miércoles, 6 de agosto de 2008

Doping

Por si alguno no lo sabe, adoro el deporte. Lo he practicado desde que tengo uso de razón, formando parte de diferentes equipos en diferentes especialidades (con pobres resultados por lo general, también es cierto). Y, como espectáculo, estoy enganchado, me encanta seguirlo, por televisión y a veces en persona, cuando tengo ocasión o no hay otra actividad que me resulte de interés (por suerte, se priorizar).
Aun hoy sigo practicándo deporte de vez en cuando, cada vez con menos intensidad después de una lesión de la que ya os hablé en mi post sobre fútbol, pero me sigue pareciendo una de las actividades más liberadoras y reconfortantes, ideal para relajarse y para mantener el ánimo.

Dicho lo cual, y ante la hipocresía en la que creo que se ha convertido el deporte profesional, voy a exponer una idea que prácticamente nadie apoya y que imagino que no gustará a muchos de vosotros: que el doping debería liberalizarse y dejarse al libre albedrío de los deportistas profesionales.

Me explico. Desde mi punto de vista, el deporte profesional hace ya mucho tiempo que dejó de ser deporte y pasó a convertirse en un espectáculo. De hecho, un espectáculo extremadamente lucrativo en muchos casos.

Intentar establecer similitudes entre el deporte que yo practico con mis amigos y ese por el que se pagan millonadas para emitirlo en televisión es como comparar el tiragüitos que nos fabricabamos cuando eramos crios con una metralleta. No tienen nada que ver, e intentar usar el deporte profesionalizado como ejemplo de vida sana es engañarse a uno mismo y engañar a esos niños a los que queremos alejar de una vida de vicios...

No, para mí deporte es esa actividad sana y poco competitiva que hacemos los demas, o incluso el que realizan deportistas de élite en especialidades que no dan casi beneficios. Ese en el que la lucha por superarse y ganar redunda en un beneficio personal no material, y que se nutre de la autosatisfacción más que del dinero de los admiradores.
Pero hoy en día el deporte profesional, ese en el que los deportistas son megaestrellas sobrevaloradas, es de todo menos sano. Esos deportistas realizan esfuerzos sobrehumanos que en muchos casos acaban pagando seriamente cuando se retiran. Y mientras están en activo, son muchos los que no solo apuran al límite con las sustancias que están controladas, sino que son más rápidos que los laboratorios con las que sí lo están. Y todo eso sin que, oficialmente, puedan tomar determinados productos habituales en cualquier botiquín español por ser considerados dopantes.

Con ese panorama, yo preferiría una situación más realista, en la que consideraramos los espectáculos deportivos como puro espectáculo y no nos comiesemos tanto la cabeza con la supuesta nobleza del deporte. Porque esa nobleza está muy ausente en el ambito profesional, y el respeto a las normas se debe a que es una forma útil de conseguir la victoria, más que a una consideración moral o de respeto al rival. Y engañarse al respecto no me parece nada bueno.

En ese sentido, y pese a que no me gusten mucho algunas cosas de los Estados Unidos, está claro que allí lo tienen más claro, y sus reglas antidopaje para los deportes más masivos son menos severas, más permisivas en muchas sustancias que se considera que benefician al espectáculo. Y muchos de sus (y nuestros) mayores ídolos deportivos entrarían en la lista de farsantes que tanto hemos inflado en los últimos años.


Y claro está que el tema de la salud del deportista es importante, pero creo que es algo que debe quedar en su mano, y en su ambición. El lema "no pain, no gain", tan aplicado en cuanto al resultado del esfuerzo, es perfectamente aplicable aquí al tratar del profesionalismo. Si estas dispuesto a arriesgar tu salud por ganar (y se entiende que ganar es concepto más material que el del mero triunfo), es asunto tuyo. Y no soy quién para limitar esos riesgos.

De hecho, si vamos a limitarlos, prohibamos deportes arriesgados como el alpinismo de alta montaña, la mayoría de los de motor, el paracaidismo, impidamos que los gimnastas y los saltadores de trampolín hagan volteretas muy complicadas o apliquemoslo en todas sus consecuencias y analicemos como dejan su cuerpo los corredores de maraton y los marchadores de élite después de una competición...

En realidad, ni siquiera me preocupa el que se produzcan desigualdades por culpa del doping. Doy por hecho que cualquier deportista de élite, para llegar a eso, es un tipo con un físico privilegiado. Y que para alcanzar su status, someten a sus cuerpos a esfuerzos muy cercanos al riesgo de su salud. Si son los mejores es por esa capacidad de lucha y esfuerzo.


Bueno, pues el doping sería un salto que todos los dispuestos a realizar el máximo esfuerzo darían, por lo que no habría un desequilibrio mayor que el que se produce entre aquel que más entrena y el que menos lo hace.

A decir verdad, lo único que me produce rechazo de mi idea es la perdida de romanticismo que se produciría sobre el deporte como efecto del doping. Pero, si soy sincero, eso es algo que se va perdiendo día a día, envueltos como están los deportistas en el brillo de la publicidad, los flashes de la fama y el dinero abundante. Así que en cierta forma sería solo quitarse la careta y adelantar lo que se nos viene cada día más encima.


Quizás esté siendo muy cínico, y plantee todo esto desde un punto de vista muy feo. Pero en realidad es porque me parece algo que carece de la importancia que se le da. Y porque al darle esa importancia mediatica y luego empeñarnos en machacar a los culpables que antes hemos entronado, lo que me resulta es extremadamente hipocrita.

Y, que quereis que os diga, puestos a elegir, prefiero ser cínico a hipocrita...

5 comentarios:

Rara Avis dijo...

Es curioso tu post de hoy porque conozco a una persona que desde hace más de un año está totalmente obsesionado con el culto al cuerpo... me explico... verás, comenzó a ir al gimnasio por el simple echo de comenzar a adelgazar, lo cual está muy bien porque fue un reto que poco a poco con su esfuerzo consiguiera bajar de peso. Ahora lleva unos seis meses intentando ponerse unos abdominales de esos tipo Spartan, ya sabes como si estuvieran dibujaditos a la perfección. Como no conseguía su meta, es decir que el volumen de todos y cada uno de los músculos aumentaran como si fuera lo único que importarse en esta vida...
Ahora, desde hace unos 3 meses ha comenzado con la proteina, los batidos y demás guarrerías que me dan un asco terrible...

El deporte bajo mi opinión, con moderación y más si es como éste...

besitos!!!

oligoqueto dijo...

Eso de tu amigo se llama vigorexia, y no es nada sano.
El deporte amateur está bien, muy bien. Ojalá todo el mundo practicara alguno, que somos el pais europeo con mayor porcentaje de obesos.
Y ser obeso no es sano.

Jove Kovic dijo...

Ser obeso no es sano, lo digo en mi calidad de cienkilista. Pero, como hombre de ciencias que eres, corroborarás mis palabras cuando digo que son más sanas mis tapitas, cañitas, helados, y aversión a la práctica de casi todo tipo de deportes, que las mierdas que se meten los deportistas de élite. ¿ Verdad?

oligoqueto dijo...

No, no, si creo que dejo bien claro que el deporte de élite no me parece sano.
Ahora, en este país nos cuidamos poco. Y es una lástima que con la buena alimentación de la que tradicionalmente disponemos, ahora seamos el pais europeo con mayor número de obesos.

Nos falta más deporte, a todos.

Alberto dijo...

Estoy de acuerdo, sobre todo en eso de la buena comida que tenemos en spain. De hecho, una de las primeras cosas que voy a hacer cuando llegue es meterme entre pecho y espalda una buena paella, o un buen pollo asado de los que hace mi madre (que son los mejores, por cierto), o un buen cocido, o unas croquetas caseras (también de mi madre)...