Con lo cerquita que estamos de que George Bush deje de ser presidente de los EEUU, y después de haber pasado unos días en Roma, no puedo evitar pensar en la figura del Imperio.
Lo cierto es que el Imperio Romano y el esplendor de su cultura debió ser la leche. Como dijo un amigo mío estando allí, para un tipo que llegara Roma desde una provincia alejada, la capital del imperio debía resultar un espectáculo impresionante e intimidador. Su fuerza y su grandeza debía ser muy palpable.
Algo fascinante, sí, pero hoy también es una prueba aterradora de que incluso lo más grande puede desmoronarse. Y con los ejemplos que nos ha estado dando el mundo de la economía en el último mes y medio, pensar que EEUU pueda dejar de ser la potencia mundial hegemónica en unos próximos años deja de ser una idea descabellada. Porque no está tan claro que vayan a poder usar la fuerza militar siempre (¿hasta que punto lo tolerarían sus ciudadanos, sin peligros evidentes, en un mundo cada vez más globalizado?), y porque puede ser que, poco a poco, su fuerza económica se vaya viendo mermada.
Ahora bien, hoy por hoy, como la famosa ranchera de José Alfredo Jiménez, sigue siendo el rey. Yo soy de los que espero que Obama gane las elecciones y traiga una nueva forma de entenderse con el mundo que facilite la inevitable e indispensable coexistencia. Aunque tampoco me hago unas ilusiones locas.
Y también soy de los que se sonríen por la lúcida inocencia de los que dicen que, en ese tipo de elecciones, deberíamos votar todos los habitantes del mundo, pues a fin de cuentas quien las gane nos controlará a todos.
Pero por ahora me tengo que quedar con algo de lo que también me hizo darme cuenta un amigo en mi último viaje: si antes todos los caminos llevaban a Roma, hoy en día en Roma todos los caminos llevan a un McDonalds. Queda claro done está todavía el verdadero imperio...
martes, 4 de noviembre de 2008
SPQR...
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1 comentario:
¡Cohóne! Como dicen por el sur...
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