Hace unos años, cuando a Garci le dieron el programa de cine en TVE, una de las primeras películas que emitió fue "Jennie", un maravilloso film de 1948 con Joseph Cotten y Jennifer Jones como protagonistas.
Recuerdo que estaba cursando 2º o 3º de BUP, y que la película me impactó de tal manera que una de sus frases se me quedó clavada para siempre:
"La vida no es vida hasta que se ama y se es amado. Después, ya no existe la muerte"
Por respeto al recuerdo de esa frase, no me había atrevido a verla de nuevo hasta ayer, aunque la tenía comprada desde hace un par de años cuando conseguí encontrarla en la FNAC.
La verdad es que la recordaba como una película muy buena, y no quería que la realidad, tozuda, me demostrara una vez más que sólo era así en mis recuerdos (me ha pasado más de una vez, y hoy por hoy no se si prefiero un recuerdo erróneamente precioso a una realidad irrefutablemente pobre) .
Pero ayer me lancé a verla y recordé porque me había marcado tanto.
Creo que jamás he visto una película más cercana a la expresión "amor atemporal", y no sé si fue fruto de la novela en que se basa o de la adaptación que se realizó para el cine, pero plasma con una precisión aterradora lo que significa un amor más allá de la muerte.
A lo largo de la película, en un par de ocasiones, se hace mención a que el buen arte refleja cosas atemporales, cosas que se podrían apreciar por igual en cualquier momento de la historia.
Y a la hora de aplicar la idea al amor, el guión da un paso más y plantea una busqueda del mismo más allá de la duración de la vida de los amantes. Una busqueda que une al fantasma de Jennie, obsesionada con encontrar el amor, con su amante predestinado, en un tiempo diferente del que les correspondía por naturaleza.
Esa busqueda del amor en el tiempo tiene su contrapunto en la busqueda de la inspiración por parte de Eben, el protagonista masculino de la película, pintor que duda de su propia capacidad hasta que se encuentra con el verdadero objeto de su arte, su verdadera inspiración, y decide perseguirla más allá de la propia realidad.
El producto de todo ello se plasma en el retrato que da nombre a la película original ("Portrait of Jennie"), que representa ambas obsesiones, y que queda finalmente expuesto para todos nosotros como la victoria del amor por encima del tiempo, la vida y la propia muerte.
Sin duda, la película más romántica que he visto nunca.
No dejeis de verla...
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