miércoles, 26 de marzo de 2008

Próxima estación... ¿Sevilla?

Uno está acostumbrado a leer en los periódicos un montón de cosas sobre los trenes españoles.
Que si las infraestructuras son una mierda, que si se retrasan más de la cuenta, que si la alta velocidad es menos alta de lo que debería...
Y últimamente, con los "desastres" de Cataluña relacionados con sus cercanías y su AVE, más aun, por lo que no se espera de ellos nada bueno.
Así que, habiendo escuchado lo que os voy a relatar, he pensado que merecía la pena contarlo aquí, para darles un voto de confianza.

El caso es que mi amigo el humorista tuvo hace unos días una actuación en Ciudad Real. Y estando como está a un tiro de piedra en tren, decidió irse para allá en el AVE, apurando el horario para pasar el mayor tiempo posible en casa.
Despistado como es, bajó al andén, donde se encontró con un par de trenes, uno a cada lado. Y entonces una amable azafata de Renfe le indicó que el tren estaba apunto de salir y que se metiera rápidamente en uno de ellos.

Bueno, pues una vez dentro y con el tren en marcha, resultó que el tren que había cogido no paraba en Ciudad Real. Seguía su camino directamente hasta Sevilla, atravesando su destino sin detenerse, y llegando a la capital andaluza sin darle tiempo a volver atrás para llegar a su hora al local de actuación.
En principio mi amigo dio la actuación por perdida, pero les comunicó a las azafatas lo que le pasaba, y le dijeron que iban a ver si se podía hacer algo. Y, para sorpresa de mi amigo, y posiblemente de todo el pasaje, entre el maquinista y el jefe de estación de Ciudad Real tomaron la decisión de hacer una miniparada no prevista para permitir a mi amigo bajarse.
Una vez abajo, el jefe de estación le recibió y le comunicó que había tenido suerte, que esa era la primera vez que el recordaba que se hubiera hecho algo parecido, y finalmente mi amigo pudo llegar a tiempo a su actuación.


Yo imagino que irían sobrados de tiempo, con margen suficiente (de hecho, si hubiesen llegado tarde a Sevilla, Renfe hubiera tenido que devolver parte del billete al resto de pasajeros, así que dudo mucho que ni el maquinista ni el jefe de estación se hubiesen expuesto a ese riesgo), pero no deja de ser un detalle muy a tener en cuenta. De hecho, entre mis amigos le recriminamos el no haber invitado al jefe de la estación a la actuación, y le conminamos a enviar una carta de agradecimiento, porque la situación es realmente rara (si mi amigo fuese muy famoso, todavía, pero apenas ha salido en televisión, así que es aun un desconocido), y merece tal agradecimiento.

A mí esta historia lo que me dejó al menos fue una sensación de buen rollo. Como si aun se pudiera confiar en las personas aunque las normas y las empresas estén por encima. Y como si la bondad anónima aun estuviese de moda.
Solo espero tener la misma suerte si algún día se da un caso similar. Y a ver si no se trata de un caso aislado y se repiten estos actos de buenismo más a menudo, que seguro que todos los agradecíamos...

1 comentario:

Luna Carmesi dijo...

No es muy habitual eso que ha pasado en la entrada... Ufff... Tuvo mucha suerte!