viernes, 21 de noviembre de 2008

El muro.

Como ya comenté por aquí, el año pasado estuve unos días en Berlín, disfrutando de una ciudad que me parece maravillosa y llenándome de conocimientos maravillosos sobre la ciudad, sus museos, su historia. Fue un viaje increíble que prometo repetir.

Una de las cosas más visitadas y recordadas de Berlín es, incuestionablemente, el muro, esa franja de pared que separó el Berlín liberado de la Alemania Oriental que lo rodeaba. Y ese muro cayó en 1989, historia que podéis leer con mayor interés en la Wikipedia.

Pero hay otros muros que van cayendo día a día. Muros de los que solo aquellos que hayan corrido algún maratón saben de verdad, y que están tanto en nuestra cabeza como en nuestras piernas. Muros como el que derribó el pasado 28 de septiembre Haile Gebrselassie, al batir el récord del mundo de la distancia (42.195 metros), dejándolo en 2:03:58; también en Berlín, como si fuera una señal. Un tiempo que es algo así como una salvajada...


Hace unos años decidí, junto con un compañero de un equipo de fútbol sala en el que jugaba, hacer un maratón. Nos preparamos durante unos meses, y ambos conseguimos completarlo, si bien en tiempos muchísimo más discretos. Y aunque por aquel entonces yo ya conocía el concepto de "el muro" relacionado con el maratón, la verdad es que pude descubrir por mi mismo exactamente a que se refería.

Se conoce como el muro al punto kilométrico 30 del maratón. Bueno, más que al punto físico, a todo lo que se siente en él, lo que implica.
Es un momento crítico, porque es un punto en el que la distancia que resta es todavía muy larga, pero el cansancio acumulado hace una mella muy importante. Y es el muro porque, si estás sufriendo mucho y no estás bien preparado mentalmente, se transforma en un obstáculo insuperable. La retirada es casi segura.
Si alguno de vosotros ha participado en maratones o ha hecho carrera de larga distancia, sabrá a que me refiero. Hay momentos cuando uno sale a correr en que, si te puede el cansancio, hechas espuma por la boca y sientes que te vas a morir en el esfuerzo. Bueno, pues cuando uno es un corredor aficionado sin mucha preparación, esos momentos llegan seguro a lo largo de un maratón, es una distancia muy larga. Y solo si estás muy convencido de terminar la carrera consigues atravesar el muro.

En mi caso, mi complexión física no es muy propicia para el maratón. No soy muy alto, y no estoy gordo, pero tengo piernas muy fuertes, bastante recias después de muchos años de deporte y con una genética que ha hecho que mis gemelos sean especialmente rotundos. Para que os hagáis una idea, ahora que me acerco poco a poco a los 80 kilos, y midiendo algo más de 1,70, mantengo una apariencia bastante delgada.
Pero, para correr larga distancia, mucha musculatura es sinónimo de gasto de energía, y gasto de energía es agotamiento. Cuanto más ligero seas, mejor. Y si encima eres espigado, más mejor aun.


Aquel maratón yo cumplí la media maratón marcando casi como un reloj el ritmo al que nos habíamos entrenado. Lento, pausado, destinado a terminar la carrera más que a terminar con nosotros. Pero a medida que me aproximaba al kilómetro 30 mis piernas iban agotándose, y mi cuerpo me decía que algo iba mal. Y nada más cruzarlo tuve que pararme y decir adiós a mi compañero, porque estaban empezando a subírseme los músculos de las piernas.
Como cada 5 km había un puesto de atención y masaje, entré para que me relajaran las piernas e intentar así acabar la carrera, pero fue un error. Me enfrié, y para cuando salí, donde antes solo se me estaban montando algunas zonas del cuádriceps, ahora toda la pierna me decía que parara. Y tras un par de kilómetros más corriendo, tuve que empezar a andar, renqueante.

He de agradecer que había llevado una preparación psicológica bastante buena junto con mi amigo, y estábamos muy convencidos y decididos a completar el maratón, porque sino llega a ser por eso, me hubiese retirado. Los meses juntos imponiéndonos la disciplina del entrenamiento y conjurándonos para acabar nos habían forjado a fuego en la cabeza la vista de la meta .
Y por eso no me rendí. Y derribé el muro combinando pequeñas carreras en las que cada vez se me montaba un músculo diferente, y largos paseos en los que la musculatura se me relajaba lo suficiente como para seguir corriendo.
Al final terminé la carrera media hora después que mi amigo, pero con la satisfacción de haber hecho el último kilómetro a tope, olvidándome de mis dolores, para poder decir que había llegado a Neptuno corriendo.


Cuando hace dos meses Gebrselassie batió su récord, no pude evitar maravillarme, pues ese récord implica hacer cada kilómetro a un ritmo de 2:56 minutos, lo cual es tremendo (probad a correr a toda velocidad un solo kilómetro, a ver cuantos sois capaces de hacer esa marca. Y luego imaginaos haciéndolo 42,195 veces seguidas...).

Y tampoco pude evitar recordarlo todo de nuevo. Viviéndola, fue una experiencia terrible. Pero hoy lo recuerdo como algo muy positivo, de lo que aprendí mucho: cosas que te cuenta el sudor y el esfuerzo y en las que no siempre caes.
Así que después de ese récord, y aunque llegue con retraso, este post era casi casi obligatorio.

8 comentarios:

Jove Kovic dijo...

Te doy mi sincera enhorabuena, lo digo sin ironía, aunque a mí la práctica deportiva me deje más bien indiferente.
Saludos muy cordiales desde BCN.

Jordim dijo...

yo moriría en el intento, antes soy capaz de comer a base de verdurita..

saludos

Rara Avis dijo...

jajajaj mira que he acabado un poco agotada con tanto correr... es que a mi el deporte me cansa....

pero el post buenisimo desde luego!!!

besitos grandotes....

Alberto dijo...

Joder, a mi se me han montado los músculos con sólo leerte ;-) Un abrazo!

Anónimo dijo...

Vaya! No conocía esta versión de Pink Floyd...

oligoqueto dijo...

Jovekovic: Gracias. Yo soy un adorador del deporte, así que valoro tu enhorabuena como desinteresado.

Jordim: Las verduras las toco poco... Y casi perezco en mi intento, creeme.

Ayshane: Gracias por lo del post. Me alegro de que aquel sufrimiento no solo pueda ser recordado con cariño por mi parte, sino que te haya hecho reir a ti.

Alberto: Pues mira que tu, con ese cuerpecillo, serías muy bueno en largas distancias a poco que le dieras... Un abrazo.

Maratónito: No, y dudo mucho que Pink Floyd la conozca tampoco.

Jove Kovic dijo...

No hay de qué, hombre. Saludos.

Anónimo dijo...

Yo mas de una vez he tenido tentaciones de participar en uno, pero luego soy realista y digo: ande vas!!!!!! jajajaja quedaría en ridículo porque fijo que a los 5km( si llego) me retiro por agotamiento :D