miércoles, 27 de agosto de 2008

Crisis...

No, no voy a hablar de economía, hoy no.
Es que hoy me ha dado por pensar en esas crisis que sufre la gente cuando cumple determinada cantidad de años, y me ha parecido que era un buen tema del que hablar. Ya sabéis, la crisis de los 20, de los 30, de los 40, de esas edades conflictivas que te hacen plantearte la vida y tu existencia por ella como si se hubiese puesto en 'on' un interruptor cerebral que nos lanzará un montón de preguntas trascendentales...

"¿Ya he llegado a esta edad? ¿Cómo?"
"¿Estaré aprovechando mi vida lo suficiente?"
"Dios mío, ¿me dará tiempo a hacer todo aquello con lo que soñé?"

Y tantas otras, que hacen que ese día que debería ser feliz y de celebración se transforme en un mar de dudas.

A priori, es un pelín absurdo, porque no cambia nada de un día para otro y en cambio es como si todo el mundo interior se hubiese dado la vuelta. Tienes 19 años y de repente cumples 20 y parece como si te hubieses hecho mayor de golpe. Pasas de 29 a 30 y, si no has enfocado tu vida, crees que se te está pasando el arroz. Cumples un buen día 40 y de golpe te encuentras con que empiezas a ser un viejo, y buscas las maneras de luchar con ello...
Y nada de eso es cierto, aunque todo ello es verdad. Porque, como decía antes, nada ha cambiado exteriormente que nos requiera replantearnos la vida. Pero de golpe y porrazo cambiamos por dentro y, se quiera o no, eso nos replantea un poco la vida...

En cierta forma es como si a medida que fuésemos sumando años aumentásemos nuestra confianza en nosotros mismos con el dígito de la derecha de nuestra edad. Y como si el valor de nuestros miedos resultase del dígito de la izquierda. Un buen día, el día de tu cumpleaños, la derecha pasa a 0 y la izquierda aumenta en una unidad. Y, horror, todo ha cambiado por sorpresa y vemos acercarse ese mundo que sabíamos que existía pero que veíamos tan lejano en el tiempo...

Claro que no es igual a las diferentes edades. Para un chaval de 19 que cumple 20 la cosa no es nada grave. En tres días se da cuenta de que sigue saliendo con los amigos como de costumbre, que no ha perdido ningún tipo de fortaleza y que eso de tener 20 es un lujo. De hecho, en algunos países sirve para acercarle más a la mayoría de edad, por lo que es hasta deseable. Y si surge alguna inquietud, enseguida se olvida...

Peor es para un recién treintañero que no esté bien asentado. Entrando en la madurez puede encontrar que su vida está siendo echada a perder y que el tiempo avanza sin haberse dado cuenta. Y es fácil descubrir cierto síndrome de Peter Pan mal enfocado. Para los varones, es inevitable fijarse en los deportistas de éxito 5 años mas jóvenes que están en la plenitud de su carrera y ya han ganado más dinero del que gastarán jamás. Y las mujeres de esta edad ya suelen tener varias amigas con hijos que les hacen recordar aquello tan cruel del reloj biológico. Todos se dan cuenta de que es más difícil quemar las curvas extra en el gimnasio, y afrontar que muchos sueños de juventud se han demostrado inalcanzables puede resultar muy frustrante.

Y para aquellos que cumplen 40, el golpe es muchas veces brutal. Es normal llegar ya asentado y maduro para superar cualquier cosa, pero no es infrecuente que se alcance la cifra mágica en plena crisis emocional con la pareja, en un estado laboral inquietante en el que muchos empujan por detrás o, simplemente, tomando conciencia de que, lo siento chico, esto se acaba... Es época de locuras mucho mayores que en otras edades, pues muchas veces se dispone de dinero y la mente trastornada por el "cambio". Y la mente trastornada y el bolsillo lleno es sinónimo de burradas caras, a lo grande. Deportivos de los que hacen crecer el pene, operaciones que suben hasta la bolsa (del valor de Corporación Dermoestética, digo), y otros lujos caros que cubran todas las carencias, ya sean emocionales o capilares. Una mierda...


Creo que según pasan los años uno se va aceptando, y acaba aprendiendo que la partida, esa en la que el marcador viene determinado por el dígito derecho y el izquierdo de nuestra edad, no se gana más que jugando hasta el final.
Por eso cuando se llega aciertas edades, se van aceptando las derrotas que nos da la vida con mejor perder, y se asumen como contrapartidas de todo lo bueno que se gana con los años. Se le quita importancia a cosas que no la tienen y se le otorga a las que hemos obtenido con la lucha diaria. La madurez de la vejez se refleja en sabiduría y paciencia, en experiencia y aceptación.

Pero yo sigo siendo un niño y tengo a Peter Pan de compañero de sueños. Así que no os sorprendáis si confieso que no sé apenas nada y que lo quiero todo ya. Y que no valoro el pasado, y no puedo aceptar ir perdiendo 3-1 con la vida... Esa miserable se va a enterar, y para cuando vuelva a sumar una decena, sabrá lo que es bueno.
Eso, o me verá llegar con el descapotable bajo el brazo (tempus dicet, o algo así)...

4 comentarios:

Luna Carmesi dijo...

¿Qué tienes cerca el cumple?

¿Viste Beautiful Girls?

Mi hermano al llegar a 30 si que tuvo unos dias algo... tontos...

Ha sido un post muy bueno!

oligoqueto dijo...

Esa pregunta del cumpleaños te ha quedado de lo más catalana (aunque por lo que sé no lo seas, se pegan cosas, ¿verdad?).
No, me queda algo menos de medio año...

Vi "Beautiful Girls", y me enamoré de Natalie Portaman (ya lo estaba desde "Leon, el profesional", pero en aquel entonces era casi un delito). Gran película, grandes interpretaciones... de 1996, ¿no? como pasa el tiempo...

Saludos.

Rara Avis dijo...

jajajaja la verdad es que todos somos Peter... o al menos a mi me gustaría pensar que es así....

besitos guapo!!!

Jove Kovic dijo...

Yo tengo una especie de crisis permanente, no vinculada a la edad. Pero recuerdo que sobre los treinta tuve una especie de momento de reflexión catártica...que no sirvió para nada. De eso hace más de diez años.