lunes, 19 de octubre de 2009

Malditos Bastardos.

Tarantino es lo que tiene, estilo propio, reconocible en cualquier circunstancia, ya sea envuelto en el mundo de los criminales profesionales, en las mafias internacionales de asesinos ninja o en una pseudoimaginaria Segunda Guerra Mundial.
Eso y talento. Sobre todo para escribir conversaciones que fluyen y se clavan, de perdonavidas callejero que da en el clavo, y para usar los ángulos de cámara más atrevidos consiguiendo que le queden bien.

Hay a quien le gusta más y a quien le gusta menos. Como también tiene cierta tendencia al exceso y abusa de algunas cosas, puede llegar a cansar. Y en un mundo en el que ni siquiera a todos les gustan los Monty Python, pedir que todos aprecien el negro sentido del humor de Tarantino puede ser pedir demasiado.

A mí me hace gracia, la verdad. Y me impresiona cuando veo sus películas y me encuentro con algunos de sus planos tomados desde los sitios más insólitos. Y me divierte cuando sus personajes son más chulos que un ocho y expresan filosofías descreídas llenas de una moral muy personal, que siguen con deontología algo enfermiza.
Y aunque puede que alguno de sus rasgos distintivos, como esos tiroteos a varias bandas que siempre repite, dejen de resultarme sorprendentes y prefiriera que intentara resolver esas situaciones de otra forma, sigue pareciéndome un genio incomparable en el manejo de los diálogos, con una capacidad inimitable para mantener la tensión en cada una de las palabras que pone en sus personajes.

En esta última película Tarantino se muestra tal y como lo reconocemos, cumple lo esperado, entretiene y le da a la historia una nueva perspectiva que consigue que , por muy repetitivas que puedan resultarnos las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, ésta sea algo nuevo. Como siempre, los personajes son especiales, siempre llenos de la chulería del propio Tarantino, siempre con varias vueltas de tuerca y esquinas sorprendentes. Y una vez más da su mejor talla cuando los planta de dos en dos en duelos interpretativos que acaban en esas largas pero geniales disquisiciones con las que nos va desvelando hacia donde nos conduce la historia.

Entre los actores, destaca sin duda Christoph Waltz, que se come al resto cada vez que aparece interpretando al coronel Hans Landa, uno de esos personajes inolvidables que nos suele regalar Tarantino. Pero en general el reparto funciona muy bien, con un Brad Pitt pícaro en cabeza, que en algunos momentos me recordó a su amigo Clooney (¿quizás por el bigote? Ni idea), y una Mélanie Laurent muy convincente en su representación de la venganza.

Película para ver en el cine, sabiendo lo que se va a ver, claro. Puede que sea demasiado larga (153 minutos), puede que se hubiera podido recortar alguna cosa sin penalizar la narración, pero lo cierto es que no percibí problemas de ritmo y que me entretuvo y divirtió como de costumbre.
Imprescindible para los forofos de Tarantino, infumable para los que no le traguen y muy recomendable para aquellos a los que les sea más o menos indiferente y quieran simplemente entretenerse.

3 comentarios:

Alice_Gould dijo...

No la he visto, y quien me conoce resume la pelicula para mi en "153 minutos", asi que es una pelicula que quiero ver, pero que dejare para el video

oligoqueto dijo...

Bueno, sí, 153 minutos son muchos. Sin duda yo tengo que pasar por el baño antes... Pero merece la pena verla.
Saludos.

Jove Kovic dijo...

A mí también me pareció demasiado larga, la verdad, pero tiene momentos entretenidos.
Saludos muy cordiales desde BCN.