viernes, 14 de marzo de 2008

Karaoke.

Hace unas semanas estuve en un karaoke con algunos amigos.

He de confesar que, pese a que los frecuento poco y que por lo general su ambiente es un tanto demasiado "Belén Esteban", me gustan, no puedo evitarlo.

Tengo algún amigo más aficionado, y alguno que incluso no canta mal. De hecho, recuerdo que mi amigo el humorista, hace unos años, celebró su cumpleaños llevándonos a un karaoke y nos hizo una interpretación de "Yo soy aquel", caracterizado como Raphael, digna de ser vista. Aunque en mi caso mi propia experiencia no es como para tirar cohetes.

Por lo general, cuando acudo a uno, escojo algo fácil como "Dejame" de Los Secretos, o "La chica de ayer" de Nacha Pop. Me las sé de memoria y no se me dan mal del todo, así que hago un papel "digno". O al menos esa es mi sensación, porque una de las cosas que más me llaman la atención de los karaokes es que uno apenas se oye por los altavoces y se cree que lo está haciendo de puta madre aunque parezca un cerdo en San Martín.

Pero la primera vez que fui a un karaoke cometí el error de no medir adecuadamente mis fuerzas y me dió por pedir "Roxanne", de The Police. Que también me la sé de memoria, y la he cantado mil veces mientras escuchaba la voz de Sting a través de los auriculares, o en bares repletos con la música a tope. Pero yo solo, subido a un escenario, queriendo sonar aceptablemente...


El comienzo de la canción es relativamente sencillo, asequible. Pero cuando la canción se pone dura, cuando llegan esos agudos que Sting saca con tanta facilidad (le he oido en directo y tiene una voz prodigiosa), seguirle se convierte en una quimera.

Yo, al principio, intenté forzar para llegar a las notas. El resultado fue más parecido a los sonidos de los adolescentes cuando cambian la voz que a otra cosa, así que rápidamente cambié de táctica.
El segundo intento consistió en cantar en falsete. "Coño", me dije, "si los Bee Gees pueden...". Y me puse a cantar como si me estuviesen estrujando las pelotas. Pero la canción quedaba totalmente desvirtuada cantada así, aparte del hecho de que la gente ya empezaba a mirarme con esa típica sonrisa tan reconocible de "pobre, lo está intentando, pero... a ver si acaba...".
Y al final me rendí ante la evidencia, subí el tono varias notas y mal terminé la canción como pude. Me fui del escenario con el rabo entre las piernas y el orgullo por los suelos, ante las risas de mis amigos, consciente del crimen que acababa de cometer sobre una de mis canciones favoritas...

Como ya he dicho, desde entonces arriesgo más bien poco. Pero sigue pareciendome un divertimento curioso y apetecible para repetir de vez en cuando.

Ahora, eso sí, Roxanne no volverá a caer en la vida. Antes intento un aria de opera, o me lanzo con el "Sobreviviré" de Monica Naranjo o el "Eloise" de Tino Casal. Tropezaré de nuevo, e igual me mato, pero no será dos veces con la misma piedra...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, al menos saliste de allí con el rabo entre las piernas, que si lo llegas a hacer con él en la mano,...

Anónimo dijo...

Jijiji, muy bueno ese comentario. Pero bueno, seguro que no fue tan horroroso. Claro que yo no lo hago ni "jarta güiski" Yo sólo canto en la ducha o con el Sing Star en casa (cualquier día los vecino llaman a la policía)
Matilla