martes, 19 de agosto de 2008

Como encender un fuego (II).

Bei-Jing, 2007

Ante una mesa redonda, 90 chinos miembros honorarios del Partido, uniformados, con un alto comisario (el honorable Chuan) encabezando la reunión, indicando como debe ser la ceremonia de inauguración. El resto escuchan con mucha atención, y rara vez parpadean, por lo que sus ojos solo se hidratan con las gotas de sudor que les caen por la frente. Llevan 26 horas reunidos, pero de allí no saldrá nadie hasta que se haya dado una buena idea sobre como encender el pebetero. Ya llevan 25 horas callados y observando, pero nadie ha ofrecido una idea.

De repente, tras valorar muy detenidamente si la magnitud de sus palabras puede ser o no motivo para que sus hijos acaben en uno de los nuevos centros de reprogramación mental que el gobierno está probando, con mucho éxito en las exposiciones de "Bodies" a lo largo del mundo, el señor Chen alza la voz:
(Os traduciré literalmente al castellano para los que no sabéis chino)

- Honorable Chuan y resto de honorables hermanos de la patria. Si en su infinita benevolencia me permiten expresar la humilde opinión que un miserable agente del partido de 5º grado como yo puede aportar a la mayor grandeza de este majestuoso comité...

El Honorable Chuan mira con un gesto de desprecio y asiente muy lentamente esperando la opinión del humilde Chen, que continua:
(Os traduciré no literalmente al castellano, para no cansarnos)

- Honorable Chuan, señores. Creo que para igualar la espectacularidad de las citas anteriores, deberíamos hacer que un astronauta chino flote sobre el estadio con una mochila de cohetes (Los Angeles 84'), encienda ahí arriba una flecha y la lance sobre el pebetero.

El señor Chen calla, esperando respuesta, mientras en su bolsillo vibra su iPhone falso de marca Hai Dao, anunciándole que su familia acaba de ser trasladada a una cárcel de Xinjiang.
Ante el silencio toma la palabra el honorable Chuan:

- Señores, deben estar a la altura de la situación. Debemos demostrar que China es la nueva potencia emergente, por encima del resto de países del planeta y con una fuerza y un potencial inigualable. Nosotros, los chinos, hemos de hacer cosas que nadie haya hecho, demostrar nuestra fuerza y capacidad de sufrimiento para sobreponernos y sobrepasar al resto.

- Señor - toma la palabra el minúsculo Chang-, tal vez si alguno de nosotros se quemase a lo bonzo y se arrojase al pebetero sería una demostración muy clara de nuestra capacidad de entrega y sufrimiento por el país, aparte de ser algo muy oriental...

- Tendré en cuenta su voluntad, señor Chang -responde el honorable Chuan-. Pero no nos rebajaremos a imitar a los vietnamitas. Además, necesitamos algo que sea más aceptable para los occidentales. Piensen señores, algo que demuestre que el hombre chino es capaz de alcanzar cotas que ningún otro hombre haya alcanzado, y que nos ponga por encima del resto de hombres.

- Entonces creo que tengo la solución, honorable Chuan -se lanza el execrable Huang, aun sorprendido por su propia arrogancia-. Honorable, lo que debemos hacer es que uno de nuestros prohombres ande por las alturas del estadio, sobre todas sus cabezas, inalcanzable, hasta llegar al pebetero, en una imagen que se recordará siempre y nos situará por encima del resto de pueblos para la eternidad.

- Hmm, me gusta como piensa, execrable Huang...


2 comentarios:

Rara Avis dijo...

jajajaja ¡¡¡que humor!!!

besitos guapo!!!

Jove Kovic dijo...

Snif, gracias, en mi calidad de ex-comunista estas cosas me llenan los ojos de lágrimas. ¡ Qué emoción tan grande!