No, no voy a romper la tradición del blog de intentar quedarse aparte de la política actual española. Simplemente hoy quiero tratar de algo que debe cambiar: la forma en la que entendemos la democracia y el ejercicio del poder.
Según la wikipedia, tenemos "democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo. Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Por último, hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios."
En la práctica, aunque de vez en cuando se den algunas consultas al pueblo sobre temas concretos, la democracia que vivimos en España es indirecta o representativa. Y en definitiva, viene a ser que uno ejerce su mínima cuota de poder una vez cada cuatro años y después se pone en manos de sus elegidos para que hagan y deshagan según consideren mejor.
Planteado siempre desde un punto de vista práctico, esto es absolutamente normal. Tratando temas de trascendencia vital para el devenir de un Estado, es necesario hacer planteamientos como mínimo a medio plazo, lo que requiere dotar al gobierno de la nación de una estabilidad temporal suficiente. Y, por otro lado, hasta hace bien poco resultaba imposible dotarnos de un sistema capaz de facilitar consultas populares constantes para definir las políticas del Estado, por lo que era necesario dejar todo en manos de nuestros representantes.
Pero con los avances tecnológicos con los que convivimos hoy en día, empieza a ser posible otra forma de desarrollar la democracia, dirigiéndonos al menos a una democracia participativa en la que el ciudadano pueda ser consultado con cierta frecuencia sobre distintos temas. Es decir, con un buen sistema de identificación del ciudadano, a través de certificados digitales de alta seguridad en el propio DNI (como ocurre con el nuevo eDNI - DNI electrónico) y una red pública de comunicaciones lo suficientemente amplia, podríamos participar con mayor frecuencia en las tomas de decisiones de los aspectos más importantes del gobierno de España. Sería factible convocar plebiscitos extraordinarios entre legislaturas en los que fuésemos directamente los ciudadanos los que emitiésemos nuestra opinión, con lo que nos sentiríamos mucho más partícipes de la marcha de nuestro país. Aparte de que otorgaría al sistema una flexibilidad mucho mayor de la que hoy dispone, e impediría que según que políticas de partido fueran determinantes por encima de la voluntad del pueblo.
Evidentemente, esto no es una cosa aplicable de la noche a la mañana. Pero a donde yo quiero ir a parar es a que si algún día queremos tener una participación de ese tipo, y dado que en teoría en menos de 10 años todo el mundo dispondrá del eDNI, es necesario empezar a desarrollar las estructuras que lo legislen y faciliten. Y para eso hace falta voluntad política para proponerlo, disponerlo y ejecutarlo (y dudo de tal voluntad).
Está claro que hay muchos problemas a afrontar antes de llegar a una solución como la que propongo. Pero creo que, para obtener una democracia más fuerte y menos dependiente de los partidismos, esa es la dirección en la que debemos andar. O eso u olvidarnos de democracias y demás y encontrar un buen método aristocrático (entendiendo como tal el término clásico de gobierno de los mejores) en el que podamos poner nuestras vidas en manos de personas que sean de total confianza.
Aunque está claro que, hoy por hoy, cualquiera de las dos opciones es pura utopía...
miércoles, 5 de marzo de 2008
Cambio político.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario