martes, 24 de noviembre de 2009

La cruda realidad.

Vuelta a las andadas. Comedieta romántica tontorrona con final cantado y poca chicha.
Y desconexión mental total viendo una tontería amable.

"La cruda realidad" es la última comedia de Katherine Heigl, que desde que se hizo famosa en su papel de Izzie en "Anatomia de Grey" ha orientado su carrera cinematográfica hacia la comedia, y está poco a poco postulándose como una especie de estereotipo de actriz para este tipo de producciones. Atrás queda esa niñez en la que compartía cámara con Depardieu, en aquel remake americano de la francesa "Mi padre, mi héroe". O los años de telefilmes y series que pasan desapercibidas; ahora es el momento de aprovechar la ola y hacer caja con la mayor cantidad de películas sencillotas que pueda acumular.

La película es lo que promete, una tontería simplona que regala algunas sonrisas y algunos sonrojos, hecha a la medida de su protagonista, pero que realmente no aporta nada especial. Confieso que, en ese sentido, entre sus anteriores películas sí me pareció diferente "Lío embarazoso". Quizás porque Jude Apatow sí es diferente, y al fin y al cabo era una película suya. Pero por lo demás, la Heigl corre el riesgo de convertirse en su peor enemiga, pues seguro que acaba cansando y cansándose de hacer siempre el mismo personaje. Algo parecido a lo que le pasó en su momento a Meg Ryan, que con los años ha perdido su hueco y hoy en día uno no sabe que tipo de papel podría interpretar.

En cuanto a la película, la gracia de la misma está en la contraposición del obsesivo y mojigato personaje de Heigl con el cínico y zafio de Gerard "esto es Esparta" Butler. Y más o menos funciona durante un ratito, pero cansa demasiado pronto. Aparte de que la historia resulta poco creíble desde su inicio (¿de verdad ha tenido alguna vez una chica como Katherine Hegl problemas para ligar?), todo su desarrollo resulta completamente previsible, y el intercambio de cualidades que se da entre los personajes es tan obvio que cuando llegamos al final de la película no ha habido ningún instante de sorpresa.
Nada que ver con la última comedia romántica que había visto, pero en realidad da igual, porque no se buscaba sorpresa, solo dar pie a determinadas anécdotas y chascarrillos que pudieran sacar la risa del espectador. Y aunque no puedo decir que lo lograra demasiado en mi caso, a mi desconocido alrededor resultó ser una película bastante efectiva.

Como ya os habréis dado cuenta al leerme, esta es una película a lo sumo de videoclub y, para ser más justos, más recomendable para una sobremesa televisiva de un sábado amuermado. Pero siempre podrá servir para dejarse llevar y olvidarse por un rato de que la vida no siempre es de algodón de azúcar. Cada cual con lo que necesite...
Ya me diréis...

2 comentarios:

Cyllan dijo...

Entonces se podría deducir que tu vida está un poco perra. Necesitas demasiado algodón de azúcar. Mira que pagar por ver eso?
:P

oligoqueto dijo...

Yo tengo cierto problema con las comedias románticas. Voy a verlas casi por costumbre, y muchas veces salgo del cine buscando insulina.
Pero al final siempre vuelvo a caer con la siguiente estupidez del estilo.
Lo de que mi vida está perra... ha estado mejor y peor, no es un momento especial en nigún sentido. Al final no hay nada concreto que me motive a ver este tipo de cosas más que el cansancio y las ganas de no pensar...