miércoles, 6 de mayo de 2009

Tierra mojada.

Me acuerdo hace unos años, uno de esos infumables anuncios de compresas que preguntaba de forma muy inocente: "¿A que huelen las nubes?".
Sum, sum. Sum, sum...
Era un anuncio de esos que no te gustan, aunque marquen época y nunca llegues a olvidarlo. Pero a mí me gustaría fijarme con más detenimiento en la pregunta, porque realmente no sabría que contestar...

¿Porque me ha dado por recordar eso? Bueno, sin venir demasiado a cuento estaba pensando en olores, en lo que me sugieren, los que me gustan y me desagradan. Y en como hay algunos aromas que se te quedan marcados y nunca olvidas.
En mi caso, mi olor favorito, uno con cierto poder terapéutico que me relaja casi en cuanto lo huelo, es el olor a tierra mojada. Hay otros que tengo fijos en la mente, como el de algunas colonias frescas que me huelen a familia (la clásica de Nenuco para bebés o el Agua de Colonia Concentrada de Álvarez Gómez). Y otro inolvidable es el del gel de baño Badedas, que era el que se usaba en casa de mis abuelos y que es otro olor íntimamente ligado a mi infancia.
Pero ninguno tiene el efecto de la tierra húmeda al comenzar a llover, sobre todo en primavera o verano, cuando no hace frío y el suelo lleva un tiempo seco.

Es uno de esos olores muy característicos que casi todo el mundo reconoce y agradece (excepto los enólogos). Y es muy singular porque es especialmente puro, se diferencia instantáneamente de casi cualquier otro olor y no es fácil localizar olores que se le parezcan mínimamente.
Según aprendí de algunos compañeros biólogos, se debe sobre todo a una sustancia llamada Geosmina, secretada por algunas bacterias y hongos que habitan en el suelo, y que es arrastrada por la humedad al comenzar la lluvia. Y creí, al conocer el misterio, que quizás con aquello perdería cierta parte de la magia que el olor tiene para mí.

Pero el otro día, saliendo a la calle mientras caían unas gotas de lluvia, volví a recordar a que se debe ese estupendo olor. Y comprobé una vez más que hay cosas que no pierden la magia por mucho que destripemos sus trucos.
Y me hizo pensar que seguramente es por eso que, mucho mas allá de lo que la ciencia nos impulse, los seres humanos, con toda nuestra inteligencia y sabiduría, seguimos dejando que los sentimientos nos controlen...
Bendita magia, ¿verdad? Que llueva...

3 comentarios:

Roberto Marchán dijo...

qué cosas, hace un par de días hablando en el trabajo salió este mismo tema y me acordé de la vez que me contaste lo de la geosmina, y quedé como un hombre sabio, aunque siempre cito las fuentes ;-P es muy curiosa la relación tan inmediata entre memoria y olfato, más que con los demás sentidos.

un abrazo!

Cyllan dijo...

Gracias por la explicación, me encanta aprender esas causas de las cosas cotidianas.
Y efectivamente, no pierde nada de su magia saber de donde viene ese olor ;)

Wako Latin America dijo...

Buen artículo. Pero ese olor que a ti te agrada puede ser perjudicial en otro punto y ese punto es cuando dicho olor se mesclas con el agua dándole un sabor terroso o mohoso esto también se debe a la geosmina.