viernes, 7 de marzo de 2008

Voto útil.

El miércoles pasado mi jefe me puso en alerta respecto a cierta página web de la que no tenía ni idea pero que me ha resultado especialmente interesante. Se trata de la página del "Utilómetro", un proyecto sin ninguna afinidad política declarada que intenta poner de manifiesto los fallos de nuestro actual sistema electoral y que, aunque no se decante por ninguna solución, también ofrece algunas posibilidades más equitativas. Además incorpora una utilidad que permite conocer, en función de tu provincia e intención de voto, la utilidad que este tendría, explicándote el porqué.

Es una página muy recomendable que puede abrir los ojos a muchas personas que desconocen como se reparten los votos de cualquier elección que se realiza en España. Y que, en cualquier caso, permite conocer el valor real de tu intención de voto, dándote herramientas para decidir con mayor certidumbre si es que andas dubitativo.


Lo cierto es que el panorama político actual nos lleva a ciertos desajustes que hacen que la distribución del voto no se corresponda con la de los diputados obtenidos. Y que ese desajuste no solo nos lleva a un bipartidismo de hecho, sino que además beneficia a los partidos capaces de concentrar su voto en circunscripciones concretas (básicamente, algunos nacionalistas), haciendo casi invisibles a otros que obtienen porcentajes de voto muy estimables a nivel nacional (básicamente IU).
Para mí la consecuencia de esto es negativa. No porque perjudique a IU y beneficie a esos nacionalistas, sino porque no representa la realidad del voto y la voluntad de los votantes. Y porque, si tuviésemos un sistema menos tendente a premiar la concentración de voto, sería más fácil que partidos más pequeños pero con buenas ideas accedieran al parlamento, y la gente no pensaría que votarles es tirar el voto a la basura.


Tal y como yo lo veo, el sistema actual nos condena a tener dos fuerzas bastante equilibradas pero incapaces de gobernar en solitario, lo que conduce a otorgar a los partidos pequeños (normalmente los nacionalistas), con los que se ven obligados a pactar, una fuerza que no les corresponde. Si a eso sumamos que esos partidos nacionalistas se han visto premiados por la concentración de voto, podemos llegar a paradojas como que el 1,6% del voto válido (el porcentaje obtenido por el PNV en 2004) tenga en realidad un poder muchísimo mayor.

Para mí sería infinitamente más interesante un panorama político en el que más partidos tuviesen oportunidad de defender sus ideas con suficiente fuerza como para ser escuchados. Partidos capaces de hacer de balanza entre los mayoritarios, obligándoles a alcanzar acuerdos de gobierno menos escorados.
Y para que eso fuera así, lo que de verdad me gustaría es que esas fuerzas viniesen de partidos de centro capaces de apoyar causas justas de un lado o de otro, una cuarta vía diferente de la izquierda, la derecha y los nacionalistas, porque estos últimos partidos se están demostrando, muy a mi pesar, demasiado excluyentes.


Pero no parece que estemos encaminándonos en esa dirección, sino todo lo contrario.
Más probablemente, nos iremos acercando a una radicalización en la polarización de ideas de la política nacional, de forma que los que harán de reguladores de ambos partidos serán, con cada vez más poder, los partidos nacionalistas. Estos seguirán obteniendo ventajas de su posición, con lo que también aumentarán sus apoyos en sus regiones de procedencia. Y con todo ello, acallaremos las voces diferentes que puedan surgir en el parlamento, y dejaremos de tener verdadera disparidad de ideas para afrontar el gobierno de la nación. Todo paras volver a más de lo mismo.


¿Y que se necesita para que las cosas cambien?
Tal y como yo lo veo, solo hay dos opciones:
1. La traumática: Uno de los partidos grandes sufre una escisión hacia el centro suficientemente importante como para atraer en plan masa gravitatoria a parte del electorado más moderado del otro partido grande.
2. La equitativa: Nos ponemos de acuerdo en cambiar la ley electoral y nos otorgamos un sistema que premie mejor el voto de los ciudadanos. Y con el tiempo, el ciudadano aprende a repartir ese voto en diferentes partidos bien representados, y no tiende tanto al voto útil.

Puestos a que se produzca alguna, mejor la segunda, que implicaría voluntad de cambio, y no accidentalidad.
Pero no me llevo a engaños, la verdad.
Favoreciendo tanto a los partidos grandes el sistema actual, ¿alguien se cree que pueda cambiar algo?...

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