lunes, 26 de enero de 2009

Cuestión de honor.

Será coincidencia, pero últimamente cada vez que veo una película en la que una policía norteamericana (ya sea la de Los Ángeles o la de New York, que son las más habituales) ejerce algún protagonismo, siempre hay corrupción de por medio, y me deja un amargo sabor de boca y cierta inquietud sobre como será la española. Sé que no tienen comparación, sobre todo en tamaño y autonomía, pero después de asuntos como la operación Bloque de Coslada, nunca se sabe...

El caso es que la que voy a comentar hoy trata precisamente de eso, de corrupción policial. Y de como una familia en la que todos sus miembros masculinos son policías, alguno con cierta responsabilidad, e incluso la única hija está casada con otro policía, se ve implicada en un feo asunto entre drogas, asesinatos y chantajes.

La película no está muy mal, te mantiene intrigado y en tensión, pero tampoco es como para tirar cohetes ni mucho menos. Está llena de tópicos (esos polis irlandeses y sus peculiares actitudes), frases oídas y situaciones mil veces vistas, y se sostiene más que nada en la magnífica actuación de Edward Norton, inevitablemente contrarrestada por el infumable Colin Farrell.
Lo más interesante de toda la historia reside en las luchas morales de unos y otros al ir viéndose llevados por los acontecimientos hacia un camino que solo puede destruirles, aunque aquí tampoco se de una solución especialmente original.
Toda la película preparándote los matices de los diferentes protagonistas, enseñándote sus flaquezas y fortalezas para darles cierto juego y que no quede todo en blancos y negros, para que que resulte que los malos son malos y los buenos tipos decentes. Y los grises se difuminan entre el contraste del bien y el mal, perdiéndose parte de la gracia que parecía tener la película...
Al final incluso hay una escena de pelea sin ningún sentido aparente que, pensándola a posteriori, seguramente esté metida con calzador para salvar el orgullo de uno de los personajes protagonistas, que prefiere morir para salvar mínimamente su honor...

Por lo demás, la dirección no es mala, y la ambientación es tan buena como suelen serlo todas las películas filmadas en New York, que de tanto que aparece en películas y series uno empieza a pensar que es como una especie de estudio gigante.

El resultado final no es que sea decepcionante, sino que simplemente no emociona. No hay nada ni nadie muy destacable más allá de lo ya comentado, y sirve sin más para pasar el rato.
Y al precio que está el cine hoy en día, y teniendo cierta oferta interesante en cartelera, quizás esta película sea prescindible...
Seguro que encontráis una opción mejor.

4 comentarios:

Cyllan dijo...

Mmm eso pensaba yo cuando leí sobre el estreno, que sería prescindible. Tu comentario me lo confirma, así que la dejaré para casa, porque perdermela no quisiera estando Norton, que es un actor que sigo.
Muy interesante la reflexión sobre la corrupción. Uff, yo es que soy muy mal pensada para estas cosas y creo que los que nos guardan pueden ser tan poco de fiar como cualquiera, no son humanos?
Por eso me llegó esa frase de Watchmen famosa: Quién vigila a los vigilantes?
...

Samsa dijo...

A veces pienso que queda muy poco por inventar en este tipo de películas...y sea cual sea el director que Scorsese también cayó en tópicos.

Anónimo dijo...

Fijaros para lo que quedé yo tras tantos esfuerzos por combatir la corrupción, para que le pongan mi nombre a una serie de tres al cuarto en la que se narran los avatares de una pandilla de chuflas que se hacen llamar "los hombres de..."

oligoqueto dijo...

Cyllan, Norton siempre merece la pena, la verdad. Watchmen, que bueno, a ver cuando me decido a hacerle una crítica aquí...

Samsa, la verdad es que sin haber estado en New York no tengo muy claro hasta que punto son tópicos reales o sacados de quicio. ero la película va más allá, son tópicos hasta la mayoría de diálogos...

Serpico, lo siento. Es que tu nombre tiene mucho carisma, normal que te hayan empleado para una serie...

Saludos.