sábado, 5 de enero de 2008

Ojalá fuera solo complicado...

Leía el mes pasado uno de mis blogs de referencia, y su creadora se preguntaba "¿Por qué nos complicamos tanto?".

Su pregunta era de índole personal, se encontraba en el plano del comportamiento humano, el suyo concretamente.
Pero era una pregunta que, sin saberlo, resultaba equivocada. Porque en realidad nosotros rara vez nos complicamos, no. En realidad nos hacemos cada vez más complejos...

Y si estáis dispuestos a seguirme, os explicaré a que me refiero (advertencia seria: ladrillo de los gordos a pocas líneas, solo leer en caso de extrema curiosidad).


Empecemos por el principio:

Se denomina sistema complejo a aquel formado por varias partes interrelacionadas de tal manera que esas relaciones contienen información suplementaria y oculta para el observador. Como consecuencia de estas relaciones, el sistema posee propiedades que no aparecían en sus elementos conformantes, denominadas propiedades emergentes, y que solo son observables cuando se tiene el sistema al completo.

Como contraposición, un sistema es complicado cuando la información contenida en el sistema es únicamente la suma de la información de las partes, y su funcionamiento es predecibles a partir exclusivamente de la suma las propiedades de cada una de sus partes.


Pues bien, estas definiciones tan aparentemente simples encierran todo un mundo de posibilidades y filosofías diferentes.
Y si se sabe entender lo que se nos dice, se puede esbozar como nuestro mundo se relaciona desde lo más pequeño hasta lo más grande en saltos organizativos crecientes, obteniendo una visión global de lo que de verdad somos.


Así, en un primer nivel de complejidad, conceptual en este caso, aparecen las matemáticas.
Estas rigen las interacciones más básicas, las de la pura lógica y el cálculo. Son la base de todo, la herramienta principal que construye lo que nos rodea. Todo lo que conocemos establece relaciones que, de una forma u otra, se definen matemáticamente. Las formas de las cosas, las cantidades... y más que surge según avanzamos, en un nivel puramente abstracto.

En el siguiente escalón, se encuentra la física. En la interacción del tiempo, la materia, la energía y su transformación... Todo ello desde el nivel inferior, escalando a un nivel de complejidad que no es solo matemáticas, pero que se estructura con ellas.

Llega ahora la química. Apoyándose en la física, va más allá en su estudio de las relaciones entre materia y energía, sirviéndose de las propiedades que emergen al juntarse estas. Y permite avanzar en el conocimiento de lo que nos rodea hasta un nuevo nivel, mucho más cercano, más fácil de tocar, menos abstracto.

Y besando la química, en la que reposa, tenemos la biología. La conjunción de ciertos compuestos químicos que, en su mágica relación, consiguen autoreplicarse, obteniendo para ello energía del medio, relacionándose con este básicamente para no desaparecer...


Los siguientes escalones los analizaré desde un punto de vista evolutivo. Al estudiar biología, uno se da cuenta de que la agregación de partes que conforman la materia viva, en diferentes patrones y esquemas organizativos, nos lleva desde organismos relativamente sencillos como las bacterias a organismos cada vez más complejos.

Se pasa así de células procariotas a eucariotas. Se salta de seres unicelulares a comunidades y organismos pluricelulares. De organismos sin especial diferenciación celular a organismos con tejidos (piel, sangre, músculo), luego con órganos diferenciados (corazón, riñones, hígado) y luego con sistemas especializados (sistema respiratorio, nervioso)...

Pero estos saltos no son una simple complicación por agregación. Sino que son un cambio mucho más grande, un salto en complejidad que establece por si mismo una diferenciación esencial.

El siguiente paso es más profundo y menos físico. En las relaciones de algunos de los sistemas anteriores, se adquieren propiedades que permiten al organismo tomar conciencia. Se trata de recoger la información del ambiente y procesarla, pero yendo más allá, estableciendo relaciones que definen al individuo y su entorno.

Y poco a poco se llega a la elaboración de pensamientos cada vez más complejos, hacia la adquisición de niveles crecientes de lo que llamamos inteligencia.

El ser humano representa así el eslabón más complejo conocido de desarrollo intelectual, lo cual no quiere decir que esté más evolucionado biológicamente hablando, simplemente que es más complejo.



Y ha profundizado en su propia complejidad de una forma consciente, elaborando nuevos sistemas más complejos. Ha desarrollado sistemas sociales, políticos, económicos... sistemas suprahumanos con sus propias leyes y relaciones...
Los siguientes niveles son, por tanto, de tipo social y psicológico, intelectuales.


Bueno, pues si juntamos todo eso, vemos porqué la pregunta del blog de la vecina estaba equivocada.

Uno no sólo se complica la vida, no es sólo sumar problemas. En realidad, uno se la va haciendo cada vez más compleja, sumando a los diferentes problemas que nos surgen los derivados de las relaciones entre ellos y con nosotros mismos. Son esas propiedades emergentes que hacen de nuestra vida algo maravilloso y terrible que nunca podemos explicar del todo.

Algo constantemente nuevo y que ni conociendo cada elemento de lo que somos podríamos predecir.

Simplemente, lo que somos, pura complejidad aun no explicada.

2 comentarios:

Alberto dijo...

Toma ya, Oligoqueto, vaya speech complicado...o complejo...o...bueno, lo que sea
;-)

oligoqueto dijo...

Me alegro de tenerte de vuelta, Alberto.
La verdad es que se ma ha ido un poco de las manos este post. Debería ser más largo, y estar dividido en partes mejor explicadas. O no ser, directamente...
Ya me dirás que te parece...
Un abrazo.