miércoles, 3 de junio de 2009

Radio Encubierta

Bueno, pues por fin, después de una serie de desafortunadas asistencias al cine, puedo comenzar un post sobre una película sin ganas de terminar de escribirlo cuanto antes.
Y no es tampoco que la película sea maravillosa, aunque no me parece en absoluto mala. Pero la verdad es que en ésta confluyen varias cosas que me la hacen especialmente apetecible, así que imagino que acabará notándoseme mucho la afinidad al tema.

"Radio Encubierta", que para mi gusto empieza mal buscando el juego de palabras facilón en el título y no hace justicia al original "The Boat That Rocked" (mucho más complejo en cuanto a los significados), es una película musical, en un sentido amplio. No se trata de un musical en el que las actuaciones se fundan con la propia acción de la película, pero lo cierto es que todas y cada una de las canciones están escogidas para ser parte de lo que se nos narra, y que la propia música es uno de los principales protagonistas de la historia.

Narra una historia ficticia, la de la emisora "Rock Radio", en un contexto más o menos real, el de la proliferación de radios piratas en el Reino Unido emitiendo desde barcos. Por lo que he podido leer al respecto, la historia de "guerra" entre el gobierno inglés y las radios piratas no se debió tanto a cuestiones de preservar la moralidad y evitar que la gente accediera a música más abierta como a cuestiones relativas a seguridad nacional, enfocadas sobre todo a impedir que emisoras promovidas por el bloque comunista se emplearan como medios de comunicación de mensajes para espías. Pero aun así, la historia no cojea en ese aspecto, y la descripción de los burócratas de Londres es de lo más divertido de la película.

El mayor problema que afronta la narración es el de meterse en demasiadas historias e intentar que todas ellas funcionen y tengan su espacio. Hay lugar para tensiones sexuales y puramente románticas, para luchas de gallos (no de las hip-hoperas), para descubrimientos de la madurez y encuentros paterno-filiales e incluso para peleas políticas y discursos en pos de la libertad de expresión y por la lucha de las libertades. Y ya se sabe que el que mucho abarca, poco aprieta.
La consecuencia es que película falla un poco en ritmo, y se hace larga, a pesar de que la música eleva constantemente el ánimo del espectador. Pero lo peor es que abrir tantos frentes provoca cierta indefinición, de manera que puede ser fácil perder el interés. Y el intentar cerrar todos ellos hace que el final sea un poco más blando de lo necesario, con demasiada felicidad en el ambiente.

Pero también hay cosas magníficas en la película, como las interpretaciones de prácticamente todo el elenco de actores, empezando por Philip Seymour Hoffman, pasando por todos y cada uno de los DJs, y terminando en el impagable Bill Nighy. Y, asociado a lo anterior, la definición de los personajes, que son todos muy caricaturescos pero resultan muy divertidos.
Además, está repleta de escenas muy divertidas y no puedo negar que la selección de canciones es buenísima. Esto es muy subjetivo, pero me pasó con varias de ellas que, mezcladas en su contexto en la película, me provocaron cierta sensación de erizamiento de vello...

Estoy bastante convencido de que acabaré comprándome la banda sonora la próxima vez que pase por la FNAC. Posiblemente ya tenga por ahí muchas de las canciones en diferentes recopilaciones, pero es una compilación por la que merece la pena pagar.
Y la verdad es que me quedé muy satisfecho después de verla. En cierta forma, me ha renovado las ganas de ir al cine, que estaban muy deterioradas después de mis últimos errores.
Así que es inevitable que os la recomiende a todos, sobre todo a aquellos que aprecien la música de los 60 y tampoco esperen una película muy concienzuda. Yo me lo pasé como un enano viéndola, y creo que le gustará a cualquiera con un mínimo sentido del humor.
Esta sí merece los más de 7 euros...

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