jueves, 29 de octubre de 2009

La vida (1)

Como biólogo que soy, una de las cosas que más me maravilla en el mundo es "la vida". Y no esa que vivimos los seres humanos, más cercana al placer, al dolor y a nuestra forma de sentir, que también es abrumadora a su manera, sino al simple hecho natural de la existencia de la vida, que es un prodigioso misterio del que dependemos todos.

Plantearse el origen de la vida es una de las tareas más bonitas y complicadas que un ser humano puede iniciar. Inevitablemente, conduce a ideas sobre lo trascendente y lo metafísico, y supone por si mismo enfrentarse, por extensión, al hecho de que la nada pase a convertirse en algo. Representa para mucha gente el mayor de los misterios místicos y una razón poderosa para creer en un ser superior. Pero es que, desechando agentes externos en el paso desde la materia inerte a la viva, el misterio es aun superior, y llegar a imaginar como pudo producirse se convierte en una verdadera pelea contra nuestros límites.

Para poder situar la cuestión es preciso comprender qué supone que un organismo esté vivo, por lo que lo mejor es planteárselo desde lo más pequeño, aunque pueda resultar muy básico.
Así, según la teoría celular, la célula es la menor expresión de forma de vida que se puede encontrar, constituye la unidad fisiológica y funcional de la vida. Y además, todas las células proceden de otras células, por multiplicación de las anteriores en diferentes formas.
Por otro lado, las células se caracterizan por relacionarse con su entorno, intercambiando con él materia y energía. Y, sobre todo, por la capacidad de autorreplicarse (aunque algunas muy especializadas hayan perdido esa función), la cual es la característica más maravillosa e increíble de todo el proceso vital.
Por eso me parece tan mágico imaginar como se crearon las primeras células, como desarrollaron las herramientas para relacionarse con el medio y mantener su actividad, y como adquirieron la capacidad de replicarse; un ejercicio difícil, pero muy interesante, que ha dado lugar a modelos muy llamativos.


Cuando uno profundiza en como funcionamos los seres vivos, se descubre que la sutileza de nuestros mecanismos fisiológicos es de una precisión tal que cuesta creer que todo se haya producido de forma azarosa. Pero, a la vez, se observa que en muchas ocasiones las piezas encajan de una manera que induce a pensar que esas uniones eran inevitables.
Y de hecho esas dos corrientes de pensamiento se cruzan de vez en cuando entre los pensadores que proponen como se originó la vida: hay quién cree que, con las condiciones adecuadas, la vida no es más que un estado superior de combinación de la materia, un paso necesario e inevitable ante el estado de organización previo. Mientras otros piensan que el conjunto de condiciones que nos han llevado a donde estamos solo puede darse con un grado de probabilidad mínimo, ínfimo, despreciable, y que no somos más que un capricho de la suerte o, tirando por el lado místico, el producto de la voluntad de un demiurgo.
Yo mismo, según me dé el aire, no se por que teoría decantarme, y no sé si considerarme un prodigio de las coincidencias o el escalón inevitable entre el caos y el orden (aunque en ningún caso pienso en una intervención divina).

Por ahora no me extenderé más, pues resulta un tema complicado y arduo. Pero continuaré disertando al respecto en próximos posts. No sé cuando, ni como, pero una cuestión así no puede quedar colgada...
Volveré.

lunes, 26 de octubre de 2009

Ágora

Tenía ganas de verla, de saber que podía hacer Amenabar con 50 millones de presupuesto y una idea histórica en la cabeza. No es que sea un gran fan de su obra, pero le tengo bastante respeto, y me gustó especialmente "Mar Adentro", así que siempre resulta interesante volver a ver lo que hace. Y con eso de que ya ha tocado con éxito diferentes campos me atraía saber cual era su versión de la Alejandría tardo-romana.

Pero no puedo decir que me haya gustado mucho, la verdad. Tiene cosas interesantes, y han trabajado muy bien la ambientación, pero la historia narrada no mueve demasiado y, personalmente, acabó aburriéndome un poco.
Coincido con algunas críticas que la han tildado de fría. Falta pasión en los personajes, y la que hay está tan centrada en la astronomía que es difícil sentir empatía.
Le he oído decir a Amenabar que cree que en parte esa sensación de frialdad se debe a que el personaje protagonista, Hipatia de Alejandría, es una mujer en una época en la que la mujer pintaba poco en el ámbito científico y artístico, y que eso hace que a mucho público, poco habituado a esa circunstancia, le resulte extraño. Pero no estoy muy seguro de que sea por eso, sino que más bien Hipatia resulta lejana y poco accesible y su vida está tan centrada en su ciencia que difícilmente despierta simpatía. Esta tan castrada que no atrae nada.
Y al final, en vista de esa ausencia de emociones más humanas, la historia se llena de otras tramas más políticas y guerreras que, en vez de completar lo que se nos quiere narrar, despistan sobre el objetivo de la película, diluyendo totalmente su alcance.

En realidad, al final la película sirve para cumplir dos objetivos: por un lado, establecer una metáfora entre la situación de la película y la actual intolerancia que se vive entre pueblos, culturas y religiones, y por otro el de narrar una de las situaciones de "martirio" de la ciencia ante el fanatismo religioso más tratadas de la historia. Y más o menos los cumple bien, pero perdiéndose por el camino las tramas emocionales más primarias que podrían darle a la película un mayor sentido y entidad.

Así, resulta difícil valorar bien una película que tiene, sin embargo aspectos muy positivos. Como digo, la ambientación resulta muy interesante, y se aprecia un trabajo muy bueno tanto en el desarrollo de decorados como en el de vestuario. Quizás se echa algo de menos que los personajes protagonistas tengan un aspecto menos JASP, pues aunque en realidad no tengo muy claro como eran físicamente los egipcios de los siglos IV dC y V dC, en ningún caso me los imagino con ojos claros, como muchos de los de la película. Pero por lo general, gusta la Alejandría que se nos propone.
Y también resulta atractiva la coreografía de las hordas que recorren la ciudad en busca de sus enemigos, cómo nos lo muestra el director y el tipo de tomas que emplea, con algunas aéreas muy llamativas.
Pero uno sale de la película con cierta sensación de vacío que la técnica es incapaz de llenar y que hace que la crítica global no pueda ser más positiva.

Sin embargo, y aunque por lo general no recomendaría verla en el cine, en este caso lo haré por un motivo: para apreciar la calidad de esa ambientación que he puesto en el centro de sus características positivas, creo que cuanto más grande sea la pantalla mejor.
Quizás sea un aliciente insuficiente, pero si ya se tiene curiosidad por ver la película de antemano se puede contar con eso como un mínimo que te llevarás seguro...
Ya me diréis.

jueves, 22 de octubre de 2009

District 9.

Buff, y como comento yo ahora esta película...

Honestamente, me cuesta. Me costó engullir ciertas partes de la película, y ahora que hace ya unos días que la vi, lo que me cuesta es encontrar las palabras.

Lo cierto es que "District 9" es una película diferente. Es como si en música a alguien se le ocurriera fusionar heavy-metal con reggaeton, y el resultado fuese lo suficientemente chocante y atractivo como para que funcionara a nivel comercial.
Pues en este caso lo que hay es una fusión de cine de ciencia ficción con el cine de protesta e inconformismo político más actual, realismo social envuelto en lucha entre civilizaciones de diferentes planetas.
Y el resultado es atractivo, abrumador en muchas fases y, para mi gusto, algo desigual en su desarrollo. Así que no tengo muy claro si me gustó o no, pero no puedo dejar de reconocerle ciertos méritos porque, en realidad, funciona suficientemente bien en muchos aspectos.

No sé, imaginaos que un día a Ken Loach le da por meterse en un campo de Darfur y narrar las desventuras de un par de refugiados, que viven sin esperanza, en ese lugar que originalmente debía ser su salvación pero que finalmente se ha convertido en una cárcel de la que difícilmente podrán salir jamás. Haría una película triste, que acabaría mal evidentemente, y que se centraría sobre todo en mostrarnos las desigualdades del mundo. Nuestra falsa sensación de seguridad, basada en las cosas que poseemos, y nuestra deshumanización al tratar con aquellos que apenas tienen nada más que su vida y se ven abocados a los destinos típicos de los que no tienen futuro: pobreza, mendicidad, drogadicción, perdida de la dignidad en todas sus facetas.

Ahora imaginemos que a un joven James Cameron le da por hacer una película de bondadosos extraterrestres, que llegan a la Tierra en busca de ayuda, pues se han encontrado con problemas en su nave espacial y se han visto obligados a hacer un aterrizaje de emergencia. Y que, en vista del miedo de los humanos, y las reacciones agresivas que este provoca, se ven obligados a acometer una misión de aprovisionamiento casi suicida para conseguir el combustible con el que volver a su planeta, haciendo en medio un gran despliegue de tecnología y superioridad intelectual. Sería una película de mucha acción, que acabaría con bastantes muertos y una visión bipolar del futuro entre el avance de la ciencia y el paso lento de nuestra cultura.


Bueno, pues una mezcla así es lo que me pareció ver en el cine, y el resultado fue un tanto desconcertante. Fue como si en cierta forma resultara demasiado esquizofrénica y desquiciada para mí, y como si en realidad me faltaran cosas en medio para unir ambas películas. Porque, por mucho que el guión se revuelva para combinar ambos aspectos de la historia, lo cierto es que se decanta rápidamente por uno de los dos caminos, pero recordando constantemente el otro, como con cierta melancolía. Y el final se me queda a medias, posiblemente porque ya estén haciendo la segunda parte que dejan en el aire.

Lo cierto es que es interesante, y que la crítica que pretende hacer llega en parte. Pero me dejó la sensación de que no se puede jugar con el realismo social a través de seres de otros planetas, pues parte de la empatía que sostiene esas películas se pierde.
Y que al final un contacto entre civilizaciones de ese nivel sería tan impactante que, por mucho que intentemos imaginar la situación, difícilmente podríamos asimilarlo a situaciones actuales de esa manera, lo que incide aun más en contra de su deseado realismo.

No sé, me cuesta recomendarla en un sentido u otro, aunque me puede la sensación de que es una película que merece ser vista. Que me parece que falla por momentos, y que confieso que sus fallos me provocaron algún momento de aburrimiento, sí. Pero también es cierto que es diferente, especial por tanto, y que no hay muchas ocasiones que se pueda decir eso de una película que no te ha convencido del todo.
Así que casi os diría que la veáis en el cine, que así además disfrutaréis más de algunos de sus efectos especiales y de algunas de sus imágenes más impactantes, y al final la visión de la historia que tenga cada uno será personal y es posible que difiera mucho de la mía.
Ya me diréis...

lunes, 19 de octubre de 2009

Malditos Bastardos.

Tarantino es lo que tiene, estilo propio, reconocible en cualquier circunstancia, ya sea envuelto en el mundo de los criminales profesionales, en las mafias internacionales de asesinos ninja o en una pseudoimaginaria Segunda Guerra Mundial.
Eso y talento. Sobre todo para escribir conversaciones que fluyen y se clavan, de perdonavidas callejero que da en el clavo, y para usar los ángulos de cámara más atrevidos consiguiendo que le queden bien.

Hay a quien le gusta más y a quien le gusta menos. Como también tiene cierta tendencia al exceso y abusa de algunas cosas, puede llegar a cansar. Y en un mundo en el que ni siquiera a todos les gustan los Monty Python, pedir que todos aprecien el negro sentido del humor de Tarantino puede ser pedir demasiado.

A mí me hace gracia, la verdad. Y me impresiona cuando veo sus películas y me encuentro con algunos de sus planos tomados desde los sitios más insólitos. Y me divierte cuando sus personajes son más chulos que un ocho y expresan filosofías descreídas llenas de una moral muy personal, que siguen con deontología algo enfermiza.
Y aunque puede que alguno de sus rasgos distintivos, como esos tiroteos a varias bandas que siempre repite, dejen de resultarme sorprendentes y prefiriera que intentara resolver esas situaciones de otra forma, sigue pareciéndome un genio incomparable en el manejo de los diálogos, con una capacidad inimitable para mantener la tensión en cada una de las palabras que pone en sus personajes.

En esta última película Tarantino se muestra tal y como lo reconocemos, cumple lo esperado, entretiene y le da a la historia una nueva perspectiva que consigue que , por muy repetitivas que puedan resultarnos las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, ésta sea algo nuevo. Como siempre, los personajes son especiales, siempre llenos de la chulería del propio Tarantino, siempre con varias vueltas de tuerca y esquinas sorprendentes. Y una vez más da su mejor talla cuando los planta de dos en dos en duelos interpretativos que acaban en esas largas pero geniales disquisiciones con las que nos va desvelando hacia donde nos conduce la historia.

Entre los actores, destaca sin duda Christoph Waltz, que se come al resto cada vez que aparece interpretando al coronel Hans Landa, uno de esos personajes inolvidables que nos suele regalar Tarantino. Pero en general el reparto funciona muy bien, con un Brad Pitt pícaro en cabeza, que en algunos momentos me recordó a su amigo Clooney (¿quizás por el bigote? Ni idea), y una Mélanie Laurent muy convincente en su representación de la venganza.

Película para ver en el cine, sabiendo lo que se va a ver, claro. Puede que sea demasiado larga (153 minutos), puede que se hubiera podido recortar alguna cosa sin penalizar la narración, pero lo cierto es que no percibí problemas de ritmo y que me entretuvo y divirtió como de costumbre.
Imprescindible para los forofos de Tarantino, infumable para los que no le traguen y muy recomendable para aquellos a los que les sea más o menos indiferente y quieran simplemente entretenerse.

domingo, 18 de octubre de 2009

Cumpleaños feliz

Este viernes pasado fue el segundo cumpleaños de este blog. No se me pasó, ni se me olvidó felicitarle, pero la verdad es que no tuve tiempo de redactar nada para remarcar la fecha. Y hasta hoy no he podido ponerme.

El año pasado, para celebrarlo, escogí mis mejores posts del año y los agrupé en una etiqueta que permitía leerlos todos fácilmente. Escoger era mucho más difícil entonces, porque había mucho más entre lo que elegir, y porque posiblemente fue ese año cuando traté mis temas favoritos. Pero voy a intentar hacerlo de nuevo, escogiendo aunque sea un puñado de lo más interesante, lo más personal, lo que de verdad merece más la pena entre tanto relleno de música y cine:

Así pues, los elegidos de este año son:

Sentido del humor: 30-10-2008. Mi pequeña oda al sentido del humor de mi grupo de amigos. Y en definitiva, a ellos.

El muro: 21-11-2009. Correr el maratón es una experiencia que marca. Una de esas que nunca olvidas, menos aun cuando alguien realiza según que proezas.

Atila: 22-1-2009. Personas que son casi personajes, y que se recuerdan con cariño pese a que a su paso no volviera a crecer la hierba.

Miedo y Dolor: 16-2-2009. Una visión a la relación entre el miedo y la felicidad, la belleza y el dolor, acompañando a Punset.

Las confusiones del ser humano: 30-3-2009. Mi visión personal sobre el concepto de persona y el ser humano como centro de la ética.

Billar americano contra un único agujero: 6-4-2009. Buenos años y primeras experiencias. Un poco de humor para una situación traumática.

12-05-2009: 12-05-2009. Porque el corazón manda. Hay personas que parece que nunca han estado, otros nunca se van. Ésta tenía la peculiar capacidad de cumplir ambas frases.

El pequeño escritor que hay en mí: 9-9-2009. Una pequeña historia personal. Quizás no sea muy buena, pero soy yo, es mi infancia, son recuerdos que no quiero perder.

La mochila: 6-10-2009. Uno de los más recientes, pero también uno de los más complicados en realidad. La mochila sigue cargada de monedas, y pesa aun más.

Y con esta pequeña selección doy por concluida mi lista de este año.
Como veréis, son pocos, y son sobre todo los más personales. A ver si este año me trae más letras que el pasado y tengo más para el que venga.
Disfrutadlos a mi salud.

miércoles, 14 de octubre de 2009

A glimpse at the future (Un vistazo al futuro)

Este verano pasado, estando de vacaciones, tuve un momento de lucidez mental, y en una de esas calurosas noches de agosto, me dio por investigar en internet sobre algunos aspectos de la economía que nos rige. No es nada del todo nuevo, ya en otras ocasiones he introducido posts sobre el tema. Pero en este caso me dio por ver un vídeo que, en cierta forma, ha cambiado mi perspectiva de lo que el futuro nos depara.
Y no puedo decir que mi nueva perspectiva sea especialmente optimista, la verdad...

El vídeo en cuestión ha sido rebautizado como "The most important video you'll ever see" ("El vídeo más importante que verás jamás"), aunque en realidad se titula "Arithmetic, Population and Energy" ("Aritmética, Población y Energía"), y es la grabación de una conferencia expuesta por el profesor emérito Albert A. Bartlett, de la Universidad de Colorado-Boulder (EEUU).
Podéis encontrarlo sin dificultades en YouTube buscándolo por su nombre artístico, ese tan rimbombante y pretencioso. Y merece la pena hacerlo para ir viendo cada una de sus 8 partes, aunque cada una dure unos 10 minutos, y aunque esté en ingles y puedan perderse detalles -mejor dejarlo si no se sabe inglés, no he encontrado nada con subtítulos.
(Os dejo aquí un enlace a la lista de reproducción de las 8 partes en YouTube, y aquí debajo la primera de ellas):



El vídeo es, en general, debatible.
Puede que deje cosas fuera al realizar sus análisis, y es posible que algunos datos que aporta no sean correctos (o sí, simplemente me limito a transcribir las dudas de algunos que comentan el vídeo en la red, no he comprobado nada). Pero al menos sus exposiciones matemáticas sí son precisas, y su explicación de lo que significa un crecimiento exponencial es totalmente correcta, como lo es en gran medida la exposición que se hace de lo mal que interpretamos muchos datos por no saber extrapolar esa idea.

Os recomiendo muy encarecidamente el vídeo, y que después cada cual saque sus propias conclusiones. Las mías están aun en proceso de maduración, y posiblemente las exponga por aquí a no tardar demasiado, en uno o varios posts, según se me dé.
Pero una cosa sí puedo adelantaros: a poco que tengáis unas mínimas preocupaciones, no os dejará indiferente.
Espero vuestras noticias...

lunes, 12 de octubre de 2009

El secreto de sus ojos

Hay películas que en principio no tienes claro si te apetecen o no, de las que oyes hablar y algo te tira para atrás aunque te la vendan bien. Y algo así me pasaba con esta película, de la que había oído muy buenas críticas y que vendieron como si de un peliculón se tratara cuando la presentaron en San Sebastian, que no me decidía a ver sin saber en realidad de que iba.

La verdad es que no sé porque tenía esos reparos, porque Campanella me parece un gran director, Darín me cae bien (me gusta como actor y es como la versión envejecida de un gran amigo mío) y Soledad Villamil es siempre un tremendo descubrimiento en cada película que le veo. En realidad, sin conocer la historia, nada había que me retuviera. Y aun así...

Pero después de lloverme críticas positivas a mi alrededor, me decidí a verla, y he de admitir que es una película buenísima que se merece todo lo bueno que he leído sobre ella y todo lo que me dijeron. De hecho, ahora que la he visto y me he puesto a buscar críticas negativas, sencillamente no las entiendo. Es demasiado redonda y está demasiado bien hecha para recibir malas calificaciones.

Por lo pronto, la historia tiene de todo, y todo está muy bien contado, entrelazado y resuelto. Contiene tanto un thriller policíaco como una trama política y de corrupción, historias de amistad, venganzas y, por supuesto, amor. Y en todas y cada una de ellas encontramos situaciones interesantes y diálogos con profundidad, todas parecen una película en si misma.
Pues aunque haya tanto, la película no se despista, en realidad funciona perfectamente como un todo, consiguiendo así un peso que hace que se salga de la sala con la idea de que se ha visto algo superior.
En cierta forma es como cuando uno lee un libro compuesto de muchas tramas, de esos que cuando se acaba te quedas saboreando la complejidad de la historia y deseas ser capaz de escribir algo así. Uno de esos que crees imposible llevar al cine porque en una película "no cabe".
Pues Campanella consigue que quepa y lo hace de forma armoniosa, dan ganas de leer el libro en el que se basa ("La pregunta de sus ojos") para ver hasta que punto se ha mantenido fiel a la obra original, pero no se sale de la sala con la idea de que te han dejado cabos sueltos (todo lo contrario). Simplemente, maneja el ritmo de la historia principal y de cada una de las subhistorias que hay detrás como si fuera natural que todo funcionara perfectamente. Y eso es tan complicado que, aunque lo que se cuenta no fuera además interesante por si mismo, ya supondría una dirección excepcional.

Prefiero dejarlo así, para no profundizar en el guión y no desvelarle a nadie ningún dato. Solo confío en que, quién me lea, se vea empujado a ir al cine a comprarse su entrada, porque es sin ninguna duda de esas películas que se merece ser vista en una sala en condiciones. Sabe a buen cine y deja poso. Y huele a óscar a poco que haya justicia.

Y si ya la has visto, ya sabes, espero saber que opinas...

martes, 6 de octubre de 2009

La mochila

Hace unos meses un tipo intento darle un tirón a un compañero mío de trabajo.
Fue un desastre. Como acción sin más, siempre estará mal intentar robarle una funda de ordenador a alguien, contenga lo que contenga (y en este caso además iba sin ordenador). Pero es que además, como acción profesional, dejó mucho que desear.
El ladrón en cuestión era de tamaño reducido, pero mi compañero es un tipo de más de 1,90 m., con una constitución natural de cazador de osos canadiense y unas espaldas de estilo estantería de Ikea. Cuando se dio cuenta de que le querían robar, hizo fuerza y tiró del maletín, con el resultado de que el ladrón, enganchado, casi dio una voltereta en el aire. Luego el caco debió mirar para atrás extrañado, preguntándose que narices había pasado, y salió corriendo al entender que si le alcanzaban igual iba a entender demasiado...


Yo, aunque no sea débil, soy más bien pequeñajo, así que no me puedo permitir ese tipo de protección natural.
Pero tengo una costumbre ahorrativa que me ha dado una solución.
El caso es que llevo mucho tiempo guardando las monedas sueltas que me quedan en la cartera cada día. La idea es guardar las monedas e ir empaquetándolas en las cajitas de plástico que, con ese fin, te dan en los bancos. Y algún día gastármelo en un capricho.
Pero la idea se ha transformado en una pequeña obsesión. Me voy descubriendo pagando con billetes cualquier cosa para que me devuelvan monedas que empaquetar. Y cuando quiero un capricho al final acabo tirando de tarjeta en vez de cambiar las monedas. El resultado es que, después de más de dos años guardando monedas, tengo en mi posesión una bolsa que pesa más de 21 kilos...

El otro día, moviéndola para hacer limpieza, me di cuenta de que la bolsa pesa como un muerto, que no hay quien la mueva y que si algún día quiero cambiarla por billetes en el banco, me va a dar más de un quebradero. Y no de cabeza precisamente, la espalda me preocupa más.
Y me acordé de mi amigo y su tirón frustrado, y me di cuenta de que podía llevar siempre unos cuantos kilos de monedas en mis mochilas para evitar que me robaran. Porque estoy seguro de que el efecto del peso de las monedas iba a ser tan grande como el de mi amigo haciendo fuerza.




Al final toda esta idea absurda me ha llevado a una reflexión mucho más profunda. Por lo menos más profunda de lo que debería ser una reflexión en pleno reposo dominical...
Es la reflexión metafórica sobre como todos vamos cargando con una mochila en la que metemos peso poco a poco. Y en como ese peso nos hace sentirnos seguros y, a la vez, va coartando nuestros movimientos como si fuese una cárcel particular.
En realidad ese peso no es malo, siempre y cuando sea deseado y sirva para arraigarnos a algo bueno en vez de para limitarnos.
Pero requiere encontrar el equilibrio entre el peso que nos da seguridad y el que nos ata sin más, sino queremos acabar convirtiéndonos en esclavos de nuestras propias decisiones, los pesos acumulados.




La idea (que no voy a desarrollar más aquí porque tiene suficiente fuerza como para que cada cual la masque personalmente. Y porque en realidad, con distintas formas, es tan vieja como el ser humano) me ha estado dando vueltas todo el verano pasado. En esa idea sigo y, posiblemente, me lleve a algunos cambios profundos.
De hecho, casi seguramente, me lleve a desprenderme de algo de peso.

Y para empezar, es más que posible que en los próximos días visite mi banco y salga con unos cuantos billetes más en la cartera...
Aunque creo que nunca dejaré de recolectar esas moneditas que tanto pesan ya en la bolsa...

lunes, 5 de octubre de 2009

Que les pasa a los hombres

Cualquiera que me lea sabe que tengo tendencia a ver las comedias románticas del momento. Más cuanto más comedias que románticas, pero aun así no suelo dejar de verlas.
Y como además me suelen gustar cuando tienen estructuras distribuidas, cuando la historia esta dividida en pequeñas subhistorias y un reparto coral, ésta tenía que verla...

No me arrepiento, aunque no es una película que vaya a recordar demasiado. Tiene su gracia, con historias divertidas y otras más dramáticas, pero le falta pegada. La parte más humorística es simplemente normal, mientras que la dramática no enseña nada demasiado nuevo. Y quizás lo mejor de la película esté en que hay historias que acaban bien y otras que acaban mal, como en la vida real. Pero quizás es precisamente por eso que no se me quedarán ganas de volver a verla como me pasó en su momento con "Love Actually", que teniendo una estructura parecida y siendo bastante más ñoña, por lo general me resultó más divertida, e incluso más atractiva en sus historias fallidas.

Quizás también me falte algo de empatía con la historia. Desde el mismo título, queda claro que es una película que pretende estar rodada desde una perspectiva femenina. Incluso en su versión original, "He's Just Not That Into You", es una película que se fija más en ellas que en ellos. Y la verdad es que a lo mejor no supe verla, pero me dio la sensación de que todas las historias eran demasiado parecidas, pese a sus diferencias obvias. Simplemente en todas ellas se nos narraba la historia de una mujer en busca de un hombre ideal, de una forma muy plana y como si ese fuera el destino de la mujer. Como si su estado natural fuera ser esposa, pese a que todas las mujeres de la película fueran profesionales modernas y liberadas...

Aun así, la película es entretenida, y si se pasa por alto el abuso de algunos tópicos y no se tienen exacerbados los instintos feministas, se ve bien. El reparto no es que sea bueno por tener actores maravillosos (pese a Jennifer Connelly), pero sí que está plagado de caras muy conocidas que le dan glamour. Y nadie destaca por hacer nada malo, incluso me sorprendí creyéndome mucho el personaje de Ben Affleck, así que supongo que eso juega a su favor.
El guión acaba siendo predecible pese a componerse de tantas historias, pero tiene algunas ideas interesantes que sostienen el resto de la película. Y la dirección peca de apoyar toda la película en estereotipos y no preocuparse en profundizar más en los personajes que deberían ser los pilares de la trama. Pero es de esas a las que les perdonas los fallos porque realmente no molestan, así que te acabas fijando más en sus aciertos.

Evidentemente, con una crítica así, es una película 100% para videoclub. Se están estrenando muchas películas interesantes en estos momentos como para gastarse el dinero en ir a verla al cine. Y aunque sea una comedia romántica, ni siquiera es la más adecuada para ir a verla con una novia, otras cumplirían mejor ese objetivo.
Simplemente un nivel medio que no merece mucho más esfuerzo.