martes, 26 de octubre de 2010

Riesgo moral

Ayer estuve viendo Wall Street 2, la continuación de aquella gran película de Oliver Stone, de finales de los 80. No está mal, me entretuvo bastante, aunque no termine de apreciar el final. Pero hoy no quiero hablar de cine.
No, hoy quiero hablar de algo que se llama "Riesgo moral", y que apareció en la película en diferentes momentos. Un término que sospecho que mucha gente no conoce bien.

Se define el riesgo moral, de una forma muy genérica, como la situación que se crea cuando alguien toma una decisión sin tener conocimiento de las posibles consecuencias. En esa situación, el individuo corre el riesgo de actuar equivocadamente, pero realmente no actúa voluntariamente mal.
Y hoy en día, en el ámbito económico, se emplea la vuelta de tuerca al término que le dio Kenneth Arrow, que hace hincapié en el tema de la delegación de la responsabilidad. En ese sentido, se incurre en riesgo moral de dos formas :
- Cuando se delega la responsabilidad en otros y se abusa de esa delegación, pidiendo más de lo que pediríamos si ejerciéramos la responsabilidad de forma directa (ejemplo clásico del que abusa de la sanidad pública, por ejemplo, pudiendo llevarla a la quiebra)
- Y cuando la persona en la que hemos delegado nuestra responsabilidad empieza a actuar en su propio beneficio sin medir el nuestro, que es el que se supone que protege (ejemplo típico del político corrupto, creo que todos lo entendemos)

Escuché el término por primera vez cuando comenzó la debacle financiera de hace un par de años, y surgió la "necesidad" de salvar a los bancos para evitar que su caída desembocara en la caída de todo el sistema. En aquel momento, diferentes opiniones críticas con la actuación avisaron de lo obvio: si se salvaba así a aquellos que nos habían metido en aquella situación, no se castigaba con la dureza necesaria ciertas actividades que habían facilitado llegar hasta ella. Cosas como el perseguir beneficios inmediatos, sin pensar en los riesgos de cara al futuro, buscando sólo el bonus inminente que enriquecerá al que maneja la operación pero quizás no asegurará como debiera la inversión. Y con ello se corría el riesgo de que todo se repitiera, de no aprender de la situación.

Por entonces, la mención al riesgo moral surgía realmente desde mentalidades muy liberales, en referencia a que no se podía dejar en manos de papá estado esa salvación del sistema. Los niños-bancos habían metido la pata hasta el fondo, y precisaban pagar por ello, y no se podía poner el peso de la recuperación sobre los contribuyentes, obligándoles a pagar a través de sus impuestos el dinero que otros habían mal-gestionado.
Está claro que muchos de esos ciudadanos habían contribuido a generar el problema desde el otro punto de vista del riesgo moral, dejando que alguien gestionara sus fondos sin mirar cómo, preocupándose sólo de que les devolvieran los beneficios (esta es la forma en la que observaba el riesgo moral Adam Smith, por cierto). Y en el mismo sentido, muchos habían ayudado a acentuar el problema dedicándose a la pura especulación inmobiliaria, la gran burbuja que se ha llevado todo por delante, ignorando la posibilidad de que los precios bajaran, como cualquier análisis sensato sugería.
Pero también estaba claro que el peso de la culpa recaía mayoritariamente en los gestores, supuestos expertos contratados para el fin de optimizar los beneficios, y que en su búsqueda de aumentar los suyos propios, habían facilitado el hinchado de la burbuja diseñando un conjunto de productos financieros que, lejos de reducir el riesgo como pretendían, no hacían sino aumentar y esparcir la mierda.

¿Y que tenemos hoy en día? Los bancos que fueron rescatados en los EEUU se recuperaron gracias a las ayudas y devolvieron el dinero que el estado les puso para quitarse de en medio cualquier obligación para con él. Este año están haciendo un reparto de primas récord, quizás resarciéndose de lo que dejaron de repartir en años anteriores...
A mí todo esto me indigna, claro, como a cualquiera que no sea parte del reparto y tenga un mínimo de memoria y conciencia crítica. Pero más allá de esa indignación, lo que me hace pensar es en la propia esencia del riesgo moral, cómo todos somos responsables y hasta que punto deberíamos cambiar el mundo en el que vivimos para que las cosas no fueran tan despreciables.


No voy a hacer aquí una crítica exhaustiva sobre la responsabilidad de cada uno, más que nada para evitarme el resultar dolorosamente hipócrita, y me centraré en un aspecto que me parece esencial para conseguir ese cambio: liberarnos progresivamente del peso burocrático que atenaza nuestro propio desarrollo social.
No quiero hacer apología liberal, considero esencial un estado fuerte capaz de regular el sistema para evitar los excesos de algunos, establecer un cierto orden equilibrador y facilitar la gestión de servicios públicos esenciales.
Pero echo de menos que los ciudadanos dispongamos de unas herramientas de decisión mayores. Me agobia el mundo político en el que vivimos, en el que opinamos una vez y otorgamos con ello a un determinado agente toda la responsabilidad sobre nuestras decisiones en los siguientes cuatro años (el riesgo moral sobre los gobernantes es en estos casos brutal). Me agobia que ese agente sea un partido que al final actúa con mecánicas propias, y preferiría que fuese algo más directo, un sistema en el que eligiésemos a personas, personas complejas con matices y diferentes ideas. Echo de menos, además, que se me consulte con más frecuencia en aspectos significativos y críticos en nuestra vida, y me gustaría que se trabajara en la dirección de cambiar la política para facilitar el acceso del ciudadano, de hecho creo que a través de la red se pueden facilitar muchas cosas.
Y, en gran medida, me asusta depender de los políticos, sintiéndome un mero peón en un mundo en el que creo que ellos me consideran una piececilla reemplazable, en vez de valorarme como el motivo de su existencia social, que es lo que en realidad somos todos...


Creo que hace falta un cambio, un cambio radical en nuestra forma de entender la política. Pero me asusta pensar que ese cambio solo sea viable fuera del sistema, que las estructuras actuales se hayan aferrado tanto a su poder para evitar esos cambios que el cambio solo sea viable de una forma "violenta", casi revolucionaria.
Me asusta que este asco que le voy cogiendo por momentos a los políticos no hace sino profundizar en esa idea, y que dentro de nada no encontraré en mi panorama político una alternativa en la que delegar que me ofrezca un mínimo de confianza.
Y que cuando acabe votando en blanco tendré encima quién me diga que así he desperdiciado mi voto, y que habré perdido legitimidad para protestar...

Tengo unos amigos que participan activamente en un partido político mínimo (creo que es el PUM+J, "Por Un Mundo mas Justo" ), pero realmente la idea no termina de convencerme, no deja de ser un partido, con mejores ideales, pero sin grandes pretensiones. Y últimamente me ha dado por pensarme el hacerme del "Partido de Internet", que tienen propuestas que me resultan interesantes, pero del que en realidad no sé demasiado...

¿Alguien tiene alguna buena idea? Por favor...

3 comentarios:

Roberto Marchán dijo...

esto del "riesgo moral", con todos mis respetos, apesta a eufemismo gratuito. según lo estabas describiendo, me sonaba "temeridad", así que he estado mirando en la rae. transcribo el proceso:

temerario, ria.
(Del lat. temerarĭus).
1. adj. Excesivamente imprudente arrostrando peligros.

imprudente.
(Del lat. imprūdens, -entis).
1. adj. Que no tiene prudencia. U. t. c. s.

prudencia.
(Del lat. prudentĭa).
1. f. Templanza, cautela, moderación.
2. f. Sensatez, buen juicio.
3. f. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello.

así que llegamos a una de las cuatro virtudes cardinales, toma ya, que siglos y siglos de pensamiento teológico dan una depuración conceptual casi insuperable.

el matiz del que hablas es muy interesante, ya que introduce la delegación de la responsabilidad, y por lo tanto de la culpa. una vez más, en la rae:

responsabilidad.
1. f. Cualidad de responsable.
2. f. Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal.
3. f. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado.
4. f. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
~ subsidiaria.
1. f. Der. responsabilidad que entra en juego en defecto de la directa y principal de otra persona.

culpa.

(Del lat. culpa).

1. f. Imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta.

2. f. Hecho de ser causante de algo.

3. f. Der. Omisión de la diligencia exigible a alguien, que implica que el hecho injusto o dañoso resultante motive su responsabilidad civil o penal.

así que de lo que estás hablando es de la responsabilidad subsidiaria que tenemos al delegar en alguien que, hasta cierto punto en nuestro nombre, obra mal. o bien de la dejación de nuestra responsabilidad personal al pretender traspasar a otro lo que es intransferible. sea por dejación o por abuso, en cualquier caso hablamos de obrar bien o mal, prudente o imprudentemente. y lo del "riesgo moral" me sobra.

lo que es interesante del asunto es qué parte de culpa tenemos de los actos que hacen otros a quienes hemos legitimado para actuar. lo que no hay que olvidar es que nunca legitimamos a nadie para obrar mal. revertir la culpa hacia el que legitima es una perversión. el estado democrático-liberal solo funciona a partir del individualismo, que es algo maravilloso porque hace que las personas nos comportemos como individuos frente a otros individuos (ojo, y que podamos empatizar con ellos), y por lo tanto no podamos delegar nuestra culpa ni nuestra responsabilidad en "la masa", en "la sociedad", en "el sistema" o en "el partido", por poner ejemplos recurrentes. el problema, una vez más, es de escala. cuando un grupo humano crece por encima de un límite, es natural e inevitable la existencia del "estado". el "estado" no es sino el desarrollo a gran escala de la conciencia individual. las personas no podemos vivir sin conciencia del mismo modo que las sociedades no pueden vivir sin estado.

en fin, y yo qué sé.

un abrazo!

Roberto Marchán dijo...

al darle a "publicar comentario" me ha dado un error con la cuenta de google y pensaba que no se iba a publicar el rollo anterior. he pensado que era mejor así, vaya, que me he arrepentido. pero veo que no, que ahí está el rollo. en fin, mea culpa ;-)

oligoqueto dijo...

Roberto, en toda disciplina se le pone nombre a cosas para poder definir con una expresión simple algo que se considera más complejo. El término riesgo moral ("moral hazard" en inglés) no es mío, y es bastante conocido y aceptado, no te hacía falta desnudarlo así, ni aunque te hayas arrepentido. Si te parece innecesario y no quieres usarlo, ya es cosa tuya. Pero como cuando alguien tenga que referirse al riesgo moral como concepto, se tenga que poner a dar la explicación de en que consiste, aviaos vamos...

En cuanto a tu reflexión, el asunto es que es más frecuente de lo que parece el caer en el riesgo moral "a sabiendas". Es decir, abusar de que hemos delegado la responsabilidad para lavarnos las manos. O mal emplear la responsabilidad que han delegado en nosotros para no ejercerla en benficio de los delegantes.

Está empíricamente probado que las personas que contratan un seguro de accidentes de coches incurren en más accidentes que aquellos que no lo han contratado (esto es algo que puedes ver por internet, y seguramente hará referencia a paises donde el seguro no sea obligatorio). Y tambien se sabe que con el "céntimo sanitario" la gente se hace más responsable de su uso de la sanidad pública, y genera menos gasto innecesario (lo cual suele conllevar un mejor uso de la sanidad pública). Y por el otro lado, hay multitud de casos de gente que abusa del poder que le han dado, e incurre en riesgo moral al gestionar lo de los demás...
El término riesgo moral se usa al final para casos más voluntarios. Cuando el ejercicio de esa delegación conlleva un conocimiento del mal uso de la misma.

En cuanto al Estado, tienes razón. No pido que desaparezca, ni que se limite su poder de control. Pido que se gestione mejor, y creo que hoy en día tenemos tecnología suficiente para hacerlo.

Un abrazo.