los éxitos del pop patrio de los años 60 o 70.

Como se puede ver, se trata de una selección poco afín con el tipo de música que más me motiva, de la que he dado algún ejemplo en el blog, pero es que el Toni2 tiene algo especial. La gente se junta alrededor del piano, se solicitan las melodías a los tres pianistas del local y se cantan las canciones en una suerte de armonía conjunta que resulta bastante conmovedora. Es como las charlas de Cine de Barrio, pero alrededor de un piano y sin la necesidad de ver una terrible película, que ya era horrible cuando se rodó, para recordar a un famosillo que habíamos prudentemente olvidado.


Lo conocí durante la despedida de soltero de un buen amigo mío. El grupo de personas que formábamos la comitiva del novio imponíamos una dispar relación de individuos muy poco aclimatados al ambiente del local. Para hacerse una idea, entre los asistentes se encontraban los componentes de un grupo de rock, haciendo gala de su estilo en su vestimenta, más propia sin duda de Sex Pistols que de Los Pecos (camisetas sin mangas, collares de tachuelas, tatuajes y piercings incluidos); algunos miembros de la prensa musical especializada, con una estética decididamente indie; otro miembro de una de las más conocidas redes sociales de internet, vestido como un Beatle de transición entre su época más mod y su época místico-yogi-hippie; mi amigo, exponiendo sus mejores galas poperas; y yo mismo, vestido mucho más parecido a Los Pecos que a Sex Pistol. Nos hicimos fuertes en una zona de sofás que queda a la derecha de la entrada, tomando nuestras consumiciones al ritmo de la música y cantando de vez en cuando las pocas canciones que conocíamos.


Por otro lado, arremolinados alrededor de un piano de cola de unos 5 metros de largo, estaba la clientela habitual, compuesta en su mayoría por personas mayores de 50, con muchas de esas mujeres que combaten su vejez poniéndose kilos de joyas sobre su cuerpo y hombres maduros de los que peinan pocos pelos y muchas canas, indefectiblemente trajeados y encorbatados. Había también algunas mujeres aparentemente jóvenes pero espiritualmente muy viejas, vestidas como a sus madres les gusta vestir, acompañadas de ellas en algunos casos, y rodeadas de los caballeros más solteros de la sala prodigándoles toda clase de atenciones.


Y por último, estaban los empleados del local, rigurosamente uniformados y exquisitamente atentos a la clientela, y los propios pianistas, que se paseaban en sus descansos repartiendo saludos, sabiéndose los dueños de la fiesta.


El caso es que en aquel ambiente, que casi se podría denominar sórdido por su impecablemente rancia elegancia, disfrutamos parte de la noche como enanos. Si a alguno de los habituales le resulto extraña nuestra presencia, nadie dijo nada ni se preocupó en deslizar miradas de desprecio o de miedo. Y compartimos su diversión como si fuera propia.

Y es que si algo me gustó del Toni2 fue precisamente que, pese a ser un local raro-raro-raro (al más puro estilo Papuchi en muchos sentidos), lleno de gente absolutamente diferente a nosotros, la atmósfera de entretenimiento sano alrededor del piano se dejaba sentir en cada una de las canciones. Las copas fueron caras, pero el ambiente resulto el perfecto para despedir la soltería de mi amigo, animando las conversaciones entre los presentes y dándole a la noche el giro freak-diferente que la ocasión merecía.


Un local para recordar y para volver alguna noche en la que no haya ningún plan ni ningún prejuicio, para charlar con los amigos y para cantar, si es que se conoce la letra, al calor del sonido del piano.

2 comentarios:

Don Ignacio dijo...

Recomendación impecable, local impecable, noche más que impecable.

Un abrazo, amigo!

oligoqueto dijo...

Fue un placer participar de ella.
A ver si te llamo y nos vemos pronto.
Un abrazo.